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¿Habían notado lo difícil que es sonreír después de llorar? Miguel pocas veces en su vida había experimentado esa sensación de no poder aguantar una sonrisa sin soltar una lágrima después o en el intento, pero esta vez fue algo definitivo, el mexicano no podía ni hacer una mueca de intento de sonrisa, en esta ocasión estaba triste de verdad. Su mejor amigo, Marco De La Cruz, nunca en su vida, desde que lo conocía lo había visto de esa manera, siempre estaba con un Rivera alegré y positivo... El de ahora estaba deprimido y con ojos de sapo por lo hinchados que quedaron luego de llorar, oh si, se me había olvidado, han pasado cuatro días desde que Hiro lo rechazó.

Obviamente, el mexicano no había dejado sus deberes en la residencia Hamada, no no no, el era un hombre de palabra y sobre todo, nunca se rajaba, así que con todo el dolor del mundo se aguantaba las ganas de llorar por su Chinito, pero eso no quería decir que no estuviera sufriendo.

Al fin había llegado su hermoso día de descanso para los mexicanos, así que lo aprovecharon para buscar oportunidades fuera de la cafetería, tocando en los mismos lugares de siempre y agregando paradas cercanas a disqueras, productoras y empresas de entretenimiento, capaz y los encuentra un caza talentos; sin embargo, Miguel insistía en cantar canciones de desamor, así que Marco cansado de todo eso decidió hablar con su amigo.

- Ya estuvo bueno, Miguelito -dijo el de ojos miel- no me gusta verte así, todo agüitado, me desespera.

- voy a aventarme del Elektra, Marco.

- deja de decir pendejadas... Además, aquí no hay Elektras - dijo De la Cruz pensando un poco en sus palabras- lo que tú necesitas no es aventarte de una tienda, tu necesitas salir y divertirte.

- ¿Salir? ¿A dónde? - preguntó Miguel.

- pues... ¡Ah, ya se! - exclamó Marco- ¿recuerdas a GoGo y a Kyle? Los amigos de los Hamada, si bien me acuerdo, nos habían invitado a salir.

- ahora creo que es buena idea...

- Y parece que le gustas a GoGo, creo que es tu tipo, chinita, inteligente, chaparrita y malhumorada* - comentó con burla De La Cruz.

[...]

"Consejo # 9

Los Hamada somos orgullosos por naturaleza, muchas veces hasta más de lo que es necesario, por ello es dicifil para nosotros disculparnos por nuestros errores aún cuando ya sabemos que los hemos cometido, pero si en algún momento pasa algo, solamente tengo paciencia, es algo importante.

—Tadashi"

[...]

Miguel, luego de meditar un poco las palabras de De La Cruz después de regresar a su ahora hogar, llegó a la conclusión de que todo lo que habían hecho tenía demasiada razón, le dió una respuesta afirmativa a su amigo sobre su idea de salir y distraerse, después fue a ducharse y arreglarse, desde que había llegado a San Fransokyo, Marco y el no habían salido a divertirse a ningún lugar como lo hacían en México así que no parecía una mala idea tratar de retornar esa costumbre.

Ahora veamos la perspectiva de Hiro, el seguía bastante preocupado por como se sentía el moreno, quería disculparse pero no sabía cómo acercarse a él mexicano, siempre que lo intentaba se ponía nervioso y terminaba perdiendo su oportunidad, luego se regañaba a el mismo por no hacerlo cuando debía. Estaba decidido a hacerlo en esta ocasión, sin importar que pasará, no iba a dejar pasar un momento más, se encontraba parado frente a la puerta de los Rivera respirando profundamente para tranquilizar sus nervios y cuando por fin lo logró la puerta de la habitación ya estaba abierta cuando menos lo notó.

— ¿Hiro? — Preguntó Héctor— hola, ¿necesitas algo?

— am... Yo, este, bueno, lo que pasa es... —Hiro estaba más nervioso que antes— ¿M-Miguel está en la habitación?

La pregunta desconcertó a el mayor de los mexicanos, el sobrino de la señorita Cass nunca se había interesado o preocupado por su chamaco.

— Acaba de salir con Marco — respondió Héctor

El asiático agradeció a Héctor y se fue a su habitación resignado, luego bajo a ayudar a su tía en el café, mientras veía como su hermano con la excusa de ayudarlo ligaba con el el mayor de los Rivera, eso curiosamente irritaba a Hiro, si su hermano podía o quería estar con Héctor, no le veía el problema con que el saliera con Miguel, ya no era un niño.

Pero Miguel estaba tardabto en llegar, la noche había llegado, el café había cerrado y Miguel todavía no llegaba, su hermano, su tía y el mexicano mayor se habían ido a dormir ya, el se quedó despierto esperando a el moreno, hasta que al dar la media noche al fin pudo ver a él chico rivera entrar por la puerta junto con su amigo. El japonés llamo a él latino en cuanto lo vio, pidiéndole algo de tiempo para hablar y al cual, Miguel acepto sin dudarlo, ambos esperaron a que Marco se retirará, luego Hiro se acercó a él del lunar.

Miguel... — Comenzó Hiro— hay algo que quiero decirte, bueno, en realidad son varias cosas, o eso creo, no lo sé...

— te escucho, Chinito — musitó Miguel

— Lo siento

— Esta bien, chapitas, lo entiendo, no puedo obligarte a que me correspondas — consoló Miguel al asiático, pues parecía que no está bien con esa situación.

Hiro no entendía como seguía llamándolo por esos lindos apodos luego de que lo había hecho llorar.

— Es qué no es eso, bueno... ¡Ahg! — exclamó desesperado Hiro por no saber cómo decirlo— Miguel, tu si... Tu si m-me gustas

How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora