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El lamento abatido de tu amor
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Cuando abrió sus ojos, se encontró con la luz de la luna llena. Era tan brillante que ni las nubes que lograban tapar las estrellas podían con ella; y por alguna razón sintió como le daba más fuerza para poder levantarse. Poco apoco, empezaba a recordar lo que había pasado, su familia había sido asesinada por unos meros delincuentes del pueblo, y él no pudo hacer nada para salvarlos. Su madre, tan amable y humilde, lo encerró en el sótano secreto que tenían, le dijo que no saliera, y él, tan obediente, no hizo caso omiso a su orden.
Una fuerte furia recorrió en él cuando recordó los gritos de sus hermanas y madre siendo abusadas por aquéllos hombres, y como a la final todo acabó en un infinito silencio. Tenía tanto miedo de salir, porque sabía lo que le esperaba. Sin embargo, se armó de valor para hacerlo, maldiciéndose por dentro por lo débil que era. Ya era de noche, pero la luz de la luna era tan brillante que pudo ver los cuerpos de sus dos hermanas y madre tumbados en el suelo, sin vida, cubiertas por un gran charco de sangre.
La desesperación no tardó en llegar, el grito no se hizo esperar. Las lágrimas que salían de sus ojos, el dolor que sentía, el amor que jamás recuperaría, sintió que no tenía otro propósito para vivir, por eso, tomó el cuchillo que estaba en el suelo, decidido a acabar con su vida...
Entonces, fue cuando ella llegó, como si hubiese escuchado sus ruegos desde la penumbra.
—¿Qué reacción tan débil es esa? —El chico se giró hacia la entrada, que los ladrones dejaron abierta, encontrándose, con una mujer envuelta de una peculiar belleza, sus ojos azules lo miraron fijamente, con una sonrisa que podía simular lo que sea, menos inocencia, un fuerte misterio despedía de ella, y aún así, le sorprendió que no se asustase por los cuerpos inertes sobre el suelo— ¿Cómo te llamas?
—Kokichi Ouma —le respondió, temeroso. No sabía los propósitos de aquélla extraña mujer, pero le intimidaba lo suficiente como para no preguntarle. Ella se acercó a Ouma, quien yacía sentado sobre el piso, y se arrodilló.
—Kokichi Ouma... —repitió, mientras llevaba una de sus manos hasta su rostro. Ouma pudo sentir el frío que la misma emanaba, haciéndolo sobresaltarse un poco. Jamás había sentido algo tan tétrico en su vida que lo hizo entumecerse—. Dime, ¿enserio quieres acabar con tu vida? ¿no quieres tomar venganza? —Interrogó con mirada clavada sobre la suya, sintió como si pudiese ver dentro de él, le incomodaba pero también le atraía.
—Soy muy débil, no podría... hacer nada —apenas pudo lograr articular sutilmente.
—Yo podría darte el poder que necesitas para destruirlos —sedujo, con una suave pero oscura voz. La mujer bajó su mano hasta su barbilla, alzando su rostro, pudiendo sentir sus largas uñas—. Pero para eso, debo despojarte de tu alma —explicó. Ouma lo supo desde el principio, aquélla mujer no vino a salvarlo, su aura era tan maligna y seductora que sólo podía tratarse del demonio. Aquél que venía en los momentos de mayor debilidad, para que cometieras actos atroces—. Dime: ¿aceptas? —Preguntó, y aunque lo mejor era rechazarla, alejarse, él ya había sido tentado a arrastrarse a la oscuridad.
—Acepto —le dijo mirándola a los ojos con determinación, Ouma no podía dejar a esos bandidos salirse con la suya después de todo lo que hicieron, de todo lo que le arrebataron...
La hermosa mujer sonrió ampliamente, Ouma pudo notar como lucía unos afilados colmillos y sus ojos se volvían rojos, ella se mordió el labio de donde salió un hilo de sangre, no pasaron ni dos segundos cuando juntó sus labios cubiertos de sangre con los suyos. Abrió sus ojos sorprendido, ¿era ese el verdadero procedimiento para quitar el alma de una persona? ¿o era sólo una mujer loca jugando a ser el demonio?
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Know under skin [Kaito x Kaede] + [Irouma/Saimaki]
Vampire-Una parte de mí te había esperado siempre, siempre toqué para ti. -Una parte de mí te había esperado siempre, siempre escuché tu piano. Para alguien como él, relacionarse con una humana era un grave error, pero por más que lo evitaba, Kaito siempre...