Pasamos los últimos cinco días como si no fueran a irse nunca, como si nada. Pero disfrutando juntos como en la vida normal. Pasamos horas viendo películas, jugando en la orilla de la playa del acantilado, haciendo guerras de almohadas, figuritas de barro y cerámica con Esmeralda, navegando, bañándonos en alta mar con colchonetas, incluso viajamos a San Francisco un día a pasear por la ciudad y tomamos algo con John y Cloe, a los que les encantó la sorpresa. Hemos tomado helados, comido dulces, granizados... Un poco de todo lo que se nos ha antojado. Si algo puedo destacar de estos cinco días, son las risas. Y las noches de ternura y pasión con Narel en el porche cuando Sam por fin se acostaba.
Anoche incluso salimos a bailar Narel y yo a un chiringuito de Santa Cruz, Sam se quedó con Esmeralda y nosotros bailamos toda la noche como hacía años que no lo hacía. Hoy es el último día que pasaremos juntos y no sé describir la sensación que tengo en el cuerpo. Me he prometido no derrumbarme y disfrutar del día como desde que nos conocemos. Pero no será fácil. He estado durmiendo con ellos y apenas he pasado por mi casa más que para dar de comer a Yogui , aunque él se pasa el día en el jardín con Esme cuando yo no estoy. Es listo. Pero esta mañana he querido venir un momento, necesito hacer algo antes de que se vayan. He decidido escribir una carta para Narel y regalarle un pequeño cuadro a Sam. Hay tantas cosas que me quedarán sin & Sierra a todo volumen en mis cascos y cojo un papel para empezar a escribir. Narel, amor: Imagino que estás en el avión y que no has esperado ni un segundo a abrir esta carta... ¡Impaciente! Imagino tus ojos azules clavados en mis letras. Dios, cuánto voy a echar de menos mirarte y encontrarme tu mirada. Uf... Te imagino leyendo la carta y me rompo por dentro. Pero no seamos trágicos. Vamos a hacerlo un poco fácil.
Me despido, porque de un modo u otro ya estoy desapareciendo de tu vida. Pero no quiero que te tomes esta carta como el adiós definitivo, porque esta es una carta de amor. Allá donde me lleve este viaje, te esperaré. Te esperaré mucho tiempo, y cuando llegues, allí estaré, con un abrazo y mil besos, mil besos de esos que solo tú y yo sabemos darnos. Esos besos que me han atrapado y hecho tuya para siempre. Pero déjame un tiempo, no tengas prisa. Hasta que nos volvamos a reunir quiero que hagas una cosa. Quiero que vivas plenamente. Por favor, hazlo por mí, por todo lo que yo no podré vivir. Quiero que llenes tus días y los de Sam de vida. Que os riais, que bailéis, que os ilusionéis, que os enamoréis. Sí, los dos. Y, si es preciso, que me olvides un poquito. Tienes que encontrar a esa mujer que sea digna de ser la mami de Sam. Sé que la encontraréis, Sam te ayudará.
No quiero que tengas miedo, por favor, porque yo seguiré ocupándome de vosotros, seguiré dándoos toda mi fuerza, todo mi apoyo, todo mi amor. Y no me gustaría marcharme sin que supieras cuánto me alegro de que la vida nos juntara, por lo fácil que has hecho las cosas, porque me has enseñado que la felicidad es bastante más sencilla de lo que yo había imaginado. Aunque eso me lo enseñasteis entre los dos. Cada uno a su modo. Sam, cuánto la voy a echar de menos. Desenredarle esa larga melena por las noches como estas últimas semanas, que se me acurruque en el sofá y nos durmamos juntas mientras nos sacas fotos a traición con el móvil, para luego chantajearnos. Pedirte que seáis felices es un tópico, lo sé. Pero es el motivo de esta carta.
Llámame poco original. Decirte que te quiero, que os quiero, sería repetirme demasiado, tantas veces os lo he dicho estos últimos días. Pero nunca te he dicho que aprecio lo que has hecho, por ser partícipe y artífice de mis días de felicidad. Por eso, por muy lejos que me marche, siempre te llevaré conmigo. Mi vida acaba aquí pero para ti empieza una nueva. Ojalá encuentres pronto a alguien que te llene tanto como tú me has llenado a mí, que te haga mejor persona, como me has hecho tú, y que se entregue y os apoye. Del mismo modo que yo he sentido contigo desde el primer día que comimos sándwiches de crema de cacahuete en el muelle y me miraste con esos ojos tan mágicos que tienes y me invitaste a entrar en el mundo de Sam. Y crear un mundo de los tres. No tengo suficiente tiempo en esta vida para agradecértelo.
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Una mirada al océano
Genç KurguAurora es una artista libre e impulsiva que vive rodeada de velas en un precioso estudio frente a la playa de un pequeño pueblo al sur de California. Adora las piedras naturales, los gatos y andar descalza contemplando el cielo nocturno. Pero todo d...