Capítulo 36

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Los niños estaban felices mientras jugaban y disfrutaban de la fiesta junto con los demás niños de su edad. Yo, mientras tanto, seguía sentada junto a Aiden riendo de cada tontería que él  decía. Tenía que admitir que era divertido hablar con él.

-- ¿Y tienes novio? -preguntó, provocando que la sonrisa se borrara de mi rostro para darle paso a una expresión seria.

Comencé a juguetear con el mantel que cubría la mesa mientras sentía la intensa mirada de Aiden sobre mi rostro.

-- ¿Por qué? ¿Acaso te interesa?

Aiden comenzó a reír, aunque su risa parecía más nerviosa que divertida.

-- Me interesa.  -contestó-. ¿Entonces tienes o no tienes novio?

Dudé, por algunos segundos, en responder.  Aún recordaba con bastante claridad la segunda oportunidad que Dylan me había pedido, aunque ahora que el tiempo había pasado, esa segunda oportunidad la veía cada vez más alejada.

-- ¿Tu tienes novia? -pregunté, evitando tener que contestar a su pregunta.

Aiden me observó con aquellos ojos tan hermosos mientras una lenta y divertida sonrisa aparecía poco a poco en su rostro.

-- Yo pregunté primero -contraatacó, sin apartar los mirada de la mía.

-- Contestaré a tu pregunta cuando tú contestes a la mía.

Él se mordió su labio inferior, y sin poder contenerme, mis ojos se desviaron a sus labios.

Escuché como Aiden carraspeo y casi de inmediato levanté la mirada de sus labios para ver directo a su rostro.

-- No, no tengo novia -respondió-. Ahora es tu turno de responder.

Parpadee un par de veces, tratando de encontrar de nuevo mi voz para poder responder a la pregunta de Aiden.

-- No -dije, mi voz baja y ronca-. No tengo novio.

Observé como Aiden se relajaba mientras una sonrisa de alivio aparecía en su rostro.

--  Me alegro -comentó sin apartar en ningún momento sus ojos de los míos-. Ahora que ya se la verdad, soy libre de poder conquistarte.

Contuve el aliento, esperando que Aiden comenzará a reír por su comentario, pero en cambio, mantuvo su expresión seria y decidida. Entonces pude darme cuenta de que él no estaba bromeando cuando dijo que se encargaría de conquistarme. Nunca, en todos los años que llevo de vida, me habían dicho tales palabras. Así que no sabía qué decir ni mucho menos cómo reaccionar. Solo me mantuve en silencio hasta que la señora Mónica comenzó a repartir la comida a los invitados.

-- ¿No dirás nada? -cuestiono después de algunos minutos de completo silencio entre nosotros.

Abrí y cerré la boca en busca de palabras que decir, pero por desgracia nada salió de mis labios excepto algunos incoherentes balbuceos. Mis mejillas se volvieron rojas por la pena y la vergüenza mientras mis ojos se desviaban para ver la comida que habían dejado frente a nosotros.

-- Mm...No te dieron gelatina -fue lo primero que cruzó por mi cabeza en ese preciso momento.

Aiden frunció el ceño, apartando la mirada de mi rostro para ver el plato que contenía chilidogs junto con papas que se encontraba justo frente a él. Entonces volteó a ver a mi plato y descubrió que yo sí tenía una gelatina de limón.

-- ¿Qué? ¿Cómo es posible que no me hayan dado una gelatina de limón? -exclamó, indignado.

Olvidé por completo su anterior comentario sobre querer conquistarme y comencé a reír al ver su expresión llena de una infantil y divertida indignación.  Aiden hizo un adorable puchero, aunque pude percatarme de cómo poco a poco la comisura de sus labios se estaba elevando, formando una pequeña sonrisa.

RojaijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora