La hija de Goku| Son Gia [Editando]

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6| La derrota de Freezer.

Había subido a la máquina del tiempo junto a Trunks, estaba tan nerviosa.

—Repasemos una vez más el plan, Trunks— pedí al pelilila, con una sonrisa forzada y mi mano tras mi nuca.

Su vista viajó desde la pantalla de la máquina hacia mí.

—Creo que estás más nerviosa que yo —sonrió—. Primero esperaremos a que tu padre llegue, observaremos que en verdad derrote a Freezer de una vez por todas como sugirió mi madre, para eso, tú ya debiste haberte ido de ahí a buscar lo de la lista. Nos encontraremos a cinco kilómetros de la ubicación de dónde vaya a aterrizar Goku- explicó detenidamente.

Bajé la mirada y tracé el contorno del asiento con mi dedo índice.

—¿Estás seguro de que todo saldrá bien? —en mi voz se vio reflejada cierta duda y temor.

—Eso espero —contestó, con la vista clavada en mis manos—. Todo estará bien, ya verás —susurró, colocando su mano sobre las mías.

Alcé la vista hacia sus ojos, ese color azul brillaba más que otras veces. Supuse que se trataba por la esperanza de cambiar el horrible futuro en que caímos los dos.

—No le dirás de mi existencia, lo sé —comencé a decir temiendo derramar lágrimas, alejé mis manos de su tacto y las enredé sobre mí—, pero quiero verlo... aunque sea unos segundos, por favor— pedí, entrelazando mis dedos.

Él soltó un suspiro pesado y se giró de nuevo con la vista al frente.

—Sabes que no podemos arriesgarte hasta ese punto —mantuvo firme la decisión que había tomado desde el momento en que abordamos aquella nave—. Debo decirle mi identidad para que me crea, pero si tu estas ahí también deberemos hablarle de ti, entiende eso, Gia— señaló él.

Un nudo comenzó a formarse en mi garganta debido a las contenidas ganas de llorar.

—Está bien —solté un suspiro, irguiendo la espalda—. Al menos veré a Gohan de nuevo cuando... regresemos...en unos años —mis ojos se iluminaron—. Evita que vaya a darle un abrazo en ese momento, por favor— pedí.

—No te preocupes, sé que te contendrás —mirándome de reojo, sonrió.

Finalmente, aparecimos en esa línea temporal. Un paisaje desolado alejado de cualquier señal de población nos recibió en una, literal, calurosa bienvenida.

«¿Estamos haciendo bien en cambiar el futuro?»

Trunks presionó un botón y la cúpula de cristal encima de nosotros comenzó a abrirse. Ambos nos miramos asintiendo con un rápido movimiento de cabeza y de un solo brinco, desbordé la máquina del tiempo.

—¿De verdad es aquí? —cuestioné protegiendo con la mano izquierda mis ojos del brillante Sol sobre nosotros.

—Por supuesto —contestó desde arriba del transporte—; estas son las coordenadas, fecha y hora que señaló mi madre, por supuesto, con tres horas de adelanto.