29. "Sentencia"

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¿Cómo puede alguien tan lindo ser un monstruo a la vez?

-¡Estate quieto! -me quejo.

-¿No qué era sencillo? -se burla Nathan.

-Callate y ayudame -digo entre dientes.

Se acerca y toma al pequeño entre sus brazos.

-Eres un diablillo, ¿no es así? Te gusta hacer enojar a esa chica mala, ¿verdad, bebé? -el tonto bebé se ríe cuando él le habla.

Entorno los ojos.

-Ese niño me odia -me cruzo de brazos y me dirijo al lavaplatos para terminar la labor de Nathan.

-No es tan malo, ¿Verdad, Neil? -le hace cosquillas al niño en sus brazos.

-Ingleses consentidos. Todos son iguales -murmuro llenando de agua los trastos.

-¿Quieres ir con tu mami? -pregunta Nathan.

-Yo no soy su mami -siseo-. Es un monstruo con aspecto de ángel, con razón es familia tuya.

Hace tres días exactamente mis padres hablaron seriamente con nosotros y llegamos al acuerdo de que podríamos ser novios Nathan y yo con la condición de que empezarían nuestras responsabilidades como adultos (y sí, también obligaron a Nathan a que lo hiciera conmigo) ya que si queremos mantener un noviazgo es porque ya podemos mantenernos y bla bla bla. Esas cosas de adultos.

Entonces una prima del tío de Nathan, pues su tío le comento nuestra situación, ofreció su casa como lugar de "entrenamiento" y que además le serviría a ella porque no tenía quién le pudiera cuidar a su hijo; claro está que nos iba a pagar pero eso es lo de menos. Así que todos ganábamos, según ella.

Adiós horas en mi teléfono y adiós tiempo libre para leer. Hola bebé apestoso y limpieza diaria. Nuestro horario era los fines de semana todo el día y de lunes a viernes solo en la tarde, por mis estudios y el trabajo de Nathan, que por cierto mi padre le concedió trabajar medio turno para cumplir nuestras responsabilidades. Igual no había problema, ya que las mañanas de lunes a viernes la señora Burns, la madre del pequeño diablo, descansaba.

-Vamos, Keit. Mira sus ojitos -me volví a ver los hermosos ojos verdes del pequeño, los cuáles eran iguales a los de su padre quién por casi tres meses no estaría en el país por asuntos del trabajo-. ¿No son preciosos?

-Si, pero eso no quita que sea un demonio -me dirijo de nuevo al lavaplatos y termino de lavar y secar cada uno de los utensilios-. Dime, ¿ya sacaste la basura?

-Noup -arrulla al bebé en sus brazos-. Pero ya ordené los juguetes de Neil y ese es un gran avance.

-Te pesa el cuerpo hasta para levantar una hoja -niego con la cabeza y saco las bolsas de basura a la entrada para luego volver a entrar a la casa-. ¿Y sí te llevas a dormir a ese demonio para que me ayudes a terminar y así no tengamos que hacer nada más?

Me mira pícaramente sin dejar de arullar al pequeño y yo le doy una sonrisa inocente.

-Lo siento, Keit. Neil no tiene intenciones de dormir -se acerca sin soltar al niño-. Pero aún así nos podemos divertir después -me guiña un ojo y yo me ruborizo-. Que mente tan sucia tienes -se ríe y yo me doy vuelta para empezar a hacer la comida del bebé.

Saco un poco de papas y zanahorias, les quito la cáscara y las lavo bien para luego ponerlas a hervir en una olla con agua y sal.

-Ma-ma -me doy la vuelta al oír la voz del pequeño-. Ma-ma.

-Aws. No puedo seguir molesta contigo, eres tan tierno -me acerco a Nathan pues aún mantiene en sus brazos a Neil y le aprieto los cachetes regordetes al pequeño.

El asistente de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora