22. "Consuelo y confesiones"

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Un abrazo a veces es más necesario que un consejo. A veces lo único que quieres es desahogarte y sin que te estén juzgando por hacerlo.

Mi madre seguía junto a mí, acariciándo mi cabello y yo dando pequeños sollozos amortiguados por el pecho de mi madre. Se sentía bien el estar así junto a ella, sin gritos, peleas o algo que hiciera de nuestra convivencia se fuera a la borda.

–¿Ya estás mejor? –preguntó mi madre tras separarme de ella, debido que había dejado de sollozar.

–No –solloce–. Pero, ya es menos.

–¿Quieres hablar de lo que sucedió? –asiento ante su interrogante–. Vamos a sentarnos.

Nos acercamos a unas sillas que se encuentran en la habitación y nos sentamos. Empiezo a contarle todo con lujo de detalles a mi madre, al pasar de unos minutos informó que la sesión se cancelaba,  y luego de ello me siguió prestando atención.

Desahogue todo lo que sentía, solté una que otra lágrima pero me ayudó mucho. Le conté incluso sobre la visita de Nathan y lo que me dijo Jake pero no hizo ninguna interrupción, simplemente fruncio los labios y dejó que continuará hablando.

Ni siquiera sentí cuando ya faltaba una hora para que la empresa cerrara y justo en ese momento terminé de contarle mis problemas; ella al principio solo me abrazo y nos mantuvimos así durante varios minutos.

Luego se separó de mí, me regaló una dulce sonrisa y me contó algo que me ayudó mucho a no enfocarme solo en mi dolor.

–¿Sabes? No eres a la única que tu padre a estado engañando y lo sabes ¿Verdad? –la miré con comprensión al entender que también mi madre sabía lo de mi padre–. Yo descubrí que me engañaba el día en el que te fui a buscar una toalla. Estaba pasando por su oficina para avisarle que ya casi era hora de irnos a casa, iba a entrar pero vi la puerta entre cerrada y me pareció raro por lo que me asome a ver y lo descubrí besando a su secretaria –arrugo la nariz y el entrecejo–. Si, ella misma. Lesly. Después de ver eso fui directo al baño, por eso tardé en llegar a darte la toalla, entre al baño y me puse a llorar. Me dije que era una tonta por creer sus mentiras y a pesar de que discutíamos mucho, yo aún creía que me amaba porque yo si lo hago, aún después de hacerme eso lo amo. Cuando amas a una persona, no es fácil olvidarla; pero si en verdad la amas nunca la dejaras de amar a pesar de sus errores, creeme. En fin, volví al set, te di la toalla, nos fuimos y el resto es historia.

–Por eso te vi rojos los ojos ese día –ella asiente–. ¿Pero mi padre sabe que tú sabías de ese engaño?

–Si. Discuti con él esa misma noche –dice cansada.

–Oh vaya. Pero ahora él no sabe que yo sé que tu sabes de lo que él hizo –asiente.

–El punto es que ahora nosotras dos sabemos todo y como nos mintió tan descaradamente –responde triste.

–Y aún así lo sigues amando –asiente–. No deberías, un infiel siempre será infiel.

–Pero tú también le creíste ¿O no?

–Tienes tu punto.

–Ya no sé que hacer –toma su cabeza entre sus manos.

–Seguro esas chicas mintieron, en todo. Nunca se sabe lo que hacen para dañar y los chismes no siempre son ciertos.

–Puede ser. Ahora ¿Qué te parece si vamos a hablar con esos dos sapos, eh? –dice divertida a lo que yo río.

–Claro, no tengo nada que perder.

Nos encaminamos al set de modelaje donde encontramos a Nathan sentado en una de las sillas con los ojos cerrados. Le indico a mi madre que vaya con mi padre y que yo estaré bien, que hablaré con Nathan, y así se va directo a la oficina de mi padre.

El asistente de mi padre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora