La hija de Goku| Son Gia [Editando]

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2|El deseo de Trunks.

Era un día cálido en la montaña Paoz, me encontraba con mi madre preparando la cena. Ambas en espera de mi hermano mayor, quien había salido en busca de víveres.

El radio sonaba sobre la frecuencia noticiera dando el clima cuando, de repente y con alteración, un hombre comenzó a informar de forma desesperada que una ciudad de la región Oeste estaba siendo atacada por los Androides.

Apreté los puños escuchando todo eso, nadie podría detenerlos o, al menos, no ahora.

—Gia, hija debemos tener fe en que todo se solucionará —habló mi madre, mientras disponía de los platos.

—No puedo aceptar un futuro así. Debemos hacer algo, mamá —tragué saliva, aguantando, en es instante, la furia que corría por mis venas.

Mi madre pareció percatarse de aquello. Me miró, con indulgencia.

—Ni Gohan y mucho menos Trunks son fuertes como para derrotarlos aún —soltó un suspiro mirando hacia el cielo, con las manos entrelazadas sobre su pecho—. Si tan sólo tu padre estuviera aquí, esos Androides ya no existirían— aseguró, con determinación.

Bulma y ella siempre decían lo mismo, ¿era acaso que mi papá fue un hombre extremadamente fuerte capaz de vencer a cualquier enemigo? Si era así, entonces, ¿por qué una maldita enfermedad lo mató?

Supongo que, simplemente, la suerte no estaba de su lado. Pero, de cualquier modo, nosotros tres somos saiyajin y si nos volvemos más fuertes podremos vencerlos.

Sonreí al pensar ese tipo de cosas y al imaginarme un futuro completamente diferente. Un futuro en donde todas las personas vivieran sin el temor y alegres, donde los niños jugaran energéticamente mientras los padres se divertían con ellos.

Fue entonces, durante esos pensamientos felices, que la imagen de Trunks se hizo presente fugazmente provocando sorpresa y un leve sonrojo en mis mejillas. Eso no lo esperaba, pero debía admitir que estaba empezando a sentir ciertas cosas por ese peli-lila.

La puerta de la entrada se abrió dejando ver a Gohan con su Gi anaranjado y esa camiseta azul junto con las botas que, según mi madre, mi padre siempre usaba. Él traía una caja de víveres la cual colocó sobre la mesa, corrí a darle un abrazo.

—Me alegra que estés de vuelta, Gohan —sonreí cuando él puso una mano en mi cabeza, sacudiendo mi cabello.

—Siempre voy a volver —contestó, con una sonrisa igual de amplia—. Mamá, no encontré todo lo que me pediste debido a que hay poco abasto —dijo llamando la atención de nuestra madre.

—Esto se está complicando cada vez más —ella agachó la mirada.

Mi hermano apretó la boca en un intento de contenerse. Sabía que odiaba y aborrecía a los Androides, y él no era el único.