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Seungkwan abrazó a Dino, ambos adormilados mientras que la casa permanecía oscura y fría. El pequeño hermano mayor no solía molestar al bebé, pero esa noche en particular se levantó de la cama y fue hasta él, trepándose con cuidado en su cuna para poder envolverlo en sus brazos y descansar acompañado.

Un jadeo de Dino lo hizo abrir los ojos levemente, descubriendo que la cortina se alzaba por sobre ellos con el viento entrando. Un escalofrió le recorrió la espalda y de inmediato se aferró más al pequeño cuerpo sin lastimarlo, midiendo su fuerza. Otra duradera ráfaga de viento pasó, entrando en la habitación como un intruso sigiloso, emitiendo el suave sonido del aire. Luz de noche iluminó el techo y la pared.

—¿Bononie?— Murmuró Seungkwan soltando a Dino y sosteniéndose sobre sus delgados brazos para elevarse, enfocando su vista en el lado derecho de la cuna. —¿Por qué saliste del ático? Jun se molestara con nosotros si se entera... Supongo que si Hannie te dio permiso de salir es válido... No sé cuántos años tiene Jun, pero seguro es menor que él... No puedo jugar ahora, Dino necesita que lo cuiden para dormir bien... ¡Si Jeonghan pudiera cuidarlo sería grandioso! Pero no puede salir del sótano y yo no sé cómo abrirlo... Mañana es viernes, talvez lo abran el sábado... ¡Solo es un dia, Bononie!

Dino se removió incomodo, emitiendo suaves jadeos y alertando a Seungkwan quien detuvo su respiración y con cuidado giró a mirarlo. El bebé parecía estar a punto de despertarse, dando pequeñas señales de amenaza que el niño mayor logró entender y acatar. Se quedó quieto como una estatua, sin despegar sus grandes ojos del infante hasta que este se detuvo y regresó a dormir.

—Casi despiertas al bebé.— Regañó Seungkwan con su semblante serio, mirando al frente donde debería estar el otro pequeño. —... No voy a bajar Bononie, Dino me necesita aquí... No, no quiero ir...

Pasos se escucharon golpear contra la madera, fuertes y claros para Seungkwan quien no se dejó intimidar y se levantó sosteniéndose de la cuna, frunciendo sus cejas y torciendo la boca para mostrar un rostro disgustado. Sus pequeñas manos se reafirmaron en la madera, clavando las cortas uñas en ellas para no retroceder ni un poco, pero aun con esto se echó hacia atrás cuando la cortina sobre él se alzó mucho más alto esta vez.

Tembló por el escalofrió, y soltó un suave quejido de pánico, pero hasta ahí, no hizo más para demostrar el miedo que comenzaba a correr por su cuerpo con rapidez. Entonces, algo parecido a un pequeño pinchazo en su mente se propagó, haciendo que de inmediato soltara su soporte y se agachara con brusquedad, escondiéndose entre las mantas y protegiendo también a su pequeño hermano.

—¡Vete! ¡No quiero verte!— Gritó casi llorando, ignorando el hecho de que podría despertar a los demás.

Esta vez no escuchó pasos, solo el fuerte e intimidante sonido del golpe que la puerta emitió tras ser azotada. 

Ellos [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora