Esperamos dos días hasta que por fin vimos una. Recuerdo que estábamos en una cabaña de madera de color marrón muy oscuro en medio de un bosque que a mí me aterraba. Si os preguntáis por mi padre, no, él no vino. Nunca lo conocí y nunca la he necesitado. Mi madre fue una de esas mujeres capaces de serlo todo a la vez y hacerte sentir completa y feliz. Fui fruto de una noche de locura, pasión y mucho amor del efímero mientras sonaba de fondo Light my fire de The Doors. Cuando me contó quién era mi padre, o mejor dicho, quién no iba a ser nunca mi padre, puso la famosa canción y me hizo bailarla para celebrar esa noche.
Que según ella, sin saberlo, le regaló lo más grande de este mundo. Yo. Qué grande eras, mamá. Eres, estés donde estés.
Aquella segunda noche en Canadá me abrigó con todas las prendas que llevábamos en la maleta, me recogió la larga cabellera rizada y pelirroja dentro de un buen gorro de lana, me dio un cuaderno, pinturas y unos pinceles y me arrastró hacia el porche de la cabaña, donde había una mesa antigua medio rota; pero ahora que la recuerdo, era preciosa y me pidió que dibujara lo que sentía. Dibujé un centenar de mariposas envolviendo mi cuerpo en forma de aurora porque eso es lo que sentí. Magia. Ni siquiera sentí el frío. Solo eso. Mariposas. Recuerdo sus ojos color miel, brillando, mientras me preguntaba.
-¿Te gusta llamarme Aurora, cielo, en honor a este fenómeno natural tan grandioso?
Mi mirada seguía fija en el cielo, incapaz de mirar hacia otro lado.
Asentí con mi cabeza.
-Sabía que te gustaría-contestó acariciándome la cabeza.
Creo que en este momento empezó mi obsesión con la pintura. Aquellas luces me absorbieron y quedé prendada con ellas. Desde entonces, adoro mi nombre. Pero volvamos a esta mañana de la consulta.
-Doctor John, su despacho es horrible.
Saludo a mi mejor amigo con esa broma y un fuerte abrazo. Sabe que, en el fondo, es porque tengo miedo a su profesión. Me siento en su butaca gris y lo miro con cara de escéptica. Está raro, distante.
-Hola, cariño ¿Como te encuentras?- me pregunta cariñosamente.
-Mucho mejor, hace días que no tengo dolor de cabeza. Te he traído algo.-Saco una lámina que llevo envuelta en el bolso.
La he hecho para él. El retrato de su hermosa perrita Milka, a la que adora, en acuarela. Y con collar rosa, como a el le gusta.
-Ostras, qué bonito.-Sonrie. No hacía falta-. Veo que vuelven las musas-se burla.
-No te creas.-Sonrío -.Me apetecía traerte algo.
-Aurora, tengo que contarte una cosa.
-¿Me voy a morir?-bromeo riendo.
-Aurora..-me regaña como si acabara de decir una tontería.
-¡Aurora, nada!, John. ¿Qué ocurre? Estás raro...¿ Tan mal han salido los tacs?
-Voy a contarte esto como si no fueras mi amiga y luego si quieres vamos a tomar un café y seguimos hablando..
-John, no me fastidies.-Es lo único que logro pronunciar, me está asustando y si es una de sus bromas, Juro que le rompo el dibujo de Milka y la quemo pienso como si fuera una niña pequeña.
-Verás... La cosa no pinta bien bien pero podemos seguir haciendo pruebas.
-¿Qué ocurre?-pregunto impaciente.
-Tras revisar tu tac he encontrado una anomalía el un lóbulo izquierdo de tu cerebro. Parece un fallo neuronal genético que afecta a....
-De acuerdo-le interrumpo antes de que acabe su explicación. Por un segundo me que quedo en aire y en silencio.
Pasan treinta segundos.
-Aurora...-Apoya su mano sobre las mías como siempre que algo va mal.
No necesito que siga. Sé que enfermedad tengo. Lo sé, la he vivido y sé perfectamente que va a ocurrir ahora.
-Me voy a morir-afirmo fría como un témpano de hielo.
-Por favor, no digas eso.
-John, ahora sí, nudo en la boca del estómago. Náuseas. Me quiero morir. No,no . Nada de eso. Quiero que sea una broma, esto no puede ser real-. Recuerdo esta enfermedad perfectamente...
-No se suele predecir cuanto tiempo puede tardar en afectar a tu cuerpo. Ya lo sabes, pero según el informe está muy avanzado, se podrían empezar a vislumbrar síntomas en pocos meses, y unos meses, una vez empiezan los primeros brotes, ataca al cuerpo en pocas semanas...
Aurora, yo....
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Una mirada al océano
Teen FictionAurora es una artista libre e impulsiva que vive rodeada de velas en un precioso estudio frente a la playa de un pequeño pueblo al sur de California. Adora las piedras naturales, los gatos y andar descalza contemplando el cielo nocturno. Pero todo d...