Entro al vestidor a ponerme mi top para esta sesión. Es un jeans blanco junto a una camisa manga tres cuartos de color celeste y con rayas verticales, y unos converse hasta el tobillo.
El cabello lo llevo suelto y totalmente liso, me lo han planchado antes de entrar al vestidor. De maquillaje algo simple, solo llevo rubor y labial rosa claro.
Al salir del vestidor puedo notar que ni mi madre, ni Marie están en la habitación. Seguro que están ya organizando todo para la sesión.
Me acerco al espejo y me veo en el. Bueno, según parece esas dietas y ejercicio están funcionando, claro además de que la faja me ayuda mientras tanto. ¿Qué tema le habran puesto a esta sesión? Porque este vestuario yo lo usaria cualquier día, sería algo casual.
–¡Keitlyn! –me llama mi madre desde el otro lado de la puerta de la habitación–. ¡Ya es hora!
–¡Ya voy! –contesto.
Me doy una última mirada en el espejo y salgo tranquilamente de la habitación para dirigirme al set de modelaje. Allí ya se encuentran Nathan, mi madre, Sebastian y Federico. Ahora ya no son tan obvios los dos chicos adolescentes al verme, eso de alguna forma me calma.
–Listo chicos, tomen sus posiciones –nos dice Sebastian ya con su cámara en manos.
Nathan y yo tomamos nuestros puestos para la fotografía. Cada pose que mi madre dice que hagamos la hacemos sin renegar.
En la última pose que mi madre nos indica yo debo ponerme frente a Nathan, pero dando la espalda a la cámara, cuando hago la pose mi madre detiene todo y me jala del brazo hacía los vestidores lo más rápido que puede.
–¡Madre! ¡¿Qué pasa?! –digo en el camino a los vestidores.
Cuando entramos al mío, mi madre se gira a mí preocupada y con los ojos muy abiertos.
–¿Te duele el vientre? –me dice sin cambiar su postura.
Frunzo el ceño.
–Eh... No –contesto confundida.
–¿Llevas la cuenta de tu periodo? –me pregunta aún más alarmada.
–Si, pero se me ha retrasado. Tendría que haberme bajado hace una semana ¿Por qué? –pregunto aún sin comprender.
–¿Por qué? ¡Por qué justo ahora que llevas un pantalón blanco te sucedió eso! –abro mucho los ojos ante ese comentario.
Entro en pánico. No ando nada con que cambiame o cubrirme ¿Ahora cómo rayos voy a seguir modelando? ¡Qué mala suerte tengo!
–¿Cómo se me ocurre no traer alguna toalla, aún sabiendo que tenía retraso y en cualquier momento podía ocurrir? –me pregunto yo misma.
–Tranquila. Yo tengo una en mi bolso, ya vuelvo –sale muy apresurada a traer la toalla.
¡Oh por Dios! Justo ahora, no podía ser ayer o mañana, sino que justo ahora y con este pantalón, solo espero que nadie más se haya dado cuenta porque sino me muero de vergüenza.
No puede pasarme otra cosa peor de lo que ya me está sucediendo. Primero, mi padre. Todos los días me lanza una mirada amenazante para que no cuente su "pequeño" secreto con Lesly, pero cada vez siento más y más que debo decirlo a alguien porque poco a poco está destruyendome por dentro.
Segundo, mis amigas. Ayer y ahora las vi en clases y receso pero ninguna tuvo el valor de acercarse a mí, ni tampoco yo tuve el valor de hacerlo, solo nos vimos por unoa segundos y seguiamos caminando. En receso me sente sola, en el pasillo que conduce a mi salón de clases, todo el recreo pase pensando en lo que había ocurrido entre nosotras cuatro y que yo tenía la culpa de nuestra pelea, ya que Sasha no tenía la culpa de haber llamado a su hermano para que le llevara su tarea, yo fui la que me moleste con ella por nada, todo por culpa de mi temperamento.
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El asistente de mi padre
Teen FictionElla siempre tenía mala suerte en todo lo que ocurría. Apenas empezaba a vivir su adolescencia y ya tenía desilusiones, tanto amorosas como familiares. Pero algo cambiará su vida y le permitirá conocer algo que no solo se basa en problemas, desilusi...