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Las vacaciones de verano habían llegado para los estudiantes y algunos trabajadores que solían recurrir al café por las mañanas si gustaban desayunar o por las tardes si necesitaban relajarse así que el café tenía menos clientes que de costumbre ya que sea por poco o mucho tiempo la gente de despedía de su rutina diaria para descansar, por ello era más fácil atender a los comensales sin necesidad de tanto personal, esta vez solo Héctor y Tadashi atendían las mesas mientras que la señorita Cass y Marco se encontraban en la cocina.

Miguel se encontraba en el pequeño almacen de la cafetería junto con Hiro, la señorita Cass le había pedido al Rivera más joven si podía solucionar el problema que estaba teniendo el apagador de aquella habitación, Hiro lo hubiera hecho rápido y sin dificultades pero sinceramente no quería hacerlo porque era demasiado flojo para siquiera intentarlo, así que dejó que su novio se encargará. El asiático comenzaba a recordar la charla que habían tenido antes de dirigirse al almacén con las herramientas necesarias, su pareja le había dicho que resolvería el problema rápido porque según él los mexicanos eran todologos pues podían hacer varias cosas sin ser expertos en ellas, que era muy bueno en su taller de electricidad en la secundaria y lo mucho que odiaba aquel uniforme gris con suéter verde, y por último le dijo que si algo pasaba mal tenía como última opción usar cinta... porque la cinta arregla todo según Miguel... Y muchos mexicanos.

[...]

"Consejo #13

Hay algo que debes saber de nosotros, Hiro suele sentirse solitario en algunas ocasiones a pesar de tenernos a nosotros, incluso yo también suelo sentirme así...

Nuestros padres fallecieron cuando Hiro tenía tres años y no ha Sido fácil para tía Cass criarnos. Bueno, mi punto es que no dejes solo a Hiro, nunca.

Apoyarlo cuando lo necesite.

- Tadashi"

[...]

El verano había hecho cambios en los habitantes de la recidencia Hamada, principalmente con respecto a la vestimenta, la señorita Cass comenzaba a usar más faldas o vestidos, Marco usaba bermudas y camisetas de tirantes, Héctor simplemente usaba ropa de colores más claros, Miguel dejó de usar su sudadera roja favorita solo porque hacía demasiado calor para vestirla y en cambio usa guayaberas o camisetas de tirantes, Hiro usa siempre su sudadera, solamente sujeta con una pequeña coleta su cabello que tapa un poco la zona del cuello. Pero grácias a que ocurrieron estos cambios el Hamada menor había descubierto varias cosas sobre su pareja que por la sudadera roja que usaba casi a diario no había notado antes, por ejemplo, el tatuaje en su brazo.

— Miguel, no había notado que tenías un tatuaje —comentó Hiro — es... Interesante, ¿Significa algo?

— ah ¿Mi tatuaje? en realidad no, me  hice este tatuaje porque perdí una apuesta con Marco —dijo Miguel— pero con el tiempo le di un significado.

— ¿Entonces cuál es su significado? —cuestionó Hamada

— Es una calavera de azúcar hecha solo con tinta negra, a mi hermana le encantan, así que de esa forma puedo recordarla aunque ella siga en México — respondió Miguel con nostalgia y vio la cara un poco afligida de Hiro, no quería ver esa carita de nuevo, Hiro merecía solo tener momentos felices— Tuve suerte de que Marco no hubiera decidido escoger el diseño del tatuaje, sino no se que tendría tatuado, mamá Elena me hubiera madreado, wey.

Entonces fue ahí cuando Miguel reaccionó... ¡Verga, le había dicho wey a su novio!

Miguel ya estaba esperando el chingadaso de Hiro por haberle dicho wey, pero por alguna razón nunca le llegó ese golpe, en vez de eso fue un abrazo lo que recibió. Hamada entendía a la perfección lo que era necesitar de tu hermano pero estar tan lejos como para consolarse cuando era necesario.

El pelinegro se separó del latino pocos segundos después y este tomó cuidadosamente su rostro para besarlo con cariño cómo lo hacía siempre. Se miraron los ojos con ese brillo especial que solo los enamorados poseen en su mirada creando un vínculo demasiado especial y perdiéndose en su propio mundo donde solos estaban ellos dos.

Cass rompió el mágico momento para averiguar si ya no había problemas con el apagador y aunque ninguno de los dos jóvenes se habían dado cuenta de si ya estaba resuelto cuando la mayor apretó el botón ya todo funciona bien, Miguel ya lo había reparado.

— Bien, chicos, hablemos sobre el viaje — dijo la señorita Cass en cuanto cerraron el café— hay menos clientes y tenemos más oportunidad de hacerlo ahora.

— Kyle me dejó la información que el Chef Kang le envío, señorita Cass —comentó Marco, pues era cierto que además de aquella información había entablado ya conversación con el hijo del famoso chef.

— ¿Qué hay de la fecha? ¿Podemos elegir el siguiente fin de semana? —cuestiono Héctor— en unos días tendremos el concurso de talentos.

Todos habían estado hablando de aquel viaje que harían dentro de poco, incluso Hiro, pero Miguel estaba en su propio mundo, un mundo donde lo más importante era su novio y miraba perdidamente cada uno de los gestos de su pareja, su perfecta risa que hacía lucir aquellos bellos dientes blancos y un poco separados, o cuando sus ojitos brillaban  al sonreír, su novio, Hiro Hamada, era la persona más bella que Miguel había visto en su vida y nadie podría hacerlo cambiar de opinión.




How To Fall In Love With A Hamada (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora