Capítulo 35

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Los días y las semanas fueron pasando y todos estaban acostumbrados a la nueva vida que les había tocado momentáneamente. En cuanto a Leticia e Ismael algunos fines de semana salían a pasear, otros se quedaban en la habitación de alguno de los dos hablando por horas y algunas veces hasta el amanecer o viendo películas que hasta terminaban durmiéndose. Otras veces paseaban en grupos.

La primavera había llegado y era una época mágica por la floración de los cerezos. Todo el grupo estaba contento de poder estar en esa estación en Japón, sobre todo porque florecían los cerezos. Algunos habían decido ir en grupo para disfrutar del lugar. Como destino habían decidido ir al foso de ChidoriGaFuchi cerca del Palacio Imperial para disfrutar del Hanami lo que se traduce como contemplar las flores.

―Es hermoso ―dijo Leticia al observar los hermosos cerezos que se mostraban esplendorosos.

―Tomaremos muchas fotos ―comentó una de sus compañeras con la misma emoción que todos.

Mientras caminaban por el paseo peatonal y por ser un grupo grande fueron separándose poco a poco. Al final Ismael disminuyó el paso hasta conseguir que los dos quedaran rezagados y continuaron caminando a su paso. Ambos eran maravillados al ver el hermoso paisaje que se les presentaba ante ellos. El lugar tenía 700 metros de largo, encontrándose con unos 260 cerezos de varios tipos durante el trayecto.

Ismael no dudó en tomar la mano de Leticia la misma que ella no se negó, sino que sonrió y la presionó sintiéndose cómoda. Por un buen tiempo caminaron en silencio mientras sorteaban la multitud de personas que también acudían al lugar.

Leticia miró a su alrededor y suspiró cerrando los ojos para percibir y sentir en su rostro como el viento desprendía los pétalos de los cerezos. Era una de las cosas más maravillosas que había vivido en Japón y se sentía privilegiada de poder estar allí.

―Mira ―dijo Ismael señalando un banqueta vacía ―. Quizá podamos aprovechar y sentarnos un momento. ¿Te parece?

―Si.

Se sentaron y pudieron observar el foso y mientras las personas paseaban por allí.

―Podemos buscar un lugar antes de comer. Hay algunos sitios que están disponibles a pesar de la multitud.

Ya que habían decidido ir a observar los cerezos querían hacerlo de la forma más japonés posible, por eso habían decidido ir en lo típico con plan de pic nic, con bebidas y comidas. Sentándose y contemplando la belleza de los cerezos.

―Sí, pero más tarde. Aun quisiera quedarme aquí.

Ismael sonrió ante ese gesto y asintió con la cabeza pensando en decidirse si los cerezos o Leticia era lo más hermoso que contemplaba ese día. No se inmutó en sacar su teléfono y tomarle una foto consiguiendo una foto hermosa que no solo quedaría grabado en el teléfono sino también en su corazón.

―Oye ―dijo Leticia al darse cuenta que le había tomado una foto ―. No me tomes fotos así ya sabes que no tengo un buen perfil ―concluyó riendo y arrebatándole el teléfono. Buscó la foto y para su sorpresa no salió como se imaginaba ―. No me veo tan mal.

―Nunca te has visto mal ―aseguró mientras tomaba otra vez su teléfono ―. Todo lo contrario, siempre te ves hermosa.

―Eso lo dices porque me quieres.

―Bueno, es verdad te quiero y más de lo que piensas o de lo que yo hubiese esperado.

Leticia lo miró y por un momento no supo qué pensar porque en otras ocasiones su corazón y su cuerpo empezaron a reaccionar ante Ismael, pero su defensa era recordar que era su mejor amigo y peor aún, que había sido novio de su mejor amiga. Por mucho tiempo pensó que los novios de sus amigas estaban prohibidos.

La inocencia de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora