28. "Recordando"

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–¡¿Emborrachaste a mi hija?! –ruge mi padre agarrando a Nathan por el cuello de la camisa.

–Técnicamente, no. Eran somníferos, no alcohol –contesta ahogadamente.

–¡No me corrijas! –gruñe.

–¡Papá! ¡Lo vas a matar! –le grito.

–¿Qué crees que estoy tratando de hacer? ¡Pero no se muere el muy maldito! –casi le escupe en la cara. Pobre, Nathan.

–¡Papá! ¡No lo lastimes! ¡Yo lo quiero! –afloja ligeramente su agarre.

–¿Tú qué? –pregunta sorprendido.

–Yo... lo quiero, me gusta mucho –le veo directo a los ojos y él también a mí. Mi padre interfiere poniéndose en medio de nosotros.

Hace como media hora nos enfrascamos en una discusión con mis padres, y Nathan y yo teníamos las de perder.

Él les explicó todo, obviando que yo no tenía mi sujetador y usaba su camiseta, e incluso yo me di cuenta de como terminé de esa forma sin recordarlo. Resulta que Nathan había puesto sin querer una pequeña dosis de un somnífero, nótese mi sarcasmo, que él utiliza para dormir en el jugo y cuando lo bebí hizo efecto casi inmediatamente, estaba moribunda.

Mi padre terminó de escuchar toda la historia con su respiración agitada y su mirada clavada en el pobre chico. Al concluir Nathan, mi padre se levanto de su silla y se acercó peligrosamente a Nathan.

Al ver que una pelea se avecinaba, mi madre fue a la sala y se llevó a Melody a su habitación para que no escuchara o viera algo que no tenía que saber.

–¡Tú no sabes nada de querer a alguien! –me grita mi padre soltando a Nathan para poder enfrentarme.

–¡¿Y tú sí?! ¡¿O debo recordarte como engañaste a mi madre por una vieja de pacotilla?! –enfurezco y le grito lo primero que se me ocurre.

Siento mi mejilla arder y lágrimas brotan de mis ojos al instante. Me vuelvo a verlo y sus ojos destellan remordimiento.

–Qué maduro, padre. Pegarle a una chica porque algo que Tú hiciste te duele y no lo soportas, es muy maduro –gimo.

–Keitlyn... yo... –no lo dejo terminar.

–¡Vete con Lesly! ¡¿Qué importamos nosotras?! ¿O no? ¡¿Nosotras somos pura m...?! –empiezo a maldecir pero Nathan me detiene.

–Tranquila –dice calmandome con una mano en mi espalda y la otra en mis manos–. Respira hondo y sueltalo.

Me echo a llorar en su hombro al darme cuenta que no he superado lo que mi padre nos ha hecho y que esto no tiene que ver solo con lo que hicimos Nathan y yo ayer, sino también mi rencor hacia las acciones de mi padre.

–Ya pasará, desahogate. Llora lo que quieras, aquí estaré siempre –me consuela Nathan y yo solo puedo llorar más y más.

–Keitlyn... –mi padre se acerca a nosotros pero Nathan lo detiene.

–Estará bien, solo... deje que se tranquilice un poco. No creo que sea buena idea que toque temas tan delicados en estas circunstancias. No le hará bien a ella –le aconseja.

Nathan es tan bueno. A pesar de que mi padre le haya hecho todo eso, él siempre le sigue ayudado. ¿Cómo puede haber un corazón tan puro y que lo dañen tanto?

–Claro que no. Tú no sabes lo que es mejor para mi hija –se queja mi padre.

–Yo lo sé y lo he vivido. Creame, no quiere perderla –susurra.

El asistente de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora