Capítulo 32

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Las clases habían terminado y por más que Leticia intentó escaparse no lo consiguió porque su maestra insistió que aquella salida sería importante para la clase. Se sentía totalmente mal a pesar que simulaba disfrutar de todo lo bueno del lugar y escuchaba la conversación de su profesora que trataba de contarles de los más sencillo en japonés para que entendieran la historia o ciertos datos interesantes de los lugares a los que iban atravesando.

Después de bajar en la estación de Roppongi y a solo casi tres minutos caminando llegaron al Restaurant y Bar Barliminal. Era un buen lugar escogido para celebrar a su compañero porque desde que se entra se sienten como si estuviera en un mundo diferente. En todas partes el restaurant presenta decorado con luces de colores disfrutando de las proyecciones en las paredes, incluso hasta en los cocteles.

Le cantaron el cumpleaños feliz en japonés y todos estaban felices de pasar bien en esa fecha importante para su compañero. En cambio, a Leticia le dolía ver que ese año la celebración sería diferente, pero al mismo tiempo reconocía que lo estaban pasando bien. Vio como Ingrid no se le despegaba de su lado y al parecer eso le agradaba a él y ella no tenía por qué cuestionarlo.

Leticia se concentró en pedir la comida y comenzó a probar una deliciosa ensalada con verduras frescas y un aderezo cremoso de nuez. Y como plato principal ambos coincidieron con el bistec de falda, que fue muy jugoso y tierno. Mientras esperaban el postre y hablaban proyectaron en las paredes las fotos de Ismael y del grupo que fueron enviadas con antelación junto con mensaje de felicitación al cumpleañero.

Para Leticia el postre estuvo delicioso y la misma idea compartieron algunos de sus compañeros que participaban en el festejo lejos del homenajeado. La torta también estuvo deliciosa y la compañía junto a la conversación no fue indiferente y empezó a disfrutar la noche. Luego de haber comido quedaron de acuerdo de ir al karaoke, para muchos era emocionante cantar canciones conocidas o que marcaron su infancia en japonés y con ello la intención de amanecerse cantando. Al cabo de un rato y como entraron por grupos Leticia decidió regresar al hostal para descansar aprovechando que algunos volvían a su lugar de hospedaje.

—Superé el día, al menos —dijo al cerrar la puerta de su cubículo y respirar con alivio. Se alegró que Ismael se la pasara bien a pesar de estar fuera de su hogar y sin sus amigos.

Decidió ir al baño para asearse y luego colocarse su ropa de dormir y descansar, pero antes se puso a repasar la clase del día ya que no tenían tarea por la celebración que tuvieron. Estaba entusiasmada y quería dar lo mejor de ella porque había averiguado en internet que la empresa que le había tocado era una de gran prestigio y quería aprender todo lo que fuera posible y dar un buen ejemplo.

Buscó entre las recomendaciones para ver alguna película antes de dormirse. Le agradaba saber que ahora lograba entender más frase en las películas. Estaba tan concentrada en la película que la interrumpió una llamada, su sorpresa fue grande al darse cuenta que era de Ismael, no quiso responder porque tal vez era equivocado y no quería quedar mal. Pero su corazón se aceleró tanto que quiso arriesgarse en la tercera llamada.

—Hola.

Hubo un silencio tras la línea que enseguida fue llenado por Ismael.

—Hola... no sé como decirte esto, pero, ¿estás en tu dormitorio?

—Si —dijo Leticia notando demasiado nervioso a Ismael, incluso más que ella.

—Es que al parecer estoy tocando la puerta incorrecta o sencillamente no quieres abrirla. En caso que sea lo último comprendo que...

Leticia resopló sin poder evitar sonreír. Se sacó sus auriculares y pudo ver la sombra debajo de la puerta.

—Creo que estás en la puerta correcta, es que estaba con los audífonos.

La inocencia de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora