Epílogo

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Santa Cecilia, 15 de agosto, aún es verano.

Toda la familia Rivera estaba vuelta un caos completo, entre decoraciones y comida y arreglos, nadie de ese lugar podía tener un simple respiro, todo tenía que salir bien, perfecto, de acuerdo a lo planeado, después de todo, finalmente era la boda de uno de los más pequeños de la familia.

- Rosita, ven a echarnos una ayudita, mi'ja - pidió mamá Elena.

- si mamá Elena, ya voy - dijo Rosita.

Cuando Miguel y Hiro fueron a conocer a la familia del mexicano fue... un tanto desastroso, la matriarca de la familia casi llena de chanclazos al asiático por haber hecho llorar a su pequeño terroncito de azúcar, claro que al inicio el chico Hamada se asustó por completo, aunque claro que todos evitaron que se concluyera semejante castigo, fuera de eso, todos estaban completamente encantados con el mitad japonés, desde Coquito hasta mamá Elena, estaban fascinados con el buen partido que su Miguelito había conseguido.

Así que cuando les anunciaron que se comprometerian mamá Elena no aceptó un no por respuesta a la propuesta de dejarle hacer la comida para la boda, así que no pudieron negarse, e incluso la mujer mayor fue muy considerada con el gusto de los invitados extranjeros, ya que ambos chicos habían decidido hacer su boda en Santa Cecilia, como un plus, Cassandra Hamada se ofreció a ayudar con el banquete con el fin de aprender más recetas mexicanas. Los siguientes en ofrecerse con algo fueron Rosita y Abel, su prima le dijo que tocaría con el violín la marcha nupcial en el registro civil, Abel le dijo que el se encargaría de todo el arreglo floral, mientras que los padres de Miguel dijeron que se encargarían de hacer unos zapatos muy especiales para que usaran ese día, y la última pero no menos importante, fue su pequeña hermana, quien pidió que la dejaran ser la niña que arrojaba pétalos, según sus propias palabras.

Así que luego de tanto organizar, finalmente era el día, y era por eso que todos los Rivera estaban vueltos locos, principalmente Miguel.

— ¿quieres quedarte quieto? No me dejas atarte a corbata — le dijo Marco, quien ya había empezado a perder la paciencia, el Rivera menor se movía tanto que era difícil hacer el nudo de su corbata — ahora entiendo porque Héctor no me quiso ayudar

— lo siento, Marco — dio un suspiro y se detuvo — es solo que estoy demasiado emocionado... y nervioso, y ansioso... creo que quiero vomitar.

— no es tiempo de que guacarees, no puedes llegar todo basqueado a la boda, wey — le dijo, finalmente logró atar la corbata y al terminar tomó a su mejor amigo por los hombros, mirándolo a los ojos para darle seguridad — escúchame, todo va a salir bien, irás allá, le prometeras amor eterno a Hiro, y el a ti, y serás el hombre más feliz del mundo el día de hoy

Una sonrisa se formó en el rostro de Miguel, seguido de un abrazo entre ambos mexicanos.

— gracias por todo Marco...

— no te me pongas sentimental que me vas a hacer chillar — le dijo divertido — y no quiero andar con ojos de sapo toda la fiesta.

Ambos rieron y Miguel sintió todo su cuerpo tranquilizarse.

Por su parte Hiro ya se había terminado de arreglar con ayuda de las chicas, así que estaba sentado frente a su hermano, usando un hermoso traje blanco corte Slim con algunos pequeños detalles negros, como el moño o el pañuelo. Tadashi lo veía como si fuera lo más precioso del mundo.

— ojalá papá y mamá estuvieran aquí... — murmuró Hiro.

— están siempre en nuestros corazones... y si estuvieran aquí, estoy seguro de que adorarian a Miguel por hacerte tan feliz

— estoy seguro de que si... — dijo feliz, aunque algo melancólico, aunque luego recordó algo — hablando de Miguel... Hace poco, cuando nos mudamos encontré entre una de sus cajas que tenían libros, una libreta con tu nombre.

— ¿con mi nombre? — preguntó Tadashi — ¿y qué tenía?

— consejos para conquistarme, no puedo creer que los hayas hecho sabelotodo — dijo divertido el mitad asiático, tadashi también soltó una carcajada.

— bueno, los escribí antes de irme al extranjero, tenías solo catorce, me dio miedo que te fueras a quedar solo si yo no estaba — respondió, acercó más su silla y siguió con la charla — pero ahora veo que no fue así.

Un silencio cómodo se formó entre ambos, algo que decía y demostraba todo el amor de hermanos entre los dos hombres Hamada, algo que solo ellos entendían a su manera.

— me pregunto por qué tenía la libreta — dijo Hiro, levantándose y yendo hacia el espejo—

— la olvidé en casa, quizás le encontró.

— ¿crees que la haya usado?

— no creo que tu casi esposo haya sido tan tonto como para seguir los consejos que escribí para tu yo de catorce años — una nueva risa se escuchó en el lugar—

— tienes razón, Tadashi.

El mayor de los Hamada se acercó a su hermanito y dio un beso en su frente, era hora de la ceremonia, debían apresurarse.

— ya creciste pequeño nerd — le dijo — vamos bebé, que tengo que entregarte a Miguel.

La marcha nupcial empezó a sonar exactamente a las tres de la tarde, en un pequeño jardín acoplado perfectamente para la ceremonia, todos habían girado a ver al novio, y Miguel lo esperaba en el altar. Estaba hermoso, demasiado, mucho más de lo que podía describir con solo palabras, Hiro era en ese momento la descripción de belleza.

Una vez Tadashi le entregó la mano de Hiro, ambos estuvieron en el altar y finalmente era el comienzo de una vida juntos. El último consejo de la libreta se cumplía.

[...]

"Consejo #20

Si llegaste hasta aquí es porque finalmente leíste todos los consejos, o porque realmente conseguiste que mi hermano se enamorara.

Así que lo único que me queda por decir ahora es...

Una vez que tienes el corazón de un Hamada, en especial el de Hiro, nunca lo dejes ir.

- Tadashi"

[...]



How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora