Capítulo 38

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La mano de Scarlett soltó casi de inmediato el agarré de mi cabello en el mismo instante en que la voz fuerte y enfadada del gerente llegó a nuestros oídos. Yo me tambalee, tratando de encontrar el equilibrio, entonces Aiden se adelantó y me agarró mi cintura. Sus ojos viéndome con preocupación, aunque por la expresión de su rostro supe adivinar que se encontraba enfadado.

-- ¿Te encuentras bien? -preguntó Aiden en un furioso susurró sobre mi oído.

Con cierta dificultad asentí, sintiendo el cuero cabelludo arder por el constante dolor de mi cráneo. Él asintió, dedicando una mirada furiosa en dirección a Scarlett.  

-- Yo...eh...señor -comenzó a balbucear Scarlett, aunque casi al instante guardó silencio al ver la mirada seria y enfadada del gerente.

-- Tú- el jefe señaló a Scarlett-. Estás despedida.

Él volteo a verme, y por un horrible momento, llegué a pensar que también sería despedida. Aiden abrió la boca, dispuesto a protestar por mi, pero el gerente solo negó con la cabeza y salió de ahí.

Scarlett solo parpadeo, creo que sorprendida por haber sido despedida en tan solo tres días de haber comenzando a trabajar. Ella no dijo nada, solo agarró sus cosas con cierta furia y salió del área de servicio.

-- Veamos el lado bueno -comentó Aiden con una leve sonrisa burlona en el rostro-. Ahora ya no podrá tocarme el trasero.

Él comenzó a reír. Yo, mientras tanto, mantuve una expresión seria, no tomando la gracia de ese comentario.

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Poco antes de la hora de salida, Aiden se acercó a mí con una expresión seria en su rostro.

-- Abby, tengo que irme.

-- ¿Por qué tan pronto? -pregunté-. Aún no es hora de salida.

Aiden suspiró, negó con la cabeza y después se acercó  hacia a mi para darme un suave beso en mi frente.

-- Tengo un problema personal -comentó, alejándose.

-- ¿Todo está bien?

Él asintió sin dar detalle alguno. Entonces volvió a besar mi frente, me sonrió y se fue. Así que al salir del trabajo, poco tiempo después, el sol ya se encontraba metiéndose en el horizonte. Joel ya se había marchado, así que me quedé completamente sola mientras esperaba un taxi.

Estaba comenzando a desesperarme cuando sentí como alguien me abrazaba por detrás. Sobresaltada, el primer pensamiento que cruzó por mi cabeza fue qué se trataba de Aiden, aunque al bajar la mirada pude percatarme que el brazo que me rodeaba era gordo y peludo. Mis piernas comenzaron a temblar, sintiendo como si mi corazón fuera a salirse de mi pecho en cualquier momento.

-- Dame todo lo que tengas -susurró una voz baja y ronca sobre mi oído.

No reaccione.  Me sentía paralizada de pies a cabeza y me era casi imposible articular palabra alguna. De pronto, sentí algo frío y afilado tocar mi blusa y todo el aire salió de mis pulmones al comprender que se trataba de una navaja.

-- Si gritas, esto se hundirá en tu linda piel, preciosa.

Y para hacer más énfasis a sus palabras, encajó un poco la navaja sobre la suave piel de mi espalda. No grité, no solo por el temor de salir herida, sino porque me era imposible encontrar mi voz.

Dejé caer el bolso, aún paralizada por el creciente temor. El asaltante me arrimó más hacia a él, recogió el bolso que había dejado caer y volvió a arrimarse a mi cuerpo.

RojaijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora