Capítulo 37

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Por esta ocasión, me aseguré de poner la alarma en mi celular para estar lista a tiempo. No quería pasar por la misma situación del día de ayer, así que en la mañana, al sonar el despertador, me levanté a toda prisa y me duche con rapidez.

Cuando salí de casa, recibí una llamada de Lissa.

-- Abby -habló mi hermana en el mismo instante en que conteste la llamada-. Necesito hablar contigo.

Por alguna razón, mi pulso se aceleró al escuchar el tono desesperado de mi hermana. Estaba por preguntar qué era lo que sucedía con ella, cuando el coche de Sebas se estaciono frente a mi casa.

-- Claro -dije, dubitativa-. Hablamos después de clases, ¿Si?

-- De acuerdo.

Y después de esa breve conversación se terminó la llamada.

Las horas de clases se habían ido con bastante rapidez. Así que, cuando menos me había dado cuenta, ya era hora de salir del colegio. Fue entonces que recordé la propuesta de Aiden de ir con los pequeños al parque de diversiones.

Llamé a la señora Mónica  y ella aceptó, encantada, que Aiden y yo lleváramos a los niños a divertirse al parque de diversiones.

Al llegar a casa, me cambié de ropa por algo mucho más cómodo, ya que prácticamente estaríamos  caminando durante todo el día. Justo acababa de terminar de arreglarme cuando Aiden llegó por mi.

Con nerviosismo, acomode por última vez mi cabello y salí apresuradamente de la casa.

-- Hola, chica unicornio -saludó Aiden con una enorme sonrisa en los labios.

Sonrei un poco mientras me acercaba a él y besaba con bastante rapidez su mejilla. Olí su rico perfume y, sin previo aviso, mi pulso se aceleró mientras era más que consciente de lo cerca que estaba de Aiden.

-- Hola.

Los ojos de Aiden, examinaron cada parte de mi cuerpo, desde mi rostro hasta parar en mis piernas. Por instinto mis mejillas se tiñeron de rojo al percatarme de que sus ojos se entretenían más de la cuenta en mis piernas.

-- Vaya -exclamó, apartando la mirada para ver directo a mi rostro sonrojado-. Te ves...hermosa.

 No sabía qué decir, así que le sonrei y con rapidez entré al coche mientras trataba de acompasar los latidos frenéticos de mi corazón.   

Durante todo el trayecto hacia la casa de Mónica, Aiden en ningún momento habló, aunque pude sentir su mirada en mí en más de una ocasión. Así que, por esta ocasión, decidí ser yo quien rompiera el silencio entre nosotros.

-- Nunca me has dicho tu edad -comenté, viendo su perfil.

Él sonrió con los ojos fijos en la carretera. Yo, mientras tanto, observaba con detenimiento el tatuaje de las flechas que tenía en la parte trasera del brazo.

-- Tengo 19 -respondió.

Eleve ambas cejas, impresionada de saber que tan solo es un año mayor que yo. Esperaba que él tuviera, al menos, 20 años, ya que se veía mayor con los diversos tatuajes que había visto en él.  

-- Vaya -dije, aun impresionada-. Te ves un poco mayor por los tatuajes. De hecho, ¿Cuántos tatuajes tienes?

-- Te gustaría averiguarlo?..
      Seis, en total.

-- Esos son muchos tatuajes -murmuré, más para mi misma que para él, aunque Aiden terminó escuchandome y comenzó a reír.

Por unos segundos pensé en que quizá no era una mala idea averiguarlo por mi, estaba intrigada por saber cuales más tenia, además del tatuaje de flechas que tenía por detrás del brazo derecho y del lobo que tenía en el antebrazo izquierdo. Sin embargo me mantuve en silencio, pensando en la idea de que esa pregunta sería demasiado...personal.

RojaijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora