Capitulo 5

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Capitulo 1   2da parte

Cojo mi coche viejo y destartalado y conduzco rumbo a casa. Vivo a una hora y media de San Francisco y, aunque parezca un rollo, vengo a menudo a visitar a mis amigos Jhon y Cloe. Contemplo cómo los rayos de sol de un día cualquiera de primavera dibujan un bonito atardecer en el horizonte mientras voy de camino a Capitola, un pueblo pequeño al lado de la costa tiene sus ventajas. La paz, la calma el sonido de el agua que viene y va, el olor a mar, los entrañables vecinos...Me paso todo el trayecto sin pensar en nada. Cuando por fin llego, veo la entrada del pueblo un cuatro por cuatro parado y un chico aspientos tratando de que alguien se pare a ayudarlo. Rezo para que el semáforo no cambie justo cuando pase por lado y como si lo hubiera invocado, rojo. Rayos, ni quiero hablar con nadie por ahora. El chico se acerca y me dan ganas de subir a ventanilla de golpe. Pero mi educación me lo impide.

-Cielo Santo, ¡Menos mal! Qué poca gente pasa por aquí. Por favor, me he quedado sin gasolina y soy incapaz de localizar una gasolinera más cercana.

-A quinientos metros en dirección al muelle hay una pequeña gasolinera- le contesto desganada.

Se queda algo extrañado por mi apatía pero nadie me dedica su mejor sonrisa. Preciosa, por cierto. Noto la cercanía en sus ojos.

-Mil gracias, llevo veinte minutos intentando de que alguien me indique. Muy amable.

Lo miro con atención un instaste y me pregunto si estará de paso o de vacaciones, tiene toda la pinta de haber venido a surfear. Qué envidia.

-De nada que pases unas buenas vacaciones. -Le digo educadamente antes de arrancar.

-No, yo no...

Antes de que acabe la frase, el semáforo se pone en verde y acelero sin hacerle caso. Me doy cuenta que lo he dejado con la palabra en la boca pero sinceramente ahora mismo no me importa. Demasiadas cosas tengo en la cabeza como ayudar a un desconocido. Por más guapo dulce que me parezca.

El viaje de vuelta se me ha hecho pesado, por fin en casa empiezo a pensar como contárselo a Mark. Dejo mis zapatos tirados en el porche, y entro descalza, como siempre. Acaricio la cabecita redonda de Yogui, mi gatito, dejo de sonar Running with the Wolves Aurora (Mi tocalla) en mi tocadisimos vintage y planeo como mínimo veinte discursos que al final todos vienen a decir lo mismo. Estoy jodida

Una mirada al océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora