Suelto un suspiro de resignación.
En este momento me encuentro en la cafetería del colegio. Sola. A plena mañana. ¿Ya dije que estoy sola? ¿Si? Bueno da igual, lo volveré a repetir. Estoy sola.
¿Y por qué estoy sola? Porque no recordaba que ahora habría pausa estudiantil ¡Genial! Notese mi sarcasmo por favor.
Cuando me di cuenta de que no habría clases mis padres ya se habían ido, así que me ha tocado esperar a que me vengan a traer hasta el mediodía. El problema es que me aburro. No tengo teléfono, ni libros en físico ¡No tengo nada!
Dejo caer mi cabeza en la mesa que estoy sentada y suelto una exclamación por el dolor.
-¿A qué horas dijiste que vendrían a traerte? -pregunta la profesora Marian.
Levanto la cabeza y la veo junto la mesa. Con su típico overol azul que utiliza para las clases de arte. Me encantan las clases de ella, es muy creativa y apasionada por lo que hace, a pesar de que no puedo dibujar, pintar, esculpir, hacer manualidades o cualquier cosa que tenga que ver con arte me divierto mucho con ella.
-A la hora que normalmente salimos. A las doce. ¿Qué pensaba?
Contesto de una manera brusca y en respuesta ella me lanza una mirada que mataría a cualquiera y prefiero volver a dejar caer mi cabeza en la mesa aunque me duela.
-Ven. Hagamos algo divertido. Todos los demás profesores se fueron, así que tenemos el colegio para nosotras solas. ¿Qué te parece hacer del colegio algo divertido?
-¡Yupi! -digo desganada sin levantar mi cabeza.
-Vamos. No seas aguafiestas. Alegrate de que la reunión que los profesores hacen ya acabó y este colegio está demasiado solo para no aprovecharlo.
Muevo un poco mi cabeza a modo que pueda verla pero sin despegarla de la mesa. Se ve animada y con una gran sonrisa.
Eso es lo que me agrada de ella. Su actitud. A ella nunca se le ve triste o decaída, siempre lleva en su rostro una brillante sonrisa y de alguna forma me contagia su alegría.
-¿Pero qué voy a usar? -digo pasados ya unos segundos.
Levanto mi cabeza y me enderezo mostrandole que llevo mi uniforme y no un overol como ella.
-Eso se soluciona -me guiña un ojo.
Sale prácticamente corriendo al salón de arte. ¿Qué se le ocurrió ahora a esa señora? Niego con la cabeza imaginando sus ideas, solo espero no se lastime o se golpeé por sus locas ideas.
Y hablando de golpes recuerdo que tengo muchos en mi rostro y nudillos, aunque ya no se noten tanto como ayer gracias a las pomadas que conseguí, siempre me duelen un poco. Mi nariz aún sigue con su vendaje. El doctor dijo que me lo podría quitar hasta dentro de dos semanas.
Pero aún así, con todo y golpes no me arrepiento de lo que hice. Ella se lo merecía, por buscarle tres patas al gato.
¿Cómo es que existen hombres que le son infieles a sus esposas? Se supone que por esa razón es que existe el noviazgo, para conocerce antes del matrimonio y no cometer los errores que últimamente todo hombre hace. Y el mayor de ellos es la infidelidad.
Suelto un suspiro de cansancio. ¿Cuándo los hombres entenderán? ¿Y cuando las mujeres dejarán de buscar a hombres casados? ¡Por Dios! Habiendo tantos peces en el agua, eligen a los que ya han sido escogidos por otras personas.
¿Será esa una de las razones por las que hay tantos problemas en la sociedad? ¿Por la infidelidad?
Aunque hablando seriamente las mujeres prefieren mil veces lo incorrecto antes de lo correcto, al igual que los hombres. ¿Qué es lo que pasa por sus cabezas? ¿Acaso no son felices con las familias que tienen y buscan formar otra para dejarla triste luego, al igual que a la primera?
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El asistente de mi padre
Ficção AdolescenteElla siempre tenía mala suerte en todo lo que ocurría. Apenas empezaba a vivir su adolescencia y ya tenía desilusiones, tanto amorosas como familiares. Pero algo cambiará su vida y le permitirá conocer algo que no solo se basa en problemas, desilusi...