Capítulo 47

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Nos habíamos sumido en una tranquilidad que sólo era interrumpida por los pesados fotógrafos de prensa que me seguían hasta casa o irrumpían en mitad de nuestras citas y los días en que Sousuke debía más tiempo a su trabajo. Estaba intentando quedarse con aquel edificio en Nueva York como fuera posible y eso, además de ocupar su tiempo, le retrasaba con algunos asuntos de la editorial. Sin embargo, tras llamadas, asociaciones, negocios y documentos por doquier, lo hizo. Para final de mes el edificio era suyo.

El cansancio había hecho mella en él, por supuesto. Las ojeras coronaba sus pómulos y desdibujaban el color intenso del turquesa de sus iris. Sin embargo, no pude quejarme de la barba incipiente, de cómo, en unos días más dejada creció instantáneamente. Pude verle afeitarse esa mañana al poco de comenzar un fresco febrero. Normalmente no lo hacía cuando yo estaba con él pero ya era un tanto notoria y, sobretodo, pinchaba. Y no pude poner pegas a eso ya quedé embobado. ¿Cómo era que algo tan rutinario le hiciera ver tan viril? Mientras describía su mandíbula con la maquinilla y despeja a la zona de espuma, a mi se me caía la baba. Quería echarme del baño para acicalarse íntimamente, no obstante no era mucho el impedimento así que me quedé allí observándole las gotas caer se su pelo mojado y la espuma desaparecer para enseñarme su recta quijada. Pero eran también varias las veces que los ojos de Sousuke buscaban a los míos en el espejo. Porque cuando yo estaba con él toda su atención era mía. Y aprovechaba eso para que él olvidase todo lo demás.

Aún así no podíamos evitar hablar sobre trabajo a veces y sobre todo, porque iríamos juntos a Nueva York. Ya estaba todo planeado. Mamá, papá y mis hermanos ya estaban enterados y Nao me animó, profesionalmente hablando, claro. Sousuke estaba mirando un par de lugares para irnos a vivir juntos que un principio rechacé. Eran excesivamente caros y no podría pagarle la mitad del alquiler ni aún dándole todo mi sueldo de un año. Echó a reír de inmediato. No iba a permitirme pagarle nada. Propuse irme a un piso diferente del suyo pero se negó rotundamente. Así, concluimos que yo solventaría el resto de los gastos como comida o electricidad. En definitiva, lo dejé en sus manos mientras pudiera encontrar un buen lugar en el que vivir y siempre contando con que Seda vendría con nosotros.

Todo estaba perfecto. Todo marchaba bien. Y uno de esos días en los que Sousuke pasaría horas muertas en su despacho me había levantado temprano para prepararle un almuerzo. Le llamé en la noche para avisarle y aunque me dijo que no me molestara en hacerlo, en su voz se escuchaba la misma ilusión de cuando por primera vez hice lo mismo por él. Y si sabía que le haría feliz y además me aseguraba de que comería en condiciones, no podía hacerme rechazar esa propuesta.

Cuando llegó la hora del almuerzo, subí con Rin hasta la última planta. El debía hablar con él y firmar unos documentos que Sousuke poseía. Parecía un poco más animado después de lo que ocurrió con Haru y no pude evitar preguntarme si sería por el chico rubio.

Por los pasillos, nuestra charla y mi ensimismamiento fueron interrumpidas por mujer alta y esbelta. Ambos la escaneamos en silencio. Su pelo era color chocolate y ondulaba glamurosamente al caminar. Su piel y su mirada frías cruzaron por nuestro lado sin apenas percibirnos. Acabábamos de ser dos fantasmas atravesados por ella. El vestido añil de satén destacaba todas sus curvas y no daba lugar a la imaginación. Sin duda era hermosa, pero no era mi tipo. Rin volvió su cuello con el ceño fruncido pude ver en su rostro cómo se preguntaba quién era.

Un grito ensordecedor nos sacó de aquella ilusión femenina.

Mi corazón quiso salirse de mi pecho.

Inmediatamente después y sin tiempo de atar información nuestros pies apenas rozaran el pasillo.

¿Ese había sido Sousuke?

No quería creerlo, no había podido ser mi fiero tiburón.

Rin abrió con fuerza la robusta entrada dejándome frío con lo que aguardaba en mitad de la moqueta. Mi vida se detuvo por un segundo que se hizo eterno.

Anastasia, Éstas Son Las Verdaderas Sombras [Free!] [SouMako] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora