Epílogo

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Leticia e Ismael chocaron su cadera y soltaron la risa. Ella bebió el último trago de su copa y la dejó a un lado para abrazarlo por completo y descansar su cabeza en su pecho.

―¿Agotada? ―preguntó acariciando su cabello y besando su cabeza.

―No mucho. Tu mamá, papá, tía y hermana ayudaron mucho. Eso fue un gran refuerzo ―concluyó sonriendo. Le habían celebrado el cumpleaños número tres de su hija en compañía de toda la familia como estaban acostumbrados hacer todos los años.

―Ya sabes que aman a Luisana.

―Si.

Ismael por un momento rememoró todo lo que había pasado en todos esos años. Habían sido buenos años. Después que llegaron de Japón se graduaron y permanecieron juntos a pesar que Leticia tenía sus dudas en cuanto a lo de Luna, pero aun así decidió que había querido darse una oportunidad con Ismael y que iba a seguir hasta donde fuese posible. El tiempo recorrido había sido muy significativo y de aprendizaje. Ismael consiguió un trabajo y luego Leticia permitiéndoles ser independientes y empezar a pensar en la posibilidad de tener una vida juntos que empezaron a construir con tiempo y paciencia.

Los años no pasaban en vano y Leticia tuvo que afrontar la pérdida de Arthur y aunque le dolió mucho su pena fue sustituida con una pequeña vida que empezaba a crecer en su vientre y aquello le ayudó a sobrellevar su pena. Y cuando Jamie tuvo dos años decidieron ir en busca de un perrito para adoptar y que se acoplara a la familia. La llamaron Nena por petición de su hija y era un adorable beagle que la cuidaba y amaba con locura. Juntos salían a pasear todas las tardes.

Leticia se apegó a Ismael y pensó en lo feliz que era al estar a su lado. No se arrepentía por haber aceptado en aquella ocasión la propuesta de estar juntos y aunque había sido su primer novio y quizá para su abuela algo apresurado para casarse decidieron hacerlo y tras ocho años se sentía feliz y con ganas de seguir amando a los seres que eran su vida y luz. También era feliz al saber que las personas que quiso en algún tiempo estaban bien. Leonel se había casado e incluso ya tenía dos niños. Luna se había ido al extranjero y junto con Lucas aún estaban solteros. En cambio, Luciano estaba con una persona y se alegraba mucho por él. Al parecer las cosas estaban bien para todos lo que la llenaba de satisfacción. Pero lo que más les tenía emocionados es que pronto volverían a Japón, habían estado ahorrando y esperando que su hija creciera un poco más para ir los tres, pero tampoco querían dejar pasar más tiempo. Volverían al lugar donde fue testigo de la consolidación de su historia de amor.

Se dejaron llevar por la música lenta que estaba sonando y de repente Leticia tuvo una idea. Se separó del amor de su vida y buscó entre las canciones y sonrió cuando encontró la que quería. Ismael alzó la ceja al escuchar ese ritmo más movido del que había escogido para tener un momento a solas después del ajetreado día. Leticia empezó a moverse al compás del ritmo siendo observada por su amado esposo que era hipnotizado al observarla. Cuando intentó acercarse ella lo empujó para que se sentara sobre la silla, aquella reacción lo volvió loco y sintió un enorme deseo de someterla, pero dejó que ella hiciera lo que quisiera. Leticia empezó a mover la cadera y sus brazos mientras daba la vuelta a su alrededor tocando sutilmente su hombro.

Se sentó sobre él, pero sin hacerlo totalmente sino rozando sus piernas con las de Ismael. Movió la cabeza de un lado a otro extendiendo sus manos sobre sus hombros mientras la música complementaba el momento. Se sentó completamente y empezó a hacer un movimiento de cadera subiendo y bajando rozando sus pelvis haciendo que la silla se moviera a su ritmo. Ismael gimió ante esa fricción.

La excitación y los movimientos provocaron jadeos. Ismael cerró los ojos y su pecho empezó a subir y bajar con fuerza sintiendo como si su corazón se le fuese a salir del pecho. De repente Leticia se levantó manteniendo los mismos movimientos provocando que Ismael respirara porque estaba a un punto de pensar que no sabía si estaba haciéndolo. Fijó su mirada en los movimientos sensuales que estaba haciendo Leticia tocándose al mismo tiempo que tocaba su propio cuerpo. En un movimiento de repente giró su cuerpo dando una vuelta y posó su cabeza sobre toda su parte viril provocando un gran jadeo en Ismael que aumentó cuando sobre su ropa lo presionó con su boca. Ismael movió su cadera y llevó sus manos a los hombros de ella para seguir con fuerza el movimiento de su cabeza. Ella cesó por un momento solo para levantar su rostro y mirarlo con deseo.

Sin medirlo más, desabrochó el pantalón y deslizó el cierre para inmediatamente llevar el pene a su boca, con delicadeza saboreó su glande y su cuerpo se sobresaltó al sentir su boca húmeda. Echó la cabeza hacia atrás a la inigualable sensación de tenerla así, enseguida con su mano impuso el ritmo hasta ir aumentando la ligereza del embiste. Con ansias lo saboreó completamente sin detenerse hasta que el cuerpo de Ismael no lo soportó.

—Vamos, Leti —susurró estremeciéndose y animándola a que no parara mientras se adentraba en su boca un poco más. Sentía que en cualquier momento se liberaría mientras la silla se movía al ritmo de ellos. No aguantó y la tomó de su cabeza enredando su cabello en sus manos y empezó a marcar los últimos movimientos de su cabeza y pelvis.

—¡Oh si! —clamó al verla tan ansiosa que lo volvía loco —. Vamos, Leti...

Solo un poco más y se liberó.

La tomó del brazo y la tiró hacia él besándola con ansias mientras la llevaba con él a la cama. La ropa quedó en el camino mientras que sus cuerpos se entrelazaban con ansias. Saboreó su cuerpo y empezó a succionar su seno deleitándome con ella. Mientras saboreaba su pecho abrió sus ojos para verla y a pesar que tenía los ojos cerrados le fascinó ver que estaba mordiendo su labio al sentir la presión. Succiono tan fuerte que se excitó de sobremanera cuando la escuchó gimotear. Acarició con sus manos sus duros y prominentes senos que lo llamaban a ahogarse en ellos. Leticia jadeo cuando siento sus manos que se deslizan por sus cabellos y sus piernas se removiéndose bajo él. Con sus manos se obligó a atender su boca sumiéndose en un beso ansioso y desesperado. Friccionó su cuerpo sobre el de ella para introducirse con fiereza al mismo tiempo que clavó sus uñas en la espalda de Ismael que no se detuvo ante las embestidas que le ofreció de sobremanera. Sus cuerpos se unieron y de repente giró el cuerpo de Leticia.

Precipitó su cabeza hacia atrás cuando sintió la presión que ejercía la mano de él que yacía envuelta en su largo y sedoso cabello castaño. Aquel movimiento logró que su cuello se arqueara en el ángulo perfecto para que él pasara su lengua traviesa con ardiente deseo, llegó al lóbulo de su oreja y lo absorbió con fogosidad y avidez.

Gimió al sentirse invadida por las fuertes embestidas que su amante le brindaba. Con una mano sostenía con presteza su cabello y con la otra su cintura mientras paulatinamente la invadía con ferocidad.

—¡Ahh!...—gimió y gritó intentando sincronizar todas las sacudidas que su cuerpo estaba recibiendo. Creía que moriría si pasaban otros minutos más. Los brazos apoyados en la cama le temblaban porque pensaba que no lograría mantenerse por más tiempo en esa posición —¡Ay! —volvió a jadear. No se contuvo al sentir su cuerpo vibrar por otra estocada.

Sus brazos temblando por la presión y movimiento, sentir su miembro entrando y saliendo era algo insostenible pero altamente placentero.

—Resiste, amor—No pudo continuar hablándole porque sabía que en cualquier momento se liberaría. Ella lo fundía como hierro al fuego.

Era caliente y dispuesta a moldearse para él.

Aquellas palabras la excitaron aún más y le dieron fuerzas para mantenerse en esa posición. Atrajo las sábanas haciéndola un puño entre sus manos mientras se dejaba guiar por él. Su cuerpo empezó con el conocido cosquilleo extendiéndose a toda su parte baja, aquella sensación valía el momento. Un poco más y al final pudo llegar a la cima junto al hombre que amaba y la hacía disfrutar del sexo de la manera que le gustaba y siempre sentía como si estuviera experimentando sobre la inocencia de su piel. 

La inocencia de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora