Nostalgia

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Ella definitivamente no lo extraña.

Pidge tienes buenas razones para no hacerlo, en primer lugar, porque es un traidor que prometió volver sano y salvo a casa y lo primero que hace ese cabeza dura es arrojarse a una misión suicida con cero porcentaje de garantización de victoria. ¿En qué estaba pensando?, ¿que seguir sus impulsos, una mera corazonada, sería suficiente?. Pidge una vez más agradece que Lotor hubiera estado allí o quien sabría cómo podría haber terminado todo. Es un pensamiento que la asusta de vez en cuando. Por qué lo que pudo ser es siempre un miedo latente, ella sabe por Slav que está es solo una de las muchas realidades infinitas en donde todo puede suceder de cierta manera. Y cuando se entera lo que Keith estuvo a punto de hacer, hay un miedo presente de que algo no anda bien. Pidge se pregunta si es la repentina sensación de que algo malo pudo haber sucedido o la traición de una promesa vacía. Porque le había prometido llegar bien, le había prometido algo en lo que ella crecía todos los días de su vida como un pase de seguridad para saber que regresaría un día a casa. Él simplemente no podía echar eso por la borda y poner en juego su propia existencia por un presentimiento que nunca podría haberse comprobado de no ser porque Lotor hubiera actuado a tiempo antes de su inmediata estupidez.

Entonces, un día, ella hace esa pregunta que tanto teme. Encuentra a Slav en el puente, arreglando un par de cables de los paneles para asegurar un mayor rendimiento en el sistema y Shiro no quiere ni verlo porqué se aleja lo mayor posible de él. El genio excéntrico es a veces insoportable, sus preocupaciones día y noche pueden mantener a una despierto durante horas porque solo parlotea y parlotea de las muchas realidades que existen y que teme se hagan realidad. Los resultados de sus propias acciones, como siquiera tomar un camino diferente al usual, puede causar un gran impacto en un futuro incierto. Pidge lo tolera, por alguna razón, le agrada y ella no tiene problema alguna cuando Slav se enrosca a su alrededor, acción que disfruto porque su piel es afelpada y es casi como una bufanda suave de lana. No importa las muchas veces que Shiro le lanza de una mirada de no poder creerlo, lo ignora y decide pasar tiempo con el pequeño alíen porque quizás, entre genios se entienden y comprenden muy bien. Por lo que, ella sabe puede buscar seguridad en ese compañero improbable.

El alíen solo la miró un segundo cuando se acercó con pasos vacilantes y supo al instante que algo estába mal.

Su mirada, asustada, hace un fuerte contraste con esa segura que muestra casi todo el tiempo. Pidge Holt no suele asustarse por nada, es valiente y puede probarlo, pero ahora, se siente como una niña asustada que solo quiere refugiarse en los brazos de papá y obtener un incentivo que las cosas mejoraran.

-¿Puedo preguntarte algo?-comienza, un poco temblorosa, pero trata de ocultarlo, sentándose cerca del Teludav donde Allura suele estar la mayor del tiempo.

-Ya lo estás haciendo-contesta, como si no fuese obvio, manteniéndose concentrado en sus asuntos. Por alguna razón, no logra reparar los últimos daños.

Quizás si desactiva el sistema de bloqueo de seguridad de la nave por unos cuantos segundos, él pueda hacer algo para arreglarlo.

Pidge sonríe débilmente, Slav nunca suele ser muy perceptivo en cuanto las emociones de los demás. Es un genio, no un terapeuta y ella no puede pedirle mucho.

-¿Él vive...?-su voz apenas es un susurro temeroso, queriendo ocultar todo tipo de angustia que siente en ese momento.

Esta vez, Slav deja de concentrarse en su trabajo, porque sabe lo qué exactamente está preguntando y había un cincuenta por ciento de probabilidades que esa conversación pasará hoy. Suspira, pensando en lo mucho que quería evitar esta charla innecesaria, pero sabe que necesita, por lo menos, darle algún tipo de seguridad a esta niña y cómo se siente.

-¿Lo hace...?-vuelve a insistir, cuando no obtiene una respuesta.

-Cuando Keith Kogane decidió alejarse del equipo, lo hizo por un bien propio y común-comienza y Pidge frunce el ceño, ahogando una rabieta. Ella no quiere un sermón, ya tiene bastante con Shiro y sus sermones de padre para saber cuándo no quiere uno y cuando, quizás, lo necesita. Este no es uno de esos casos-. Quería averiguar las respuestas de su propio pasado y sabía que no lo lograría si se quedaba atrás. Son...-miro los cables en sus manos, uno verde y otro rojo-. Como lo más cercano a una familia para él. Tantos años solo lo dejaron demasiado perturbado y un ser completamente incapaz de poder relacionarse correctamente. Es...sigue siendo un niño muy asustado en el fondo.

Silencio.

Pidge no responde.

Pero su mano se ciña en un puño impotente.

Ella hubiera querido estar para él.

No quiere imaginarse lo que es sentirse verdaderamente solo.

-Y cuando por fin tuvo la sensación de encontrar personas que no lo abandonarían, supo que tenía que alejarse, porque quizás sabía que lo que más temía podría hacerse realidad-él la miró, un poco empatía con su dolor y lo que siente. Todos en esta guerra habían perdido algo que nunca podrían recuperar-. Él quiere protegerte tanto como a los demás y tomaría cualquier riesgo con tal que se mantuviera así. Prefiere mil veces sacrificarse con tal de asegurar que estés bien y a salvo. Incluso si eso significa mantenerse lejos de ti, lo hará-para ese entonces, las lágrimas que contenía con tanto esmero amenazaban con salir, temiendo lo que Slav pudiera ser verdad-. Y cuando lo del planeta Naxzela sucedió, él supo que tenía que escoger entre cumplir una promesa o hacer algo, lo que fuera, con tal de garantizar tu seguridad. Keith Kogane no dudó y antes que el príncipe Lotor pudiera llegar a tiempo...ya era demasiado tarde para hacer algo.

Pidge deja escapar un jadeo doloroso, hipando, sintiendo como las lágrimas se derramaban silenciomente. Las preguntas que se formulan en su mente son enormes, pero las hace desaparecer. Ella no quiere escuchar, no quiere saber que sus sospechas son ciertas y lo que más teme se ha hecho realidad.

Porque habían cientos de realices infinitas y sabe que no todas garantizaban la seguridad de ese miembro de equipo que tanto le importaba.

Pero Slav continúa, porque sabe que ella necesita esto de alguna manera. Ya no es una niña, incluso si hace todo lo posible para mantener esa dignidad y no derrumbarse frente a él, ya no es una niña. Él percibe las lágrimas que caen, ante esa mirada mortificada que mira la nada, porque sabe que algo se está rompiendo en ella que no puede reparar.

-Lo siento, Katie-dice, porque ambos saben lo significa y las consecuencias finales hacen eco en ella como una burla silenciosa, como un recordatorio de algo que perdió y no podrá recuperar.

En muchas de las realidades alternativas, hay una Katie está sufriendo por un regreso que nunca sucederá.


Entonces, pensé que había muchas realidades alternativas donde todo, absolutamente todo puede pasar y pensé que debía haber uno de Keith no regresa y muere allí mismo, en un intento de liberar a sus compañeros del planta de Naxzela.

Pensemos un segundo qué hay un Keith que nunca regresará a casa.

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