Capítulo IX.II

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Amándote he saboreado el cruel sacrificio de anhelar lo inalcanzable


Habían pasado varios días tras su regreso a casa, Miu Iruma ya se había recuperado por completo, al menos, físicamente hablando; porque su estabilidad emocional no estaba del todo bien, y una vez más, todo era culpa de Kokichi Ouma. 

Desde la última visita del pequeño vampiro mentiroso en el hospital, no lo había visto más. Y no podía entender, como después de proclamarla como suya en esa habitación, desapareciera de esa manera. 

Estaba preocupada. Quizá le había pasado algo, aunque lo dudaba, Kokichi era un vampiro, y uno muy fuerte, no se dejaría hacer daño por alguien. Entonces, podría haber sido algo que ella había hecho, y no sabía muy bien el qué. 

Miu se acostó en su cama y se abrazó a sí misma, hundiéndose en sus pensamientos. Extrañaba sentirlo sobre ella, sus colmillos, su olor, sus tacto, su voz, todo. 

Quizá lo único que había hecho mal fue enamorarse de él, un vampiro sin humanidad que sólo la usaba y la veía como exclusivamente su alimento; y, aunque no le molestaba ser vista de esa forma siempre que fuese él, ¿qué la hacía pensar que alguien como Ouma Kokichi le pudiera corresponder? Pero eso no la hacía detener el deseo de acercarse y conocerlo más. Destruir aquellos muros que los separaban.

Y no era por la hipnosis, Kokichi sólo la había obligado a guardar el secreto de lo que era, de lo que él, Momota, Harukawa, y muchas otros más en realidad eran. Eso le hizo mentirle a sus mejores amigos, y sabía muy bien que los mismos corrían peligro; sin embargo, ¿cómo podía evitar aquellos sentimientos que cada día la abordaban más y más?

¿Cómo controlaba esas insaciables ganas de verlo, de estar con él, de sentirlo sobre ella? Ser la dueña de cada una de sus palabras sucias que susurraba en su oído. 

No lo hacía, así de simple; por lo que una vez decidida, se levantó de su cama y se arregló, para salir del departamento en dirección a la mansión de los vampiros.

. . .

Se veía determinada a hacerlo cuando lo decidió, pero ahora que se encontraba parada en toda la entrada de la mansión, algo dentro de ella la detuvo. Se sentía tan fría, helada, así estuviese totalmente cubierta para que no notasen las marcas que Kokichi había dejado en ella. Sin embargo, su corazón latía con tanta fuerza que sentía que se saldría en cualquier momento.

Tragó saliva nerviosa, ya no había marcha atrás, debía entrar, debía verlo.

Cuando intentó tocar, la puerta se abrió sola, Miu se sorprendió, era la primera vez que visitaba el hogar del vampiro; era obvio que vivía en condiciones mucho mejores que ella (quien vivía alquilada). Los muebles, paredes, todo lucía exactamente como los libros de vampiros que leyó, pues al menos algo debía ser cierto de allí. Los vampiros solían vivir en los lugares más altos de la sociedad.

—¿Hola? —Fue lo primero que dijo al entrar— ¿Ouma? —Lo llamó, pero nadie contestó, más sin embargo, ella siguió caminando, llegó a la sala que tenía la chimenea encendida, lo agradecía, porque el frío que tenía en ese momento no era normal, pero no podía quedarse allí mucho tiempo, no cuando su única misión era ver a Kokichi, saber que estaba bien.

Siguió el recorrido hasta llegar a lo que parecía un estudio, lleno de libros y un escritorio en medio, se acercó más y observó un álbum de fotos sobre la mesa, el cual sintió la necesidad de tomarlo. Miu lo revisó y vio muchas fotos de Ouma con un grupo de chicos disfrazados en blanco y negro, parecían parte de un circo.

Know under skin [Kaito x Kaede] + [Irouma/Saimaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora