Capítulo 11

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Leonel ingresó nuevamente al auto luego de insistentemente presionar el timbre y llamar al teléfono de Leticia, se desilusionó porque creía que ella se iría con él. Estaba totalmente seguro de ello. Se recostó en el asiento y decidió esperar un poco y pensar en lo que haría. No quería presionarla ni que se acostara con él solo por su insistencia, pero pensó que al fin podría estar a solas con ella y que lo que sucedería entre ellos dejaría que pasara. La deseaba con tanta vehemencia que a veces hasta se sorprendía. Pensó varias veces sacársela de la cabeza porque sabía que ella estaba enamorada de su hijo, pero las cosas no resultaban sencillas, volvía a él aferrándose en cada pensamiento. Llegó a la conclusión que la deseaba con todo su Ser.

Cuando tenía la intención de retirarse miró hacia su espejo retrovisor y le pareció ver que Leticia venía atrás. Tras dudarlo por algunos segundos se dio cuenta que era ella porque venía junto a su perro. Enseguida se bajó del auto y esperó que se acercara. Recorrió todo su cuerpo con la mirada y al parecer venía de hacer deporte. Su respiración agitada y el leve sonrojo en sus mejillas debido a su actividad ver totalmente deseable y hermosa. Dejó que se acercara hasta él y le sonrió.

Se saludaron con un hola un tanto extraño, pero al menos Leonel pensó que se había detenido a hablar con él y no había huido. Ya llevaba media hora esperándola y tal vez ella pensaría que ya no estaría en su puerta.

—Pensé que estabas escondida en tu casa. —dijo Leonel sonriendo al ver como ella negaba y rodaba los ojos.

—¿Y por qué tendría que esconderme? —preguntó levantando la ceja y mirándolo fijamente.

—Tal vez... ¿de mí?

Ella sonrió y negó como si aquello fuera lo más gracioso que hasta tuviese que contener la risa. Percibía como Arthur hacía fuerza con la soga para ser liberado e ir hacia él y plantarle sus dos patas delanteras en esa camiseta blanca que lo hacía ver tan limpio y atractivo, estaba segura que si se recostaba en su pecho emanaría un delicioso aroma, el olor de su perfume. Se preguntó en ese instante si se habría puesto el mismo que quedó impregnada en su ropa de dormir y que no quiso lavar para que no se saliera ese agradable olor.

—No debería de huir de ti ¿o sí?

—Claro que no, soy inofensivo. —dijo sonriendo y mordiéndose el labio inferior —. ¿Crees que podamos salir?

—Al menos ahora pides mi consentimiento. —dijo ella soltando la risa. Notó como un leve sonrojo se situó en la mejilla de Leonel y le pareció tan tierno.

Leticia lo miró fijamente y tuvo que reconocer que estaba guapísimo y que nadie razonablemente hablando desaprovecharía esa oportunidad. Luego de comer y arregla su habitación y tras la discusión con Lucas decidió ir a correr con Arthur para intentar despejar sus pensamientos, aclarar sus ideas y así tomar decisiones. Desde el inicio había pensado en no aceptar la invitación de Leonel y con eso se alejaría del peligro que representaba. Estaba segura de lo que ocurriría entre ellos si salía con él, no había marcha atrás pero lo absurdo de todo es que ella estaba dispuesta a acelerar aunque había decidido frenar.

La inocencia de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora