Promesas

1K 79 19
                                    


La camioneta se estacionó con un ruido sordo detrás de aquel estacionamiento completamente vacío, las ventanas rotas del establecimiento no le auguraban encontrar nada allí, posiblemente un daño hecho por las continuas revueltas antes de la devastación o la escasez de recursos. Pidge no lo sabía, hasta ese entonces, ignoraba qué tan problemática era la situación en otros estados, no estaba muy segura, porque la última vez, solo sabía que Phoenix era una ciudad perdida, ganándose un tachón más en su mapa. Los refugios seguros escaseaban con mayor frecuencia. El agua tomaba dos veces más su valor y la gente luchaba diariamente por ella. La comida comenzaba a escasear a cada vez más y más, la gente solo aceleraba el proceso y comenzó a preguntar si habría quizás un lugar seguro, donde nada pudiese hacerles daño.

-¿Estás bien?-preguntó una voz, ella ligeramente se crispó y salió de su ensimismamiento. Girando su cara para encontrarse con la mirada preocupada de su acompañante desde hace tres años. Él lucía preocupado por su bienestar, ella habría cometido la última estupidez y cargaban con el peso cada día de ello.

-Estoy bien, estoy bien...-aseguró, para proveerle que él no tuviera la mente liada en otra cosa. Se abrigó más a la capa de color arena, en un intento por buscar calor corporal. El clima de la nueva ciudad que habían hallado bajaba exponencialmente de temperatura.

-Ven-le tendió la mano, para que saliera del asiento del copiloto del viejo vehículo adquirido solo hace un tiempo. Ella la sujeto, su mano callosa rozando contra la suya herida, vendada con un vieja gasa descolorida con su propia sangre.

Le recordaba el incidente de hace semanas.

La razón porque sus compañeros de viaje se volvieron contra ella y amenazada con extinguir su vida por asegurar su propia seguridad.

Removiendo su cabeza de los recuerdos amargos, se bajo cuidadosamente del vehículo y bajo ante la fría intemperie.

-Deberíamos encontrar algo aquí-dijo Keith, mirando el vacío y abandonado supermercado-. Puede que luzca vacío, pero a veces la gente tiende a esconder raciones en lugares como estos para que la gente ya no busque. Shiro me dijo que solía hacerlo muy a menudo como un truco muy útil, estoy seguro que encontraremos comida en este lugar.

-¿No sería robar a otros sobrevivientes?-murmuró, antes, la idea de disminuir las posibilidades de sobrevivencia para otros forasteros a favor de la suya le hubiera parecido fatal, en contra de su moral.

Pero incluso ahora...

-No tenemos otra opción-aseveró el muchacho.

Pidge asintió, su mirada sin esperanza que aquello no cambiaria.

Keith no espero para una respuesta, se había acostumbrado a su silencio voluntario durante las semanas que aquello había comenzado como una noticia amarga, luego con esperanza y después con aceptación. Su encuentro incluso no fue el mejor, él casi la había golpeado con un bate que tenía a mano en otra tienda años atrás, confundiéndola con uno de los caminantes. Comenzó a preguntar si ella lo habría conocido de una manera diferente sino hubiese sucedido el accidente del brote del virus. Pidge incluso lo sabía o sospechaba antes que el mundo se enterara, pero entonces su padre le pidió que guardara silencio, ingenuamente pensando que su familia podría salvarse. Ella entendió que ahora, no podía contar con nadie más que ese muchacho a regañadientes, dos personas reunidas por una situación en la que necesitaban para sobrevivir a toda costa.

Pensó en los amigos que perdió y nunca regresarían, en la comida casera de mamá, en las enseñanzas de papá y la compañía fiel de su hermano.

Ella los extrañaba a todos, pero sabría que la sombra de un pasado mejor era ahora ya imposible de recuperar.

No podía más que encarar el futuro ella misma y sobrevivir.

-Kate-la voz de Keith la llamó nuevamente, una sonrisa en su labios mientras sostenía un saco de lona viejo-. Lo encontré, conservas para dos semanas y agua, no la suficiente, pero bastará por un tiempo-buscó algo en el saco, encontrando quizás algo que le gustaría-. Ten, pensé...que te gustaría algo de comer para el viaje.

Una vieja lata de sopa que colocó en sus manos.

-Yo no puedo...

-Lo necesitas, ambos lo necesitan-aclaró-. Yo quiero que estén bien.

Su corazón se agitó, entonces, recordó que su necesidad de sobrevivir se conectaba ferozmente con la vida que estaba gestando en su interior.

Había sido un error, un acto de desesperación, recordando que no hace tiempo había tenido un novio que la quería, las promesas de un mañana mejor, los ojos azules que le hacían prometer que sobreviviría por ella y lo que significaba.

Porque ella era la cura, la mano vendada que ocultaba la mordida para que sobrevivientes no se volviera hostiles, la carrera contra el tiempo para encontrar los laboratorios del Garrison antes que ningún científico quedara con vida para lograr crear el tratamiento, ellos tenían que llegar porque era la única esperanzas el mundo sobreviviera.

Para que alguien pudiese hacerse cargo del nacimiento de su bebé.

-Estamos bien, se mueve mucho, pero nada fuera de lo normal-colocó su mano sobre el estómago abultado, la sensación que algo crecía en su interior era la única buena noticia de todos los días-. Serás mejor padre que yo, estoy segura.

Él muchacho sonrió, su mirada llenándose con verdadero afecto.

-Cuando logramos resolver todo esto, seremos una familia-la sonrisa de Pidge casi titubeó, pero trata de fingir que aquello no la había afectado. La idea que él no lo supiese brindaba su seguridad. La mentira plantado en su cabeza era algo que alimentaría con un sentimiento de culpabilidad todos los días de su vida-. Tu, yo, el bebé, sobreviviremos, lo prometo.

Si él supiese que el proceso de la cura suponía su propia muerte, él nunca la dejaría ir.

Él se aseguraría de llevarla lejos de los laboratorios de su padre, la escondería en el lugar más remoto porque ya estaba cansado de perder a las personas que le importaban. Perder a sus padres, perder un amigo que fue como un hermano, perder a una novia que había jurado proteger y rompiendo su promesa después porque no pudo ser lo suficiente fuerte para hacerlo.

Él no la dejaría ir si supiera la verdad.

Pidge lo sabía, más que nada y se aseguraba de sembrar aquella mentira todos los días, como una promesa que nunca podría cumplir porque así debía ser.

El mundo no podía perder su única esperanza por su nefasto egoísmo.

-Gracias-sonrió agradecida-. Por todo.

Él nunca percibió el sentido doble de sus palabras.

Y nunca lo haría.

Ella se encargaría de eso.




















N/A: Donde Pidge es Ellie y Keith es Joel por así decirlo con la diferencia que Pidge sabe lo que le sucederá una vez que llegue a los laboratorios de su padre y le miente a Keith cada día de su vida con la promesa de una vida juntos con él bebé.

Si, esto es un AU ZOMBIE.

¿Comentarios?

★  Space and Geeks...[Kidge] ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora