Capítulo IV.II

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Todo lo hermoso nace y desaparece

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Se escuchaba el ruido de cosas rompiéndose contra la pared y el suelo, acompañado de los gritos de desesperación por toda la mansión; era un hecho, Kokichi estaba molesto. Le hervía la sangre de sólo pensar en lo descarado que había sido su creación. Kaito Momota estaba siendo rebelde, un maldito que se rebeló ante él y decidió largarse de su lado; que aunque fuese un lazo difícil de romper, nunca había sido imposible. Ouma apretó tan fuerte los dientes que incluso para él, un vampiro, sintió como si se fuesen a romper. Enterró tan fuerte las uñas en sus manos, que dejó marcas, aunque no le podía importar menos ya que al ser vampiro sanaría a los pocos segundos, por lo que terminó por golpear tan fuerte la pared que la atravesó debido a la fuerza sobrenatural infringida.

Ouma sólo sentía tal enojo cada década en que perdía a alguien que le importaba; su familia, Junko (su creadora), sus compañeros de DICE, ahora Kaito. Todos lo abandonaban de una u otra forma, todo lo hermoso desaparecía, y eso sólo le daban ganas de destruir, así era como demostraba su tristeza al quedarse solo, así fue como Junko lo llenó de ira y desesperación tras transformarlo; pero entonces sonrió, de la forma más degenerada, tras pensarlo detenidamente. No todo estaba perdido, aún podía seguir en ese juego, y si Kaito no cooperaba, haría que lo necesitara.

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Eran las 2 de la mañana cuando Ouma llegó al hospital, ya no estaba Kaede ni Kaito rondando por allí. En ese momento ya no se permitían visitas, pero eso no era impedimento para el vampiro, quien muy bien podía pasar rápidamente por los pasillos sin ser visto. Abrió la puerta de la habitación y allí la vio, por alguna razón su enojo lo había llevado de regreso a su alimento, Iruma Miu.

Una humana rubia, amiga del amor de Kaito que lo llevaría a su perdición. Ouma estuvo mes y medio alimentándose de ella, aunque por más despacio que lo hiciera, era obvio que pronto caería por la anemia. No era como si no lo hubiese sabido, pues era algo con lo que contaba para interferir en la relación de su creación con aquella humana. A pesar de que terminó por hacer que Kaito se fuera, dejándolo nuevamente agazapado en lo más profundo del abismo, y en busca de una gota de luz, una voz que lo alejara de esa sempiterna y lóbrega noche, lo llevó de regreso a ella.

—Sabía que vendrías —la voz de Iruma interrumpió sus pensamientos, ella lo miraba con una sonrisa y ojos cariñosos que hicieron que el vampiro dejase, por unos segundos, de pensar en Kaito— ¿Te gustaron las galletas?

—¿Eres tonta o qué? —le respondió simulando inocencia, Iruma sólo pudo reírse. El vampiro no la entendía, aquella humana era tan rara como interesante, no sólo por su sangre virgen, todo su ser lo llenaba de sentimientos que no podía explicar y que lo había arrastrado de regreso a ella; aunque tampoco quería darse el tiempo de averiguarlo—. Bueno, ya estás bien, no creas que dejaré de alimentarme de ti por esto, eres mía —recalcó con una sonrisa autoritaria que Miu respondió asintiendo complacida. Kokichi, quien ya no podía ver su cara tan satisfecha por ser herida por él, se fue rápidamente de allí tal y como había entrado.

En las afueras del hospital, volvió a golpear tan fuerte una pared que terminó por hacerle grietas. Haber visto a Miu sólo lo había molestado más, como si le molestase sentir o demostrar preocupación ante una humana. No, él no estaba preocupado, Ouma sólo vigilaba a su alimento. Después de todo, Ouma era la muerte, era dolor, la abominación de un cuento de hadas, aquello que la gente temía de la oscuridad, y no podía ser de otra forma. Kokichi sólo podía conseguir ser querido por el miedo, así fue como quiso a Junko, por una admiración que lo llevaba a temer de ella y su eterna desesperación. Así fue como fue querido por DICE, y así fue, como Kaito fue convertido, por el miedo que Kokichi le causaba.

Pero Miu no le temía, esperaba por él entusiasmada cada noche, el vampiro no usaba hipnosis para eso, era totalmente su excentricidad; que incluso la llevó a darle galletas con su sangre como ingrediente, y que posiblemente fue lo que la llevó a colapsar. Se metía en peligro por él, y Ouma pensaba que si le quitaba la hipnosis, aún así le ayudaría con sus planes y ocultaría su secreto, o eso era lo que pensaba. Pero no quería confiar en ella, no quería confiar en una humana a quien no convertiría, porque en ese momento, Ouma sólo hacía todo eso para que Kaito regresara y su reciente confución hacia Miu no podía distraerlo.

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Siguió el camino por donde sus sentidos lo dirigían, pues aún no tenía un rumbo o una dirección a la que dirigirse para obtener sus fines, sin Kaito, sin su creación, ya casi nada tenía sentido. Aunque sabía que si insistía, él volvería, no sabía como lo obtendría; la soledad era tan triste y frustrante, especialmente para un ser a quien le fue arrebatada la vida por la eternidad, de nada servía el paso interminable de las horas si tenía que contemplarlo solo; no quería pasar las siguientes épocas solo, y en ese momento en que Kokichi estaba inmerso en sus pensamientos, chocó con alguien.

—¡Cuidado por donde vas! —exclamó el humano gordo y mucho más enano que él, Ouma lo reconoció enseguida, era el chef del restaurante donde trabajaba Kaede, el vampiro sonrió enseguida—. Estos niños deambulando por las calles oscuras chocando con sus mayores nada más —se quejó mientras sacaba de su bolsillo las llaves de su vehículo.

—¿Crees que puedes chocar conmigo y salirte con la tuya? —preguntó vacilante, provocando que Teruteru se voltease para responderle posiblemente con ofensas, pero no le dio tiempo de hablar cuando Ouma lo había tomado de la cabeza para así golpearlo contra el vidrio delantero de su vehículo, matándolo de un impacto. No le importaba, era sólo un humano más que servía de comida, una que acababa de destruir.

Aquello lo había hecho sentir mejor, de cierta forma, matar era lo único que lo hacía librarse del estrés cuando no tenía lo que quería.

—¿Eso es todo? ¿Ni te alimentaste de él primero? —Ouma se volteó rápidamente hacia el callejón, para observar la presencia que no había sentido antes, y fue lo que le causó algo de sorpresa. Quizá había estado tan molesto que ignoró tal detalle. El chico que salió de las sombras era alguien alto, de cabellos y ojos verdes y obviamente un vampiro.

—Seguramente sólo era sangre grasienta —respondió con una sonrisa descarada sin mostrar preocupación ante él.

—Me decepcionas Ouma-kun —el vampiro de menor estatura se le quedó mirando con sospecha— ¿Así quieres destruir la vida de Kaede Akamatsu?

Aquel vampiro había captado su total atención, no sólo era atractivo, sino que conocía de sus planes como si hubiese estado tiempo observándolos a todos. Ouma sonrió, él era la pieza de ajedrez que faltaba en su tablero.

—¿Cómo te llamas, querido? —preguntó mostrando más interés.

—Amami Rantarō.

—Al parecer seremos grandes amigos, Amami-kun.

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Notas de autora: ¡Amami hace aparición, conoció a Ouma, AAAA! Ok, soy yo la que escribe pero no puedo evitar mostrar emoción xD espero les haya gustado éste capítulo jeje, hasta luego!

Know under skin [Kaito x Kaede] + [Irouma/Saimaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora