CAPÍTULO VEINTISIETE PARTE TRES

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—¿Nada? —Pregunto molesto. Se supone que yo no debo llamar la atención, pero ella si puede irrumpir en una de sus bases—¿Qué hacías en una base? —De repente la respuesta me llega a mí mismo como balde de agua fría al recordar el dichoso viaje de Talía cuando estábamos en Nueva Jersey—. Claro, un pequeño viaje, nada importante ¿no?

—Era necesario.

—¿Necesario? —Gruño.

—No tenemos tiempo para esto —Grita Louren llamando nuestra atención.

Jalo mi cabello con ambas manos con fuerza casi arrancándolo.

—Quiero respuestas —Digo acercándome a ella apuntándole con mí dedo.

—Lamento interrumpir el momento, pero ¿no sería mejor primero salir de aquí?

Miro de reojo a la chica atrapada por la telequinesis y la pared.

—¿Podemos confiar en ella? —Digo a lo bajo.

—No tenemos otra opción.

El sonido de sus pies al tocar el suelo me basta para volver con María y los demás.

—¿Estás bien? —Le pregunto sujetándola de su rostro para poder ver con más detalle su frente. Solo es un leve golpe, nada grave.

—Si —Responde. Su vista pasa por sobre mi hombro—. Ella solo apareció, de la nada.

—Lo sé. Te sacare de aquí.

Me aparto de ella dejándola con Vee. Me acerco a Sam, solo con verlo puedo notar su nerviosismo; su frente tiene un ligero brillo por el sudor y su respiración es demasiado fuerte.

—Sam.

—Si —Dice en casi un grito dando un pequeño salto sin bajar el arma que apunta a puerta de entrada que aún sigue abierta.

—¿Qué tan bueno eres con el arma? —Pregunto en casi un susurro en su oído.

—N-no lo sé, nunca antes había intentado dispararle a un alienígena.

Ruedo los ojos por el comentario.

—Necesito que te calmes —Le digo bajando su arma haciendo que me mire.—. Sam escucha, quiero que mantengas esa arma cerca de ti.

—¿Qué?

—Esa chica —Digo mirándola de reojo—, no pude ni tocarla. Intente matarla, pero mis dedos se rompieron antes que la tan siquiera levantara mi mano —Digo levantando mi mano para que vea mis dedos índice y medio. Sobo mis dedos amargura al recordar a sensación de mis propios dedos rompiéndose, no fue telequinesis, ni siquiera un legado o poder sobre mí, solo se rompieron sin más como si yo mismo lo hubiera hecho.

—Pero yo.

—Solo —Le interrumpo—, mantente alerta.

Sam asiente con la cabeza.

—Ya perdimos mucho tiempo —Ordena Talía.

Me separo de Sam, todos no juntamos a un lado de la puerta agachados según el plan. Talía se agacha frente a nosotros y empieza a observar nuestros rostros y ropas. Talía junta sus manos dejando un espacio entre estas, de repente en medio de sus manos empieza a formarse una ligera luz de colores. De repente varias copias de nosotros empiezan a llenar el lugar. Hace mucho que no veía una de las ilusiones de Talía.

—No duraran mucho — confiesa—. lo siento, tu estas a tu suerte —Le dice a la nueva integrante del grupo.

—Me las arreglare. Pero no creo que duren esas copias, no contra los Trepas.

Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora