Capitulo 6

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 -Yogui a comer pequeño. -Le dedico un suave beso en la naricita mientras lo cojo y lo llevo a la cocina para ponerle su ración de latita diaria.

Es un mimado y está muy viejito ya. No sé qué haré sin él y sus mimitos. En el fondo siempre me he sentido como un gato. Tan suyos, tan pasionales cuando algo les importa y tan pasotas cuando, por lo contrario, algo no les sucita interés.

Mark y yo llevamos saliendo ocho años y hemos vivido cinco juntos, hasta tres meses. Si, hace tres meses que ya no vivimos juntos.

Empezamos a salir cuando apenas teníamos veinte, nos conocimos en la facultad de Bellas Artes. Aunque luego a él le dio la publicidad y abandonó su faceta artística. Odia que se lo diga, pero así es. Nuestra relación hoy por hoy está adaptándose a duras a penas a nuestro último cambio de vida. Siempre he sido muy independiente, no soy esa clase de chica que lo deja de tener todo para seguir un hombre. Tengo mis proyectos, mis sueños, y creo que lo ideal de una pareja es crecer juntos. Sumar.

Pero a la vez soy incapaz de dejar a alguien que quiero solo porque nuestra relación no sea la más idílica. Creo que las malas rachas se superan y que las crisis ocurren y pasan. En definitiva, que, aunque no tenemos el tipo de relación que yo querría, por la distancia y la falta de comunicación desde que dejamos de vivir juntos, le quiero a él y tengo fe en hacer que todo vuelva a la normalidad pronto.

Hace media año, cuando aún vivíamos juntos en Santa Cruz, a Mark le propusieron entrar al departamento de prensa y comunicación de una gran multinacional en los Ángeles, a cinco horas largas de la que de nuestra casa. Fue muy duro puesto que yo tenía, bueno, tengo, mis alumnos de dibujo; si, aparte de pintar doy clases de pintura en un pequeño estudio en Capitola.

Una mirada al océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora