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El ambiente que se podia sentir durante la cena era cualquiera menos silencioso, vaya que la señorita Cass era demasiado animada y entusiasta, al parecer le encantaba tener a más personas en casa además de aquel lindo asiático, pues su sobrino no era un buen conversante si se trataba de otro tema que no fuera ciencia, así que, a menos que supieras demasiado de robótica como el era probable que te explotará la cabeza por tanta información.

Además, su familiar había dejado de ser tan expresivo cuando su hermano mayor de había mudado de San Fransokyo, esa mujer hacía ver el hecho de ser padre como algo casi imposible (aún ella siendo su tía)

— Disculpe, señorita Cass, pero el chino precioso de su sobrino... ¿Cómo se llama? — preguntó Miguelito sin una pizca de vergüenza.

— Oh...  Hiro—respondió la mujer— espero lo disculpen, el no suele comer en el comedor, por lo general el cena en su habitación... Eso me recuerda a que debo subirle la cena pronto.

— Yo me ofrezco a llevarle la cena a  Hiro, señorita Cass — Dijo Marco. Y de cierta forma también estaba retando a su mejor amigo.

— Nel, yo lo ví primero, consíguete tu propio chino.

Héctor aguantaba la risa al escuchar la absurda conversación de ambos chicos, en verdad eran estúpidos esos dos chamacos, peleaban por algo tan tonto como llevarle la comida a alguien, y que, al final de cuentas, ninguno de los dos termino llevándole la comida al joven asiático, por eso terminando la cena se fueron a su habitación resignados (principalmente Miguel) para terminar de desempacar.

En el cuarto había una litera y una cama individual, como si hubiera sido perfectamente diseñada para cuando ellos llegarán, también tenía un armario donde sin ningún problema entraría la ropa de los tres hombres, así que dividieron el mueble en 3 partes, los cajones serían para Miguel, la parte de los ganchos para Héctor y los estantes para Marco, así que los tres se dispusieron a guardar sus artículos y prendas en sus respectivos lugares, hasta que Miguel encontró un cuaderno dentro de un cajón.

Entonces leyó e intento traducir con el extraño nivel de inglés que tenía...

"Cómo enamorarse de una Jamaica"

Ah chinga... La Jamaica era una flor ¿No es así?, no pos eso sí estaba bien extraño, ¿Cómo diablos te vas a enamorar de una planta? El tipo que escribió esto debio de tener serios problemas. Luego Marco se acercó llamando sin querer la atención de Miguelito, quien tenía aún la libreta en sus manos.

— Oye, wey —llamo el moreno a su mejor amigo— mira esta libreta, habla sobre amor con plantas.

— ah caray, ¿Amor con plantas? ¿Cómo está eso? — eso definitivamente había llamado su atención, así que se acercó a Miguel y leyó— aquí no dice nada de plantas.

— Si, mira, aquí dice: J-A-M-A-I-C-A

— Estás pendejo, ahí no dice Jamaica, dice Hamada —le regaño Marco.

Hubo un pequeño silencio entre los dos hasta que decidieron leer el contenido de aquel misterioso cuaderno, el cual había sido escrito por un tal Tadashi y que curiosamente tenía el mismo apellido que se leía en el título, así que pensaron que era el otro sobrino de la señorita Cass, lo más extraño de todo es que en esas hojas venían consejos sobre cómo enamorar al chino precioso que rondaba la mente de Miguel.

— te dejaron al chinito en bandeja de plata, Rivera.

Marco tenía razón, así Hiro se volvería pronto su novio, tal vez debía hacerle caso al tal Tadashi.


How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora