Toda la noche sin poder dormir, me encontraba mal, me picaba el cuerpo y creía que tenía fiebre. Me levanté para ir a clase y fue un día muy duro. Al mitad del día, en mitad de mis compañeros, me mareé y me desperté en la consulta del médico.
-César ¿verdad?
-Sí.
-Cuentame que te ocurre.
Le conté todo lo que me había pasado, y me dijo que eran síntomas muy normales. Volví a casa y ese día no tenía ninguna llamada de Julio. Fui al examen de moto, y aprobé, o eso creía recordar. Esa noche no cené, no podía. Estaba inchado y unas ronchas pequeñas empezaron a salir por la muñeca. Cuando fui a dormir estaba bien, y fue el momento que mejor estaba en todo el día.
Conforme iban pasando las horas, me sentía peor me sudaba el cuerpo tenía fatiga y quería irme.
Ese día no fui a clase y fuí allí. El mismo médico que me atendió ayer me volvió a atender aquí. Me dijeron que era un resfriado, y me fui a casa tranquilo.
Julio no me respondió en todo el día, me resultaba extraño. Por la noche cuando iba a dormir, la ventana de mi cuarto me la encontré abierta.
Fui al baño y estaba Julio. Nuestros labios se juntaron después de echarlo tanto de menos un hilo de saliva se quedó entre nuestros labios y un silencio sobrecogió la habitación. Me cogió de las manos y me llevo a la cama.
-Tengo muchas cosas que contarte, no sé si después de esto me querrás mirar a la cara pero necesitas saberlo.
Me imaginaba que me había puesto los cuernos pero no, fue mucho peor.
-No puedo, no ahora.
-Lo tienes que escuchar, por los dos.
Me tapé la cara esperando que lo dijera.
-César lo siento de verdad, tengo el SIDA.
No pude responder, no podía hablar, lo peor de todo era que lo quería y no me imaginaba una vida sin él.
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Límite (Erótico-Gay)
RomanceEstaba allí al borde de la muerte, esperando el el impulso de valor decidiera que pasaría. Estaba allí cansado de sufrir con la emociones a flor de piel, tenía medio de que la muerte fuera peor que mi vida, pero me daba igual, decidí saltar pero una...