Capítulo 26

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Leticia necesitaba hablar con alguien del asunto porque ya no aguantaba más, incluso estuvo hasta dispuesta a contarle a su abuela para que le diera un consejo. Podía dejarlo a los dos, incluso elegir a uno pero ni eso podía. Estaba manteniendo por así decirlo algo al mismo tiempo con ambos. En la noche decía que iba a escoger a uno pero enseguida cambiaba de opinión escogiendo al otro. Quería acabar con todo eso pero terminaba enredándose otra vez como si estuviese en un telar y de esto ya había pasado algunas semanas, incluso ya Lucas estaba a punto de irse.

Venir a hablar con Luna no era la mejor opción pero al menos hablaría con alguien que supiera de la situación y que no la juzgaría, o peor aún que la aconsejaba a seguir en ello hasta que al final se decidiera, pero eso no iba con Leticia. Tenía que admitir que disfrutaba de ambos, pero no se creía capaz seguir con ellos como si nada porque la culpa la atacaría siempre.

—Deja el drama Leti —sugirió Luna al ver la desesperación de su amiga.

—Yo no puedo ser como tú Luna —susurró.

—Si no fueses mi amiga me sentiría ofendida por lo que has dicho. —Puso los ojos en blanco al escucharle el reproche.

—Lo siento, pero es que no sé qué hacer. Me siento en un callejón sin salida.

—Por eso mismo, si no sabes qué hacer no hagas nada. Déjate llevar no más.

—¿Cuándo le vas a contar a Ismael? —preguntó recordando la situación de sus amigos. Entre tantas cosas se había olvidado de Isamel.

—Cuando tú le digas a mi papá y hermano que te acuestas con ambos.

—No hagas broma. Dime.

—No pienso hacerlo Leti, me siento a gusto como estoy.

—No sé cómo puedes estar a gusto.

Se quedaron en silencio por unos segundos cada una envuelta en sus pensamientos.

—He descubierto que me gusta disfrutar del sexo a plenitud y no pienso parar.

En cierta forma Leticia comprendía porque eso le ocurría a ella, se dejaba envolver por el placer y cedía de forma inmediata a ambos hombres.

—He seguido frecuentando a Johel y Marcus un amigo de él. A veces en conjunto y a veces por separado. No sé si ellos lo saben pero la verdad no me importa.

—¡Por Dios, Luna!¿Con dos hombres al mismo tiempo?

—No te sorprenderías si lo hicieras, deberías de intentarlo con tus hombres —dijo burlona.

—No le veo el chiste.

Luna simplemente volvió rememorar el último día que estuvo con Johel. Estaba teniendo sexo como era normal entre ellos y de repente apareció una mujer, aunque le pareció extraño y miró a Johel en busca de respuesta lo único que hizo fue sonreír. No pudo evitar la incitación cuando ella la miraba extasiada y cuando no esperó desnudarse. Fue rápido ver como le ofreció su vagina y ella automáticamente sacó su lengua y empezó a saborearla, aquello la hizo liberarse como nunca. El beso fue descomunal con aquella mujer. Las lenguas y bocas de los tres se unían buscándose alternativamente con besos y veloces toques. Luego la invitó a pasar una noche con ella y aceptó gustosamente.

—Nunca le ves el chiste, ¿sabes por qué? ¡Porque te haces la inocente! —gritó —. Estoy cansada de tus «¡Ay, por favor Luna!» «No hagas eso, no está bien» —Hizo mueca imitando una voz chillona —. Mientras que tú eres la misma zorra acostándote con dos hombres, dos hombres que son mi familia y no te lo he pasado recordando o dándote consejos remilgados. Eres una puta igual que yo, entiéndelo de una vez por todas.

La inocencia de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora