–¿Cuánto tiempo queda para que debamos irnos? –pregunta Nathan.
–Si que eres impaciente. Falta una hora, es la 1:30 P.M. y cuando falte media hora nos empezaremos a alistar –le informo.
–¿Falta tanto tiempo? –se queja–. Para ser domingo y casi nunca sentir que el día pasa éste va demasiado lento.
–Fingiré que te entendí e iré a traer el puré de Neil para que coma un poco antes de salir –le dije saliendo de la sala de estar en dirección a la cocina.
Abro la puerta de la refrigeradora y saco el plato de puré del pequeño para luego llevarlo con Neil.
–¿Como es que ese niño come más en unas horas que yo en un día? No es justo.
–Callate. Al menos deberías agradecer que eres delgado por no comer mucho.
Empiezo a darle de comer a Neil.
–¿Celos o reclamos? –eleva una ceja pícaramente.
–Celos –le doy una sonrisa de boca cerrada.
–No tienes nada que celar. A mí me gusta como es tú cuerpo –me detengo en seco y mis mejillas empiezan a tomar color–. Y mucho.
–Eh... –carraspeo–. ¿Podrías ir a buscar algo de ropa para que Neil use hoy? Porque seguro costará decidir como vestirlo.
–¿No dijiste que nos empezaríamos a cambiar cuando faltase media hora? –sonríe pícaramente.
–Si... Pero dije buscarla, nunca que lo cambiaras.
Le termino de dar el puré y llevo el plato al lavavajillas para dejarlo limpio y seco, sin embargo cuando lo estoy ubicando en el depósito del lavavajillas Nathan me toma por la cintura y me hace dar media vuelta y me quita el plato para ponerlo en la encimera.
Empieza a besar mi cuello y yo me estremezco mientras empiezo a respirar pesadamente–. Tu cuerpo es hermoso –sus besos húmedos van subiendo hasta mi barbilla–. Tu rostro es bellísimo, no hay rostro como el tuyo –pasa rosando mis labios en dirección a mi oreja donde empieza a mordisquearla y yo hecho a perder el momento soltando carcajadas.
–Me haces cosquillas... –justo cuando termino de hablar Nathan me besa en los labios.
Es un beso intenso pero corto–. No arruines el momento –vuelve a darme un casto beso–. Eres tan hermosa, tanto físicamente como por dentro. No debes compararte nunca con otras chicas, tu cuerpo es espléndido, tu rostro es perfecto, tus sentimientos son preciosos y toda tú eres maravillosa. Eres perfecta tal y como eres –me besa la punta de la nariz–. Voy a ir a buscar la ropa de Neil. Relajate un poco.
Y se va. Dejándome pasmada, con miles de mariposas revoloteando dentro de mí. Suelto un suspiro y salgo de mi ensoñación para dirigirme a dejar el plato dónde corresponde.
(...)
Si piensas salir con tu novio y su sobrino, te daré dos consejos.
1. Nunca olvides traer comida para el bebé.
2. Nunca, pero nunca de los nuncas, los dejes solos.–¡Neil! –grito corriendo detrás de la carriola en la que Neil se encuentra descendiendo colina abajo a una gran velocidad sin nadie que lo pare–. ¡Nathan, corre! ¡Le puede pasar cualquier cosa a Neil!
Nathan corre lo más que puede pero no lo alcanza. La colina es demasiado inclinada así que Nathan cae de bruces en el suelo al tratar de alcanzar la carriola.
–¡Nathan! –trato de acercarme.
–¡Ve por Neil! ¡Yo estoy bien, vete! –grita tratando de ponerse de pie para seguir corriendo tras el bebé.
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El asistente de mi padre
Novela JuvenilElla siempre tenía mala suerte en todo lo que ocurría. Apenas empezaba a vivir su adolescencia y ya tenía desilusiones, tanto amorosas como familiares. Pero algo cambiará su vida y le permitirá conocer algo que no solo se basa en problemas, desilusi...