Se miraba desprotegido y odiaba sentirse así, por más que intentara sacarse de la cabeza a Leticia no lo conseguía. Estaba seguro que su viaje a Japón sería una escapatoria, pero no lo consiguió porque de todos los países de los que hay en el mundo coincidieron en el mismo.
Enterró a Luna en lo más profundo de su ser para que no volviera a sentirse así; pero con Leticia no ocurrió lo mismo, fue como si por más que le echara tierra más se empeñara en salir, le recordó al cuento del caballo que siempre le pedía a su papá que le contara. Al ver que el caballo se cayó a un pozo bien profundo del que sería imposible sacarlo, el dueño que no era compasivo decidió que lo mejor sería sacrificar al caballo lanzándole tierra en el pozo hasta enterrarlo. Cuando comenzaron a rellenar el pozo con tierra, a medida que caía el animal se la sacudía, la pisoteaba y quedaba acumulada en el fondo del pozo, lo que posibilitaba al caballo subir y subir lentamente hacia la superficie. La tierra que fue tirada con el objetivo de enterrarlo en el pozo, se convirtió, en el suelo, una vez sacudida, en el suelo firme que pisar para salir del mismo.
El caballo le recordaba a Leticia, por más que quería enterrarla, ella se imponía en salir, la tierra o distancia que colocaba entre los dos la utilizaba para recordársela o hacerle notar que no podía librarse de ella. Siempre había un recuerdo, un sueño, alguna frase, o simplemente cosas que la recordaban y para rematar ahora estaba Japón.
No le contaría a su mamá ni a su papá que ella estaba acá porque enseguida la frase de su madre saldría a colación «Del destino no se huye». No estaba huyendo de nadie, pero al menos pensaba que estar en otro continente le ayudaría a dejar de pensar en ella y de justificarla u odiarla. Ni siquiera sabía lo que sentía en ese momento por Leticia.
Al menos respiró de alivio cuando en la reunión que tuvieron para asignarles las empresas no coincidieron en la misma, pero en el alojamiento y del pequeño curso sobre el idioma japonés no pudo librarse. Quería buscarla con la mirada en ese momento porque estaba seguro que la identificaría entre todos, pero sentía la mirada de ella en él taladrándole la espalda y por eso no la buscó.
Aun no podía sacar de su mente las palabras de ella cuando le dijo que hasta cuando la ignoraría. Y por más que lo pensaba aun no sabía si debía ceder o evitarla por completo. Por momento recordaba lo que Luna fue capaz de hacer sin siquiera pensar en él, que a pesar de todo él la amaba. En el fondo sabía que Leticia no era como su exnovia, pero al saber que había estado con los dos al mismo tiempo le rompió el corazón y era difícil conseguir que otra vez todo quepa en su lugar. No debía de juzgarla si el que cometió el error de creerla distinta y mejor que cualquier otra mujer fue él mismo, la idealizó sin pensar que era un ser humano y que cometería muchos errores en su vida. Es más, se atrevía a juzgarla como si él fuera perfecto, como si él no hubiera faltado a Luna, cuando algunas veces no pudo evitar tener en el pensamiento a otra mujer mientras hacía el amor con ella. Él también era un ser despreciable y se había sentido ofendido. No entendía cómo podía creerse mejor que ella.
Quizá el simple enojo fuese que Leticia hubiese escogido a Leonel y no a él. Tal vez porque ella decidió tenerlo como amigo y no verlo como un hombre que podría haberla hecho feliz y que quizá las cosas fuesen distintas o eso era lo que él se imaginaba.
Dejó de atormentarse y decidió colocarse los audífonos para subir un poco más el volumen y olvidar todo, aunque fuese por poco tiempo. En una hora tendría que ir a sus clases de japonés y debía de estar preparado para tenerla allí otra vez en un espacio más reducido.
Leticia se concentró en las clases, una era más complicada que la otra, pero cada vez que avanzaba y podía responder preguntas y mantener breves diálogos en japonés era gratificante y valía la pena el esfuerzo. Antes de llegar a Japón ya había empezado a investigar y eso le ayudó a tener nociones sobre el idioma. La mayoría de sus compañeros demostraban interés al aprender y eso hacía una clase interactiva y atrayente.
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La inocencia de tu piel
Ficción General¿Será capaz Leticia de frenar la influencia de su inocente piel, o se dejará seducir por la lujuria? SPIN OFF de ¿Practicamos el Kaamasutra? Puede leerse independiente. +[18]Leerla bajo responsabilidad. 🎖Historia ganadora de la Categoría Erótica en...