Capítulo Especial Sousuke III

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Makoto preparó su maleta de forma ordenada y detallada. Tenía una lista mental que iba repasando en voz alta mientras lo organizaba todo. Sin embargo, y supuse que por mi presencia, iba como un rayo, raudo y veloz de un lado para otro. Quiere acabar pronto. No hizo falta que anteriormente me dijese que quería aprovechar el tiempo antes de irse. Sus actos siempre me dicen todo lo que él no puede. Y es hermoso que sea así y es más hermoso que se sienta así de ansioso por mí.

Si comprendiera qué feliz me hace tan solo observarle o la fuerza que me transmite con sólo su sonrisa... Su armonía hace que siempre quiera acapararlo un poco más y quizá esa sea la razón por la que pierdo el juicio.

Uh... ¿cómo dormiré a su lado de nuevo?  Verle dormir es muy placentero. Quiero observar sus largas pestañas, ver cómo sueña, cómo se aferra a mí y sonríe. Y al percibir todo eso, siento el pequeño miedo de perderle mezclado con la satisfacción de que está a mi lado.

Pero en mi cabeza punzaba la pequeña aguja que me recordaba que Makoto, fuera de nuestro acuerdo, sólo es mi amigo. Estuve ilusionado por que conociera a papá, pero una palabra lo arruinó todo. Amigo.

No es que pensara contarle que es mi sumiso o algo así. Es sólo que quería decir que era más que mi amigo. Pero ¿cómo hacerlo? Eso es lo que somos. O ese, al menos, es nuestro acuerdo.

Palabras. Estaba claro que ninguno tratábamos al otro como un simple amigo. Ni siquiera como un amigo con el cual tienes sexo.

Aún así, no pude decirle nada a papá. Era la realidad y no podía cambiarla.

Makoto vistió su mejor sonrisa. Falsa pero ese detalle pasó desapercibido para mí padre. ¿Qué me había perdido? ¿Estaba también preocupado? Y sin embargo, se está esforzando por mantenerse como siempre. Ellos parecían haber congeniado así que acabamos pasando la tarde con él y además, gracias a Makoto, conseguí decirle mi plan navideño. Mi padre había tenido que cargar con años de pésimas navidades y yo ni siquiera pude verlo sin que Makoto abriera mis ojos de sopetón. Indudablemente, él es la luz de mis días.

El idiota de Rin tenía razón, me había enamorado perdidamente.

Era tan fácil de querer a Makoto que casi resultaba increíble. Estoy seguro que no soy el único que ha perdido el sentido por él, su naturalidad y su sonrisa. Es un ángel. Quién diga lo contrario es porque no lo ha visto con sus propios ojos. Ha entrado en mi vida de forma sencilla y ha dado bendición a cada lugar de mi corazón. Desde luego, no se siente como la otra vez. Era doloroso querer en aquel entonces. Era oscuro y tenebroso. Y cada vez más angustioso.

Fruncí el ceño ante mis propios pensamientos y pude escuchar la voz de Rin en mi cabeza, gritándome que eso no fue amor, que yo era un crío y sólo tenía un capricho. No me habría importado morir en aquel momento si esa persona me lo hubiera pedido. ¿Eso no fue amor? ¿No es el sacrificio la prueba de amor más grande?

No, no, no. ¡¿Qué coño estoy pensando?! ¡Esto no es Romeo y Julieta. Sólo tenía 12 años por supuesto que me dejé manipular.

Agarré mi teléfono con las manos sudorosas ante mis horribles recuerdos y avisé a Makoto de que saldría al balcón para realizar una rápida llamada.

Tras unos pocos tonos respondió de inmediato.

¿Sousuke?

Nao.— vale, no era la persona con quien más ansiaba hablar después de que hiciera sentir mal a Makoto, pero era el más indicado. Seguía siendo mi psicólogo personal, él único que había conseguido algún avance conmigo.

Anastasia, Éstas Son Las Verdaderas Sombras [Free!] [SouMako] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora