25. "Amoríos"

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Sábado.

Bendito sábado.

Sé que las clases de verano no son tan pesadas como las normales pero para alguien como yo, si lo son.

–Hija, las chicas están aquí –llama mi madre desde el piso inferior.

–Enseguida bajo –digo terminando de ordenar mis cosas.

Algo más por lo que amo los sábados es que puedo salir con mis amigas y más ahora que mamá me da libertad. Habíamos quedado que nos encontraríamos en el parque pero decidimos que mejor pasaran a recogerme antes, porque primero iríamos a comer algo y debíamos ponernos de acuerdo, así que mejor pasaron recogiéndome.

Bajo rápidamente y me plantó justo frente a mi madre, me despido de ella prometiendo volver temprano y salgo de casa con las chicas. Al final decidimos ir al lugar de siempre, y cruzamos media ciudad hasta dar con nuestro local favorito antes de ir al parque; The bookstore.

–No puedo creer que tengamos la suerte de contar con un lugar así –exclama Beth emocionada–. Combina mis dos cosas favoritas, el café y los libros.

–Y no olvides los postres –agrega Tiffany.

–Y las hermosas fotografías –agrega Sasha.

–Y los chicos guapos –todas se vuelven a verme–. ¿Qué? No pueden negarlo, es cierto. Miren el que está allá, junto al mostrador. ¡Oh Dios mío! ¡Está leyendo Orgullo y Prejuicio! ¿No dijiste que estaba agotado? –me dirijo a Beth.

–Así me dijeron –dice Beth sin poder apartar la vista del libro, ¿A quién engaño? Está viendo al chico.

–Hablale –incita Sasha.

–¿Qué? ¿Por qué? –pregunta apartando la vista del chico.

–¿Estás hablando en serio? ¡No puedes apartar la mirada de él! ¡Ve a hablarle! ¿O quieres terminar sin tu Darcy? –le trato de convencer.

–No estoy segura –dice torciendo sus labios.

–Lo siento, Beth. Pero es por tu bien –dice Sasha.

–¿Por mi bien? ¿Qué estás planeando hacer? ¿Sasha? –indaga asustada Beth.

–¡Hey tú! ¡Chico que está leyendo Orgullo y Prejuicio! ¡Aquí! –grita Sasha y nos obliga a escondernos detrás de los estantes de los libros, excepto por Beth.

Logro ver por un orificio que el chico guapo invita a Beth a que se siente con él y ella lo hace a regañadientes, pero luego de unos minutos está disfrutando tanto como imagino la plática con el chico.

Pasan los minutos y decidimos salir de nuestro escondite y buscar algún libro que nos llame la atención, más en mi caso no encuentro ninguno pues ya me los he leído todos o al menos la mayoría.

Escucho el tintinear de la campana de la puerta del local y me vuelvo hacia allí para ver que el chico guapo se ha ido y una Beth con una cara algo extraña se acerca a nosotras.

–Las odio –dice entre dientes pero segundos después sus labios se curvan en una sonrisa–. Sin embargo, no está del todo perdido gracias a su alocada idea. Me dio su número y me regaló su libro, dijo que ya lo había leído muchas veces, y aunque es su libro favorito me regalaría.

–¿Cómo se llama? –pregunto inmediatamente.

–Eh, yo...

–No me digas que hablaste como media hora con él y no le preguntase su nombre –dice divertida Tiffany.

El asistente de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora