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Con el paso de los días se formaron más meses desde que los mexicanos llegaron a San Fransokyo, cuatro meses para ser más exactos, Miguel se enamoraba cada vez más de Hiro, Hiro comenzaba a sentir cosas hacia el mexicano, pero Marco también sentía amor por el asiático, se sentía culpable porque el creía que no era algo justo hacerle eso a Rivera, su mejor amigo.

Todas estas emociones le hicieron concluir que lo mejor siempre sería ocultar sus sentimientos hacia el japonés, al menos hasta que consiguiera desaparecerlos de su ser, mientras menos pareciera que estaba enamorado mejor para el, porque Miguel no tenía que enterarse de lo que sentía.

Viernes por la mañana, los dos chicos que habían compartido un beso la noche anterior no se dirigían ni una sola palabra por vergüenza, principalmente el chico mitad americano, pues el moreno sonreía cada vez que lo veía pasar por los pasillos con la intención de volver menos incómoda la situación, pero a cada intento Hiro se alejaba rápidamente con un sonrojo, así que eso le dió una idea a Miguel, si su chinito se iba a avergonzar pues que lo hiciera bien, le iba a decir todo lo que sentía. Lo haría.

— ¡Tía Cass! —grito Hiro— ¡Viene Tadashi!

El menor de los Hamada bajaba las escaleras rápidamente mientras repetía una y otra vez la frase anterior, regresaría su hermano luego de que estuviera cinco años en el extranjero por un proyecto personal, oh dios, Hiro extrañaba tanto a su hermano, así que el que estuviera de regreso lo hacía demasiado feliz, bueno, feliz era poco.

— ¡¿Qué?! —respondío igual de emocionada la señorita Cass— ¿Lo dices en serio, cariño?

— claro que sí tía

— ¿A qué hora llega? Cerraremos temprano el café, hay que ir a recogerlo al aeropuerto y... — fue interrumpida por su sobrino.

— no lo sé, no quiso decirme a qué hora llegaría, dijo que el llegaría al café, que no descuidamos el local por el.

Héctor escucho eso, uff, al fin habría alguien que calmara al afeminado de Hiro para que dejara de alborotar a sus chamacos, oh si, iba a tener todo a su favor, ¡eso Héctor!

[...]

"Consejo #7

Los Hamada solemos ser muy protectores con nuestra familia, es lo único que tenemos, así que solemos tener diferentes conductas (conductas infantiles en su mayoría) con las personas con las que nos sentimos amenazados, hacemos cualquier cosa con tal de ver bien a nuestros familiares.

Nota: esto aplica más para mi, cuidado con intentar lastimar a mi bebé.

- Tadashi"

[...]

Miguel se encontraba en su cama con su guitarra tocando acordes lentamente en busca de memorizar rápido cada una de ellas, tenía que aprenderse de pi a pa aquella canción, esa melodía era la que le iba a presentar a chapitas para confesarle su enamoramiento, y poco a poco se alistaba para aquella confesión. Preparo un regalo, que eligió con ayuda de Marco, los envolvió minuciosamente dentro de una caja roja, pues este color es el favorito de Hiro según sus primeras investigaciones, además de eso preparo su mejor traje de mariachi y lo dejo todo en cima de su cama para presentar la sorpresa en cuanto llegará.

La señorita Cass les dejaba a los mexicanos un tiempo entre sus turnos para buscar oportunidades de cumplir su sueño, como ellos lo tenían planeado desde que llegaron a San Fransokyo, tocan en los lugares más concurridos canciones compuestas entre Miguel y su tío Héctor, y producidas por Marco, canciones de diferentes géneros para agrandar sus oportunidades.

Cuando regresaron Miguel subió rápidamente para ducharse, se vistió y se preparó. Marco lo veía desde la parte de arriba de la litera, notaba la emoción de su amigo por lo que planeaba hacer hoy y sentía culpabilidad, pero las personas no deciden de quién enamorarse...

— Gracias por ayudarme a componer está canción Marco, en serio fue un lindo detalle De La Cruz — agradeció el moreno.

— No agradezcas, eso hacen los amigos ¿No?

"Necesitaba expresar lo que siento, Miguel, lo siento" pensó Marco.

— Eres el mejor, wey.

— Suerte, cabrón.

Bajó (afortunadamente) cuando no había tantos comensales en la cafetería, busco a Hiro con la mirada y luego de encontrarlo corrió hacia el para tomar sus manos, lo llevo a un lugar más apartado luego de avisarle a la señorita Cass a dónde se llevaría a su "niño" genio. Caminaron un poco hasta llegar a ese lugar, el cual era cerca del almacén que tenía la cafetería, Miguel acomodo todo, luego sacó su guitarra.

La melodía tan especial que había hecho solamente para el chico más especial que había conocido estaba comenzando a sonar, Miguel estaba seguro de que aquel asiático le estaba haciendo sentir todo lo que nunca nadie le había hecho sentir antes, ni si quiera su primer amor, porque Hiro era más perfecto de lo que el mismo asiático decía y ya no podía seguir ocultando sus sentimientos por el.

Miguel estaba concentrado en hacer la mejor presentación de su vida para el chico de ojos rasgados, pero moría de nervios; simplemente el ver la mirada fija del contrario sobre el le hacía temblar las piernas, pero lo que más le preocupaba era aquella cara de confusión que mostraba el mitad japonés. Cuando terminó la canción Miguel colocó la guitarra en su espalda y tomo las manos de el mayor, le dió todos aquellos regalos que había preparado antes y después de unos segundos de mirarse a los ojos se atrevieron a hablar.

— M-Miguel, ¿Qué está pasando? — pregunto Hiro.

— Hiro... Yo tengo algo importante que decirte

— Y... ¿Qué es? — volvió a cuestionar el asiático con gran curiosidad.

El silencio volvió a hacerse presente por unos segundos, luego Miguel habló.

— Chapitas — el moreno se acercó un poco más al pelinegro, acarició la mejilla del contrario y lo dijo— me gustas un chingo... Creo que me enamoré de ti, porque no paso ni un solo segundo sin pensar en ti.

El silencio regreso tan rápido como se había ido, pero la verdad es que se estaba tornando incómodo porque ninguno de los dos tenía palabras para el otro, Hiro no sabía que decir, estaba aturdido por aquella confesión tan linda y Miguel solamente esperaba ansioso por la respuesta del chico que le gustaba. La situación seguía así por varios segundos hasta que fueron interrumpidos.

— ¿Hiro? — llamo el mayor de ambos.

— Dashi...


How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora