Nunca admitiré cuánto te temo
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Se encontraba en su trabajo, sin embargo, no estaba totalmente concentrada, el sueño en ese momento era lo que mantenía el control sobre ella. Miu Iruma tenía días, semanas, sin poder dormir bien, y cada vez le cobraba más la cuenta; y la razón de ello tenía nombre y apellido: Kokichi Ouma.
Desde que el vampiro apareció en su vida, había estado visitándola cada noche para succionar su sangre, lo cual la había estado dejando, cada vez, con menos energías. Pero por desgracia no podía hacer nada, tampoco era como si quisiera. La rubia humana ya había cruzado por aquel peligroso puente y había terminado enamorada del vampiro; y por más daño que le causara, no podía dejar de sentir que quería acercarse más.
Quería entenderlo, quería saber, quería ver, traspasar esos muros invisibles y unirse a él, formar parte de su vida, aunque ella sabía que no significaba nada para él, nada además de comida.
Apenas eran las cuatro de la tarde cuando salió de su negocio; y sólo se dedicó a caminar, lentamente, sin destino alguno. Pronto se vio en frente de una biblioteca, observando varios libros sobrenaturales, lo cual le hizo pensar que quizá así podría aprender algo más acerca de Kokichi.
—Iruma-san —La rubia se volvió al oír su nombre, observando a su amigo detective, Saihara Shuichi.
—Poichi —saludó simulando energía, aunque no fue suficiente para engañarlo.
—¿Te encuentras bien? —Preguntó el contrario—. Estás usando mucha ropa, y no te ves con tanta energía.
Todos los que la conocían y veían ahora lo notaban, Miu no era la misma. Ahora usaba pantalones, sweaters y hasta bufandas, todo con el único fin de tapar las marcas que dejaba el vampiro; y obviamente no tendría la misma energía de siempre cuando le faltaba sangre.
—Estoy bien, sólo no he dormido suficiente y el frío cada vez es peor —se excusó, aunque sabía que Saihara jamás estaría convencido, a veces odiaba como el detective era tan perceptivo.
—Ya veo —el chico decidió no hacerle más pregunta, cosa que Miu agradeció internamente—. ¿Te interesa algún libro? —Preguntó para luego girar su vista hacia el mostrador de libros que había visto la rubia— No parece mucho tu estilo —bromeó.
—No pero, supongo que no está demás variar un poco —respondió con una pequeña sonrisa, la cual correspondió Shuichi.
—No, para nada.
. . .
Ya en casa, Iruma se encontraba leyendo uno de los libros que pidió en la biblioteca, aunque no parecía aclarar sus dudas para nada. No importaba cuantos leyera, en cada libro habían cosas distintas; era de esperarse ya que habían sido escrito por personas quienes posiblemente ni sabían sobre la existencia de los vampiros. Pues, habían muchas diferencias con lo que había visto y oído de Kokichi, por lo que Miu sólo pudo tirar los libros al suelo muy disgustada y decepcionada.
Lo mejor siempre sería preguntar directamente, pero Ouma era muy misterioso y mentiroso, nunca sabría que era cierto; pero ese mismo vacío misterioso de su mirada era lo que la arrastraba hacia esa oscuridad, como un viaje sin retorno a una trampa en la que había caído.
Miu estaba decidida, aunque no estuviese hipnotizada, quería portar el peso de su secreto. Sostener su cruz para que no ser condenado; y hacer suyo el secreto de saber demasiado, pero quería encontrar una parte de él que la amase más allá de la muerte, porque ella ya lo amaba más allá de la vida.
Entonces, se le ocurrió una idea.
. . .
Ya había caído la noche cuando terminó lo que había preparado para Ouma, el mismo solía llegar un poco antes de las diez de la noche, así que aún podía irse a dar un baño y arreglarse para recibirlo, aunque siguiera igual o peor de débil que esa mañana. Al ser sólo ellos dos, decidió vestir un vestido corto con escote, color rosa que la hacía lucir muy bien su silueta; sin importarle que terminase manchado en sangre, quería verse bonita para Kokichi.
—¿A qué se debe tanto arreglo? —Iruma se volteó para observar al vampiro que había robado su corazón, sonriéndole para luego verse nuevamente en el espejo y terminar de colocarse un collar.
—Quería verme bien para ti... —dijo sonrojada y con una voz baja.
Sintió los pasos venir hacia a ella lentamente, lo cual la volvió lo suficientemente nerviosa como para no poder colocarse el collar. Pronto tuvo a Kokichi atrás suyo, y él mismo tomó el collar y se lo terminó de poner, el simple contacto entre su mano con su piel la volvía más torpe.
—Sólo una rubia tonta como tú no puede ponerse un collar —susurró bromista en el oído de Iruma, provocando que su sonrojo aumentara, pues su voz siempre era seductora.
—¡Te hice un regalo! —exclamó nerviosa a la vez que se paraba de la silla, Ouma la miró confundido pero a la vez curioso. Miu tomó una caja de tamaño promedio, envuelta en papel de regalo, con un lazo morado como los ojos de Kokichi y se lo dio.
El vampiro no dijo nada, sólo tomó la caja y la abrió, observando unas cuantas galletas dentro.
—¿Galletas para un vampiro? Sí que eres impresionante —dijo sarcástico mientras sonreía.
—Sólo pruébalas —pidió apenada.
Iruma sabía que al vampiro no le gustaban las órdenes, puesto que era él quien las colocaba; pero en ese caso, la curiosidad lo había absorbido, haciendo que probase las galletas, Kokichi no tardó mucho en darse cuenta de su sabor.
—Les pusiste de tu sangre como ingrediente —manifestó, impresionado. Iruma afirmó con su cabeza sonriéndole, pero antes de Kokichi poder hacer otro comentario, la misma no resistió más y se desmayó.
. . .
Notas de autora: No tengo muchos comentarios, quiero intentar actualizar al menos una vez por semana, pero se me es casi imposible. Espero hayan disfrutado éste capítulo así como yo disfruté escribirlo. Sin más que decir, nos leemos luego!
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Know under skin [Kaito x Kaede] + [Irouma/Saimaki]
Vampire-Una parte de mí te había esperado siempre, siempre toqué para ti. -Una parte de mí te había esperado siempre, siempre escuché tu piano. Para alguien como él, relacionarse con una humana era un grave error, pero por más que lo evitaba, Kaito siempre...