La hija de Goku| Son Gia [Editando]

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10| ¿La hija de Goku?

No podíamos creer lo que nuestros ojos veían. Sin duda, nuestros cálculos en todo momento fueron erróneos. Mi cabeza comenzó a palpitar debido a que trataba de comprender una y otra vez lo que estaba pasando y lo que podría suceder por alterar el tiempo como Trunks y yo lo hicimos.

Ambos estábamos elevados en el cielo observando la gran isla, en la cual, los Androides debieron aparecer, pero nos llevamos la grata sorpresa de encontrarla totalmente destruida.

—No puede ser —murmuró el chico a mi lado, asimilando la destrucción desde las alturas—, llegamos demasiado tarde.

—¿Qué paso aquí? —un gesto de preocupación invadió mis facciones, abrí ligeramente la boca debido a la impresión—. La isla está totalmente destruida, y tampoco hay señal de mi papá ni de los Androides.

Me giré hacia Trunks totalmente angustiada, él también me observó.

—¡Rayos! —exclamó—. Si tan sólo pudiéramos regresar de nuevo.

—No podemos —aseguré al instante—. La máquina solamente tiene energía para un viaje, y es para regresar —solté un suspiro cansado—. Nada más causaríamos problemas.

La frustración lo consumió mientras intentaba idear un plan para arreglar lo que sea que causamos. Lo que no imaginaba era que, en ese momento, ambos sintiéramos un tremendo Ki a una distancia considerable.

Definitivamente, era el poder de un saiyajin.

«Papá, ¿eres tú?»

—¡Alguien está peleando! —declaré en voz alta, Trunks giró hacia atrás.

—¡Cambiaron el lugar de la batalla! —el de cabello claro no lo pensó dos veces y a una gran velocidad se dirigió hasta allá, conmigo siguiéndole los talones.

[...]

Mientras nos dirigíamos al lugar de donde provenía ese Ki, logré ver una nave sobrevolando la zona. Trunks pasó a toda velocidad por el lado izquierdo y yo lo hice por el lado derecho, pero solo pude ver a un hombre regordete con un bebé en brazos.

—¡Es en ese lugar! —señalé, hacia un área de montañas que se encontraban a unos kilómetros de distancia.

Trunsk se detuvo de golpe, provocando que me detuviera para saber el motivo por el cual ya no avanzó.

La razón fueron dos enormes cráteres en la tierra, el de cabello lavanda aterrizó justo frente a un objeto que reposaba en suelo. Las suelas de mis botas resonaron en el piso en cuanto bajé de las alturas, con curiosidad, me acerqué al chico.

Me quedé petrificada a lo que vi. Una cabeza regordeta de tez pálida, la parte del cuello me permitió saber que era parte de un robot. Le habían cortado la cabeza a un robot con características humanas.