CAPITULO VEINTIDOS

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Abro lentamente mis ojos, lo primero que veo es un techo blanco de la sala, estoy en la casa. Me levanto con dificultad, siento que mi propio peso me arrastra de nuevo al sofá. Doy un gemido de dolor al sentir mi cabeza que está a punto de estallar, toco la parte superior de mi frente, tengo una gasa pegada y tres dedos de mi mano derecha están inmovilizados con una férula improvisada hecha de palitos de paleta y gasa. Me pongo en posición fetal mientras intento procesar lo sucedido, miro la mesa de centro frente a mi dónde veo mis auriculares. Realmente no me había dado cuenta que no los tenía. Me pongo los auriculares en lo que miro a mi alrededor. Talía no está. Me levanto del sofá, una sensación de mareo y dolor de cabeza se apoderan de mí. Camino hasta la sala de estar esperando encontrar a Talía, es difícil caminar con el mareo y el dolor por lo que me tengo que apoyar en los muebles y la pared. Me detengo en la puerta al ver a Sam hablando por teléfono.

—Sí, lo siento. Si yo tengo la camioneta. Está bien, adiós. También te quiero.

Sam cuelga el teléfono, su expresión pasa de una cansada a una asustada en cuanto me ve.

—Hola —Digo simplemente, podría forzar una sonrisa, pero no estoy del todo en mis sentidos en estos momentos como para tan siquiera intentarlo.

Sam no dice nada, solo me mira de pies a cabeza especialmente en mis pies. Bajo la mirada y es cuando me doy cuenta que tengo mis colas aun afuera, las muevo un poco para cubrirlas con mis piernas en lo que las guardo. Se forma un silencio totalmente incómodo ¿Cómo se supone que debós lidiar con esto? ¿Cómo le explicas a tu mejor amigo que eres una especie de alienígena que saca fuego de sus manos y tiene dos colas? El silencio solo hace el momento cada vez más molesto e incómodo.

Sam levanta su mano—Ella está allí — me dice señalando hacia la cocina.

Miro la puerta que da directo a la cocina. Solo asiento con la cabeza y entro a la cocina sin decir nada. Veo Talía sentada mientras observa su tasa de café, me paro frente a ella mientras me apoyo de una de las sillas del comedor. Talía mueve su boca sin emitir sonido, como si no supiera que decir.

—Hola —Dice finalmente, se levanta de su silla y se acerca al refrigerador—. Debes tener hambre —Dice sacando una caja de leche, se acerca a uno de los gabinetes de la cocina y saca la caja de cereal, me acerco a ella mientras me apoyo en el mesón— Louren ya se fue así que solo seremos los tres, le dije a Sam que podía.

Doy un golpe al mesón haciendo resonar toda la casa interrumpiéndola.

—¿Es cierto? —Pregunto intentado que mi voz no se quiebre—, Dos.

Ella guarda silencio hasta que finalmente responde —Sí.

Inhalo fuertemente intentando no verla. El dolor de cabeza se hace más fuerte obligándome a frotarme la cabeza con la mano.

—Sé que debí habértelo dicho.

—Si, debiste —La interrumpo levantando mi voz—¿O acaso lo olvidaste en todos estos años? Oh, oye Trevor te encontré en Rusia y también soy una Loucraniana —La miro a la cara, al instante me da una sensación de mareo y mi estómago se retuerce. Todo a mi alrededor pare como si se estuviera moviendo, menos Talía quien parece aferrarse al mesón. Probablemente me esté dando uno de mis ataques, pero no me importa—, oye Josh tú también tendrás legados igual que nosotros —El dolor y la sensación de que todo se mueve de lado a lado aumentan lo cual solo me hace estar aún más enojado—, oye Daniel soy la numero Dos uno de los elegidos para matarte SI CREO QUE DEBISTE DECIRMELO.

Me doy la vuelta y salgo por la puerta trasera de la casa, simplemente no quiero verla. Me detengo en medio del jardín, cierro los ojos en lo que inhalo dando un suspiro pesado, el mareo se detuvo, pero no el dolor de cabeza, me paso la mano por encima de mi labio superior limpiándome la sangre que sale de mi nariz. Claro porque no.

Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora