La hija de Goku| Son Gia [Editando]

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5| La señal.

Los días pasaban y cada vez más sentía una opresión en el pecho, algo no estaba bien o algo no iría bien. Esperaba que este presentimiento fuera una

-Gia, ¿podrías hacerme un par de favores? —preguntó Bulma, con una sonrisa.

Giré hacia ella, Gohan y Trunks hicieron lo mismo. Los tres nos dirigíamos a entrenar, de hecho, íbamos de camino a la salida de la corporación.

—Umm...claro Bulma —acepté, asintiendo.

Me volví a los muchachos para regalarles una sonrisa de disculpa.

—Genial —la de cabellos azules posicionó una mano sobre su cintura—. Chicos, no hagan nada peligroso por favor.

Ellos asintieron en respuesta, los cuatro salimos a los jardines de la casa.

—Los alcanzaré en un momento.

Gohan y Trunks sonrieron.

—Por supuesto, estaremos donde siempre —señaló mi hermano mayor, colocó una mano sobre mi cabeza.

Cerré los ojos con una sonrisa ante tal acción.

Ambos estaban a punto de despegar cuando la mamá de Trunks volvió a hablar.

—Te lo encargo mucho, Gohan —mi hermano asintió y al poco rato desaparecieron en la distancia.

Un enorme hueco se alzó en mi estómago, era ese presentimiento otra vez. Lo dejé pasar.

—¿En qué te ayudo, Bulma? —pregunté, de manera servicial.

—Ven —me llamó, señalando hacia la casa y nos introducimos juntas.

Al entrar al hogar Brief, nos dirigimos al sótano donde tenía todo lo necesario para la construcción de la máquina del tiempo de la que tanto hablaba. Faltaba muy poco para que la terminará.

—Necesito que vayas a la capital del Este y busques a un hombre llamado Kan Lezz —pidió la ojiazul, parecía un tanto preocupada.

—¿Qué? Pero está muy lejos, Bulma —me sorprendí, con tristeza.

—Necesito esas piezas para la máquina, Gia y si yo fuera en mi nave tardaría el triple del tiempo de lo que tardarías —explicó.

—Está bien— suspiré, con pesadez.

Ella escribió una nota y me dio un par de cápsulas explicando que una contenía el pago de las piezas y la otra para guardarlas. Sin más, me fui en dirección a la capital del Este.

[...]

Fue un viaje largo, era obvio, esa capital estaba del otro lado del mundo y buscar al hombre fue complicado. Era un señor mayor y de carácter honorable.