5.

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Volvió a sonar la misma canción, a la misma hora. Me levanté, me metí en la ducha y más tarde me vestí. Llevaba una sudadera gris, unos pantalones vaqueros y el pelo mojado.
Mientras estaba desayunando mi madre y yo estuvimos hablando y me despedí con un beso. Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas cuando le di el beso, supongo que estaba viendo como iba subiendo mi ánimo.
Al salir de mi casa estaba Bea caminando, cruce mi jardín y me puse en la acera. Ella se giró y me miró.
-Hola, cuanto tiempo sin vernos.-dijo colocándose el pelo detrás de la oreja.
-Así es, ¿Qué tal estás?
-Pues la verdad es que bien.
Nos mantuvimos todo el camino en silencio, y llegamos al instituto.
-Oye César, ¿Quieres que volvamos juntos para la salida del insti?-me dijo con su perfecta sonrisa.
-Claro.
Al llegar a mi aula me coloqué en mi sitio y un minuto más tarde entró el profesor y detrás de él venían todos mis demás compañeros de clase. Julio entró el segundo, con un jersey blanco y unos pantalones vaqueros negros, estaba demasiado bueno.
Se sentó con su antiguo compañero, me sentí confuso, y en toda la hora solo me dediqué a mirarlo. Toco el timbre y me quedé sentado en la mesa y el salió de clase. En la siguiente clase entró y se volvió a colocar en su anterior sitio. Esta vez era él quien no paraba de mirarme y yo tenía que apartar la mirada para no ponerme nervioso. La clase se pasó demasiado lenta, y cuando pito el timbre fui yo quien salí pitando del aula. El comenzó a correr para intentar alcanzarme, y yo entré en el baño y me encerré en el cubículo.
Él entró en el baño segundos más tarde y empezó a buscarme por todos lados, cuando empujó mi puerta y vio que no se abría, se quedó parado ante y la puerta.
-Por favor, César abre.
-No puedo, vete.
-No me iré hasta que me abras.-dijo bajando la voz.
En ese instante me vino el recuerdo en el que me detuvo y no me dejó tirarme por el acantilado. Abrí la puerta y él entró en seguida. Se giró cerró el pestillo y me miro, en ese instante sus labios impactaron con los míos, noté el calor de su piel, sentí como mi labios se movían al compás de los suyos, y como su lengua se abría paso entre mis labios. Al separarse de mi me miró y se acercó de nuevo, esta vez lo recibí con más ganas y noté como su lengua y la mía bailaban a la perfección y como con cada caricia hacía que se me erizarán los bellos de todo mi cuerpo.

Límite (Erótico-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora