Las mentiras nunca serán buenas no importando el tamaño que consideren que es. Pueden llamarle una mentira blanca pero al final te perjudicará en todo lo que has planeado.
Y las verdades... Pues las verdades no siempre son buenas tampoco, aunque sean reales te pueden llegar a destruir poco a poco.
Mentiras o verdades siempre habrá algo que saldrá mal y nos dañará. Pero la pregunta es ¿Prefieres perjudicar tu vida por una mentira o destruirte por verdades?
Esa incógnita lleva rondando mi cabeza por tres días seguidos y aún no he logrado darle respuesta. Nathan me mintió y seguro le perjudicará la vida pero ¿Y si me hubiera dicho la verdad? ¿Me habría destruido? ¿Si me dice el porque me mintió me destruira y a él le destruirá también?
¡Dios! ¡Llevo conociendo al chico a penas hace seis meses y medio! ¡Eso no es nada! ¡Me odiaba cuando me conoció! ¿Y ahora así de la nada le gusto? ¡Ridiculo! ¡Totalmente ridiculo!
–Keitlyn ¿Nos vamos?
Mi madre me saca de mis pensamientos y me hace girar la cabeza para mirarla en el marco de la puerta de mi habitación.
–¿Debo ir? –reprocho.
–Si, debes. Hoy retomaremos las sesiones y sabes que eres mi mejor modelo –me guiña un ojo–. Además, no creo que quieras quedarte sola en casa de nuevo, sin nada que hacer.
Ingresa a la habitación acercándose a mi tocador y viéndose en el mismo el maquillaje. Lleva un vestido verde opaco y unos tacones del mismo color.
–Solo lo haces porque a mí no me pagas –reniego cruzándome de brazos.
–Puede ser, pero es de los pocos momentos en los que convivimos juntas ¿No te has dado cuenta de ello? –se vuelve a mí con los brazon en jarras.
–Sabes como chantajearme –digo levantándome de la cama y poniéndome algo de ropa.
–Lo sé –dice con una sonrisa de satisfacción–. Apresurate. Te espero abajo en menos de 10 minutos.
Y así se va de la habitación. Corro a escoger ropa para ponerme debido a que me encuentro en pijama porque tenía pensado no asistir. Elijo algo rápido y salgo corriendo hasta el auto de mi madre con todo lo que necesito en mi bolso.
–Ahora si, lista –digo segundos antes de que mi madre arranque el auto directo a la empresa o en mi caso a enfrentar a Nathan.
Todo el camino es silencioso. Mi madre está más callada más de lo normal y yo igual, pues estoy absorta en mis pensamientos acerca de todo lo que me ha dicho Nathan.
La empresa McGavern se empieza a distinguir a lo lejos y mi madre suelta un suspiro mientras conduce.
–¿Qué sucede mamá? –pregunto girando mi cabeza en su dirección.
–Eh... Yo... Mira, no es algo que pueda contarte ahora. Ya vamos a llegar a la empresa, no hay tiempo –se excusa.
Sé que no es verdad, solo está postergándolo para después. Aunque tiene razón sé que también es una excusa y por esa razón la miro mal porque ella también me mintió.
¿Por qué todos me mienten?
Llegamos a la empresa e inmediatamente me bajo del auto de mi madre.
Siempre que vengo aquí siento que la empresa es más y más grande, literalmente. Todas las paredes hechas de concreto que yacen al lado mío se vuelven gigantes cuando me detengo a verlas.
Entro a la empresa conocedora del camino que debo tomar hasta la sala de modelaje.
–El vestuario está en los vestidores –grita mi madre a lo lejos.
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El asistente de mi padre
Teen FictionElla siempre tenía mala suerte en todo lo que ocurría. Apenas empezaba a vivir su adolescencia y ya tenía desilusiones, tanto amorosas como familiares. Pero algo cambiará su vida y le permitirá conocer algo que no solo se basa en problemas, desilusi...