–¿Así que le gustas? –preguntó una de las chicas detrás de la pantalla.
–Eso parece, o al menos eso me dijo él –confieso.
–¿Qué les dije yo? Ahora me deben 10 dólares –menciona Sasha feliz.
–Ni creas que te los vamos a dar, no apostamos nada, así que no molestes –le contesta Beth.
–Además, Keitlyn no ha dicho que va a ser novia de Nathan ¿Cierto? –pregunta Tiffany.
Es viernes por la tarde y me encuentro hablando por vídeo llamada con las chicas, porque toda la semana han estado ocupadas y hoy no podían salir de la casa porque tienen que estudiar o algo así. Les conté lo que paso el lunes en la madrugada y se pusieron como locas a dar opiniones, a gritar emocionadas, a sacar conclusiones y otras cosas que prefiero olvidar. Por suerte, Nathan no ha venido de nuevo en la noche como si fuera el conde Drácula.
–Cierto –aclaro–. Y de todas formas no tiene caso, no me gusta y no tengo ganas de entrar en una relación amorosa ahora que logré olvidarme del tonto de su primo.
–Ahora lo llama tonto, pero ¿Cómo lo llamaba antes, Sasha? –pregunta Beth.
–El guapo de Jake, el príncipe encantador, mi futuro esposo, el padre de mis hijos, el... –la interrumpo.
–Bien, ya entendí. Antes lo llamaba de todas esas formas y más aún pero ahora ya no. Era inútil, él tenía novia, nunca me iba a ver como algo más que una amiga y yo estaba ciega –me encojo de hombros.
–Fue tu primer amor, tendría sentido que pensaras así de él. Pero teniendo en cuenta que tenía novia, tienes razón, estabas ciega –acepta Tiffany.
–Oigan, así como Jake dejo a Keit en la friendzone, también Keit dejo en la friendzone al pobre de Nathan –informa Beth como si nadie se hubiera dado cuenta, aunque yo no lo había hecho.
–Tienes razón, que triste. La historia se repite –responde Sasha melancólica.
Un maullido hace que mi atención se aleje de la computadora frente a mí y mi vista vaya a parar a la puerta de mi habitación. En el marco de la puerta se encuentra Melody cargando a Darches y a la vez escuchando nuestra conversación.
–¿Qué paso Melody? –y con eso consigo callar al grupo de loras en mi computadora.
–¿Puedes cuidar a Darches? Es que quiero ir con mamá a comprar al supermercado hoy y ya se va –me hace ojitos de cachorro.
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El asistente de mi padre
Teen FictionElla siempre tenía mala suerte en todo lo que ocurría. Apenas empezaba a vivir su adolescencia y ya tenía desilusiones, tanto amorosas como familiares. Pero algo cambiará su vida y le permitirá conocer algo que no solo se basa en problemas, desilusi...