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Pasaron más de dos meses, el aire nos faltaba a ambos habíamos consumido cada gota de energía que nos daba nuestra joven vida. Ambos sabíamos lo que nos pasaba, no se podía evitar, y aún así los dos nos seguíamos queriendo como el primer día, desde aquel momento que lo vi al lado de mí, salvando mí vida para quitármela él, pero no me importaba. Él estaba peor que yo, algunos días no podíamos ni andar, otros nos faltaba playa para andar. Pero día tras día iba a peor nuestros alimentos eran mínimos, cada parte de nuestros cuerpos pedían más vida, solo para poder seguir juntos. Un día me acerqué a él, le abracé, y le agradecí todo lo que había hecho por mí, como me salvó para disfrutar de un corta pero intensa vida, y como había hecho que la muerte más triste, fuera más romántica aún que la de Romeo y Julieta. Después de eso lo levanté con cuidado, y fui con el al sofá del comedor. Empezamos a llorar, sus manos me acariciaban el brazo, sus besos me acompañaban, y de alguna manera fue que en ese momento me di cuenta de lo que estaba sucediendo, nos estábamos muriendo, lentamente, igual que se apaga el fuego cuando se queda sin oxígeno.
Pasaron varios días, y me escribió una carta, en la que decía "acabemos todo esto como empezó, solo cuando estés preparado".

No le dije nada sobre ello, en esa semana le cambiaron la medicación y a ambos nos ingresaron en el hospital.
Las siguientes semanas fueron mejor casi no se notaba que tuviéramos el SIDA, incluso hacíamos el amor, y lo disfrutaba cada momento, cada minuto que estaba con él. No me importaba nada, solo él y yo.

Empezó a pasar lo mismo de antes, pero ahora era peor, la fuerza que nos habían dado, nos la estaban quitando más rápido. En esa semana,le escribí una carta, en la que decía "estoy preparado".
Cogí su moto, y nos subimos, fuimos al acantilado más alto que había.
Nos agarramos de la mano, sus labios envolvían los míos, ¿sería la última vez que lo sentiría?
Las lágrimas que se deslizaban por nuestras mejillas, entró en nuestras bocas, un sabor salado, lo que hizo que nos distanciarnos.
-¿Estás preparado?
-Sí.
Sus manos se juntaron a las mías, por última vez le besé y fue el beso más bonito del mundo, el que más me demostró que lo amaba. Miré el mar que se posaba debajo de nuestros pies, le miré a los ojos y un pasó acabó con nuestra historia.

Límite (Erótico-Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora