CAPITULO DIECIOCHO PARTE TRES

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Sam lo duda por un momento y asiente. Caminamos un poco por el bosque hasta alcanzar su bicicleta y de ahí hasta mi casa. La película concurrió normal. Sin hablar. Una vez termino la película hablamos un poco de la película. Después de eso solo hubo un silencio incómodo. Quería hablar con Sam. Sé que no puedo decirle la verdad, pero aun así no puedo iniciar una conversación no después de que me apuntara con un arma. Mentiría si dijera que no estoy por lo menos algo molesto con él.

—Entonces —Dice rompiendo el silencio—¿Son tuyos?

Miro a Obol y Shirunugue que están jugueteando a un lado junto al televisor.

—Si —Respondo cortante.

—¿Cómo se llaman?

él es Obol —Digo señalando el lobo gris de ojos azules—, y el Shirunugue—Digo señalando el zorro rojo de ojos rojos.

—Y ¿Por qué? —Señala a ambos.

—¿No son perros? —Termino su frase.

—Sí, quiero decir ¿es seguro tener un lobo y un zorro de mascota?

—Cuidan la casa —Respondo—. Además, no son mascotas Sam, son familia.

—¿Ya te había dicho que eres raro? —Pregunta con tono de broma.

—Lo dice el sujeto apunta a sus amigos con un arma —Respondo igualmente en broma.

Ambos reímos por los hechos de hoy. En definitiva, hoy fue un día de locos. Oigo la puerta principal abriéndose. Obol y Shirunugue no tardan en ir para allá para recibir a Talía.

—Perdón por la tardanza —Dice entrando a la cocina—, había algo que debía recoger y aproveche para comprar algunas cosas en el super —Se detiene en la puerta al ver quien está junto a mi—. Hola.

Saludo a Talía con la mano y le hago una seña con la mirada señalándole a Sam.

—Buenas tardes señora Oconer —Dice Sam levantándose y estirando su mano en saludo soy Sam, Sam Peters.

—¿Peters? —La cara de Talía pasa a ser de una de alegría a una de sorpresa, pero no de las buenas.

—Me encontré con Sam cuando Sali a caminar —Digo haciendo señas de "tenemos que hablar"—, así que lo invite a ver una película.

—Ah —Exclama—, y tu ¿quieres quedarte a cenar?

—Yo no

—Tenemos lasaña —Lo interrumpe.

Sam me mira como esperando mi apoyo, pero en esta situación no hay nada que yo pueda hacer.

Nos sentamos en la mesa mientras esperamos que se descongele la lasaña. Hay un silencio incomodo en la cocina opacado por el sonido del microondas. Sam me mira algo incomodo por la manera en la que ni siquiera tuvo oportunidad de negarse. Talía pone los tres platos en la mesa frente a nosotros. Tomo el mío y Sam también. Talía se sienta y mira a Sam sin disimulo.

—Sam ¿verdad?

Sam asiente.

—Daniel me ha hablado de ti. Creo que hable con tu madre, Laura —Veo como Sam intenta disimular su incomodes con una sonrisa—, pero no pude conocer a tu padre.

Sam se encoge de hombros. Pateo a Talía bajo la mesa y ella me lo devuelve, pero mas fuerte asiéndome sobar el golpe.

—El no —No termina su frase. Se muy bien acerca del padre de Sam. Bueno, no realmente. Jamás pudimos hablar de ello y al final quedamos con el trato de que yo no preguntaría de su padre y el no preguntaría por el mío.

—Oh —Dice Talía—, lo siento, yo no.

—Murió —La interrumpe Sam.

Me congelo en mi asiento. Siento como mi garganta se vuelve piedra. Veo como el tenedor tiembla y escondo la mano debajo de la mesa. Siento el frío apoderándose de mis dedos así que las caliento lo más que puedo con el calor de mis manos. No es suficiente. Siento el frío en mis costillas como si se fueran a quebrar en cualquier momento. Me estoy hiperventilando y mis ojos se están cristalizando. Doy un salto en mi asiento al sentir la mano de Talía en mi hombro. Miro a Talía. Intento calmarme respirando suavemente como me enseño Talía. Miro a Sam que me mira perplejo. Aparto la mirada. Me levanto de la silla y salgo de la cocina. Me siento en los dos escalones frente a la puerta principal. Frío.

Pasan algunos minutos (talvez horas) hasta que Sam cruza por la puerta probablemente para regresar a su casa antes que termine el turno de su madre. Me levanto y me acerco a él.

—¿Sueles irte cuando hay visita? —Bromea.

—Creo que si —Digo recordando cuando Louren vino de visita y termine encontrándome con Sam.

—En realidad no murió —Me dice—, encontraron su camioneta incendiada con un cuerpo dentro frente a la tienda de herramientas. No era su cuerpo, lo sé, el llevaba su computadora y una chaqueta marrón. Cuando encontraron su cuerpo ni siquiera llevaba la misma ropa —Sam da un suspiro algo pesado y quebrado—¿Qué hay del tuyo? —Me pregunta.

Miro a Sam a los ojos, sus ojos muestran una expresión de nostalgia con tristeza. Se a lo que se refiere; Ahora que se lo que paso con su padre quiere que le diga que paso con el mío, pero simplemente no puedo.

—No es tan fácil —Le digo.

Sam da un suspiro pesado —¿Puedo recuperar mi arma? — lo miro enarcando la ceja —. Es de mi padre.

Niego con la cabeza mirando al suelo. Se me escapa una risa. Saco el arma de Sam y se la entrego en la mano. Sam la revisa por lado y lado, como si estuviera asegurándose de que no tuviera ni un rasguño.

—¿Dónde está el cargador?

—Te lo devolveré mañana —Digo.

—Oh vamos, ya me disculpé.

—Mañana —Sentencio.

—Bien —Bufa.

Me despido de Sam chocando nuestros puños. Veo a Sam pedaleando hasta que lo pierdo de vista. Entro a la casa y Obol y Shirunugue me reciben con saltos y batiendo la cola. Entro a la sala y veo a Talía frente a las cinco pantallas.

—Sabias que existe una raza llamada Metragrod que vive en el centro de la tierra —Me dice al notarme.

Rio entre dientes mientras niego con la cabeza. Típico de Sam.

—Es un buen chico —Dice Talía sin mirarme—, mejor cuídalo, es un gran amigo.

—O talvez yo debería cuidarme de el —Bromeo. Ella no entiende el chiste así que niego con la cabeza—, nada.

NUEVO CAPITULO SUBIDO.
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Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora