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Miguel regresaba junto con Marco y Shannon al hotel en una camioneta proporcionada por el señor Williams, la cual era manejada por el actual manager de Los Rivera, Marco escuchaba música con los audífonos, la chica coreana de encontraba dormida abrazada a su novio, Miguel solo veía por la ventanilla todo lo que había afuera, pensando cada segundo que pasaba sobre todo lo que acababa de pasar con Hiro a pesar de estar con su prometida, pero ya no podía sacar de su mente a Hamada, porque luego de ese beso solamente deseaba volver a sentir más de él, volvió a necesitar al asiático como hace mucho tiempo no lo hacía, porque aunque quiera a Shannon ese sentimiento nunca pasaría de una amistad. Poco tardaron en llegar al hotel, Héctor se había perdido antes de que ellos salieran del auditorio, así que antes de salir de la camioneta Miguel le mando un mensaje diciendo que lo esperaban en el hotel, bajo de la camioneta, cuidando que Shannon no cayera al momento en que se desplegará de ella.

— Güerita — llamó Miguel— despierta, ya llegamos.

— No Canelita, sigo con sueño — Dijo la chica y alzó las manos en dirección al Méxicano— ¿Puedes cargarme hasta nuestra habitación? Por favor.

Miguel vio a la chica unos segundos analizandola, era alguien demasiado tierna e inocente para él, sería una mentira si dijera que no quería a Shannon pero no de la misma forma que ella lo hacía, así que volvía a sentirse culpable por no hacerlo, por haber cometido un gran error con aquella chica, por amar a alguien más que no era ella, por besar a Hiro, y por hacerle una promesa que solo por ser hombre de palabra estaba dispuesto a cumplir.

— Estás muy consentida, Güerita — respondió Miguel con una leve sonrisa, y luego la llevo en sus hombros de la misma manera en la que solía llevar a Hiro — vamos a la habitación.

Para ese momento la chica Williams ya no parecía tener tanto sueño, así que volvio a hablar.

— Canelita, estuve pensando en cómo será después de la boda — comenzó la Shannon— me gustaría una luna de miel en México, en tu lugar favorito de México.

— Es una idea genial, Shannon.

— Y también estuve pensando en nuestro futuro — comentó ella— quiero tener una hija, una niña llamada Sohee

Un silencio profundo se instaló entre los dos, Miguel se sentía atado mientras que su prometida estaba ilusionada con un futuro juntos, Rivera solo asintió y no dijo nada más, si ese era el futuro que le esperaba al menos quería estar preparado para lo que viniera aunque se arrepintiera después. Llegaron a la habitación luego de aquella charla, dejó a su prometida en la cama, luego decidió tomar una ducha.

El agua resbalaba por todo el cuerpo del mexicano, restregaba con sus manos fuertemente su rostro esperando volver a tomar control de sus instintos, de sus impulsos y de todo aquello que lo hacía querer correr hacia su chinito, volver a besarlo, abrazarlo y volver a hacerlo suyo como lo había hecho en Miaoki... Solo que no entendía que era todo aquello que le impedía hacerlo, no era Shannon, tampoco su familia, o su carrera, simplemente no sabía que era eso que lo detenía cuando pensaba en el, no supo que lo detuvo cuando tuvo a Hiro frente a el por primera vez en tres años.

Cuando terminó su ducha, se vistió, luego reviso que su prometida se encontrara profundamente dormida, luego de verificarlo se acercó a la ventana, tomó algo de tequila y se dispuso a tratar de olvidar.

Solo quería sacar a Hiro de su cabeza.

Al día siguiente día Héctor llegó a la habitación de Miguelito y lo despertó a mazapanazos, el Rivera mayor estaba enojado... Bueno, enojado era poco, el mayor de los Rivera estaba bien encabronado por todo lo que su sobrino estaba haciendo, así que en cuanto se despertó lo jaló de la oreja como lo haría mamá Elena para llevarselo a la habitación donde el mayor estaría, un lugar en el que no hubiera pájaros en el alambre para poder hablar tranquilamente.

How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora