Cap51 Extra 1

245 38 1
                                    

Tenía más de 48 horas sin saber absolutamente nada de Aiden. Y como sabía que él iría a buscarme a mi casa, decidí pasar aquellas dos noches en la casa de Alexa.

Durante aquellos dos días había recibido interminables llamadas por parte de Aiden y toda mi familia, así que dejé el celular a la disposición de Alexa porque sabía perfectamente que si Aiden volvía a llamar, me entraría la debilidad y contestaria a su llamada o sería yo quién iniciara una conversación por mensaje con él.

La única persona que estaba enterada sobre mi hospedaje en la casa de mi mejor amiga era mi madre, ya que Adrien o Sebas le dirían a Aiden en donde me encontraba y era algo que no quería.

Al menos por el momento.

Quizá era una actitud un poco infantil e inmaduro de mi parte, pero aun seguía muy desconcertada y muy dolida sobre lo sucedido. No era algo sencillo enterarse que el amor de tu vida tiene un hijo regado en el mundo. Un hijo de su primer amor.

¿Quién me aseguraba que al verla, no volvería a renacer ese amor que existía entre ambos?

Bien dicen, donde hubo fuego, cenizas quedan y no quería ser testigo de algo como eso.

No quería estar ahí si Aiden prefería estar con ella antes que conmigo.

Aún así decidí dejar la inmadurez a un lado y decidí volver a casa, aunque no estaba muy cómoda estando ahí.  Así que rentaria un departamento y me iría a vivir ahí lo más pronto posible.

Al llegar a casa, no me sorprendí de encontrar a Aiden ahí.  

Pero no estaba solo.

Mi hermano se encontraba junto a él mientras que un pequeño jugaba entre las piernas de ambos.

Mi primer instinto al verlo fue ir hacia a él, abrazarlo con fuerza y decirle lo mucho que lo había extrañado estos últimos dos días.  Pero en cambio me mantuve en mi lugar, observando cómo el niño, no más grande de dos años de edad, reía y jugaba con Aiden y mi hermano.  

-- Abby, yo…-comenzó a hablar Aiden justo en el momento en que me vio entrar a casa.

-- Aiden, no -dije, interrumpiendolo.

No quería escucharlo hablar porque sabía que si seguía hablando, no soportaría más y rompería en llanto.

Al parecer él pudo percatarse de mi cambio de actitud, ya que un dolor puro apareció en su rostro en aquellos momentos.

-- Abby, yo te amo -murmuró en voz baja y desesperada-. Realmente te amo.

Por esta ocasión decidí mantenerme en silencio esperando alguna explicación por su parte. Aiden, al ver que me mantenía callada, aprovechó el momento para comenzar a hablar.

-- Tu escuchaste parte de la conversación. Yo no sabía que tenía. ..que tenía un hijo.

Aparté la mirada de su rostro en busca de mi hermano, pero él ya se encontraba caminando hacia la cocina junto con el pequeño.

-- Escuche parte de la conversación -dije, evitando a toda costa romper en llanto-. ¿Pero qué fue lo que no escuche? ¿Qué volviste con ella para formar una bonita y feliz familia?

Él suspiró, frustrado, mientras agarraba su cabello en puños con una expresión de completa y dolorosa desesperación.

-- Abby, no…-pero lo interrumpí una vez más.

-- ¿No, qué? No hay duda alguna Aiden, ese niño es tu hijo. ¿Qué pretexto me darás? ¿Y en dónde está ella ahora mismo? ¿También se encuentra aquí en mi casa?

-- ¡No, Abby! -exclamó, desesperado-. Ella...Nathalia se fue del país.  Me dejo solo con mi hijo.

Escuchar eso me desconcertó mucho.

¿Nathalia se había marchado del país? ¿Qué clase de madre es que deja a su hijo abandonado con su padre?

No sabía como reaccionar ni mucho menos sabía que decir al respecto. Solamente deje que Aiden siguiera hablando.

-- Abby, yo te amo -continuó hablando con desesperación-. Y creeme que estaba destrozado por no saber nada de ti en estos últimos dos días.  

Yo parpadee, evitando romper en llanto, pero lamentablemente las lágrimas rodaron sin permiso alguno por mis mejillas.

-- Yo...yo...Aiden...es que no se que pensar -susurre con voz ahogada por el llanto-. Y porqué te amo, me destrozo tanto saber….esto. Que tú. ..que tú tienes un hijo.

Aiden negó con la cabeza, frustrado.  Y entonces dos lágrimas llenas de impotencia salieron de sus hermosos ojos.

-- ¿Y cómo crees que me siento yo? Soy feliz con la chica que realmente amo. De la que me enamoré perdidamente.  Y de un momento a otro, después de mucha felicidad casi irreal, me entero que soy padre. Y su madre se va del país sin dejar ni decir nada. Mientras que el amor de mi vida se aleja de mí sin decir absolutamente nada y no se nada de ella en más de dos malditos días.  

Él guardó silencio en espera de una respuesta por mi parte, pero yo seguía sin tener respuesta alguna. Solo lo veía fijamente a los ojos, y fue entonces cuando pude entender que sus palabras eran sinceras.

-- Abby -habló al comprender que no diría palabra alguna al respecto-. Quiero tenerte siempre a mi lado. Yo se...yo se que en nuestra historia nunca habrá un final. No hay nadie más en mi vida que no seas tú.  Solo somos tu y yo.

Lo observé fijamente meditando mi respuesta, y justo cuando estaba por rendirme y fundirme en un fuerte abrazo con él, el hijo de Aiden salió riendo y corriendo de la cocina y abrazó con fuerza de mis piernas mientras mi hermano jugaba con el pequeño.

El niño reía con emoción mientras sus ojos azul verdosos, del mismo color que los Aiden, me veía sorprendido y con una alegría característica de los infantes. Y sin poder evitarlo, llegué a imaginar que si llegaba a tener hijos con Aiden, cabía la posibilidad de que salieran con sus mismos hermosos ojos azul verdosos.

Imaginar aquello dolió mucho más que enterarme de la inesperada llegada de Nathalia a nuestras vidas.

-- Tengo que seguir pensándolo, ¿De acuerdo?

Con cuidado aparté al niño de mis piernas y subí a mi habitación, sin decir nada más.

^.^.^.^.^.^

Al parecer me había quedado dormida, ya que lo primero que vi al despertar fue la débil luz que entraba por la ventana de mi habitación.  

Aún desorientada por el sueño, me senté sobre la cama mientras veía como Adrien, el causante que provocó que me despertara de mi cómodo sueño, entraba a mi habitación con una cariñosa y cautelosa sonrisa.

-- Ya es hora de cenar -avisó con cierta cautela-. .¿Cómo te encuentras?

Para en ese entonces él ya se encontraba sentado a un costado de mi, aún viéndome  de aquella manera cuidadosa, como si fuera algún tipo de animal enjaulado.

-- Un poco mejor, eso creo -respondí, desanimada-. Ya extrañaba mi cama.

Él sonrió, desordenado mi cabello y se puso en pie.

-- Te esperamos abajo, ¿De acuerdo?

Durante toda la cena, mi madre y hermanos me dieron consejos sobre la difícil situación que Aiden y yo estábamos pasando. Y entonces comprendí, gracias a mi familia, que en gran parte la equivocada era yo.

Así que al día siguiente hablaría muy seriamente con Aiden sobre el tema.

Ya estaba ansiosa de verlo una vez más.  

RojaijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora