7. "Día de novedadades"

572 25 3
                                    

–¡Federico! –le reprende Nathan molesto–. ¿Qué te dije sobre decirle así a... –No termina su oración al darse cuenta de que me encuentro observandolos.

¿Por qué no termino su pregunta? ¿No quiere que escuche? ¿Y por qué no puede decirme así? ¿Quién es él para negarle eso? Aunque igual no me gusta que me digan así pero no tiene derecho a decirle eso a él.

–¿Y por qué no puede decirme así? –le pregunto a Nathan, el cual se sorprendió de mi pregunta. A su lado Federico me brindo una cara pícara– Y tú tampoco me digas así –dije refiriendome a Federico.

Me levanto del suelo molesta y me encamino a una habitación donde había comida. Estoy muerta de hambre.

–¡Keit! –escucho que gritan corriendo detrás de mí– Keit. ¿A dónde vas? –dice Nathan al lado mío.

Suspiro.

–¿Puedo preguntarte algo? –le pregunto.

–No contestaste mi pregunta –ruedo los ojos.

–Contestame. ¿Te puedo preguntar?

–Ok. ¿Qué me quieres preguntar?

–¿Por qué tan derepente me empezaste a tratar bien?

–¿A qué te refieres? Siempre te he tratado bien –arqueo una ceja–. Bueno, talvez no siempre pero no era tanto así tratarte mal.

–¿Seguro? –le digo tomando una fruta de la mesa de aperitivos.

–Si, claro que si –afirma seguro, tomando un postre.

¡Ay! Ojalá mi madre me dejará comer eso. Se me hace agua la boca pero no puedo porque "debo comer saludable"

–Entonces ¿Por qué me dijiste niñata el día en que nos conocimos?

–Porque no te conocía, ni sabía como eras.

–¡Ja! Aún no me conoces, ni sabes como soy en verdad.

–¿Cuánto apostamos? –dice cuando estamos ya cerca de una mesa.

–Vale. ¿Cuántos años tengo?

–15 años.

–¿Dónde estudio?

–En un colegio.

Lo fulmino con la mirada. ¿Es tonto o se hace?

–El nombre del colegio.

–Eso si no lo se –me golpeo la frente–. ¡Auch! Eso debió doler.

Levanto la vista hasta sus ojos y frunzo el ceño. ¿Habla en serio? ¿No qué me conocía bien?

–Olvidalo. En fin, lo que hablábamos antes. ¿Por qué hiciste eso el día que fuimos a mi casa?

–Estabas viendo mi trasero ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué te dijera "¿Verdad que tengo un lindo trasero? Lo se, es un gran atributo"?

–No, claro que no debías decir eso. Pero tampoco debías decir lo que dijiste –me inclino en la silla y cruzo los brazos.

–¿Y qué te dije? –pregunta de manera divertida.

–No creas que lo repetiré –digo bufando.

–Dilo ¿O eres gallina? –hace el sonido de una gallina.

Ruedo los ojos y acepto rindiendome.

–Bien, primero dijiste que sabias que eres atractivo pero que no debía babear por eso y que dejará de mirarte el trasero, claro lo último lo dijiste de una forma indirecta –digo apartando la mirada.

El asistente de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora