Capitulo 7

50 22 0
                                    


Un estudio que compré y decoré con todo detalle hace cuatro años. Venía casi cada día desde Santa Cruz para trabajar y pintar. Y esto es algo que no pude tirar por la borda cuando Mark me dio la gran noticia. Tras dos semanas de dudas y casi una ruptura, pues yo no quería que rechazara su nuevo empleo, que era un sueño de toda la vida, decidí que tampoco quería irme con él. Cosa que no entendió ni entiendo muy bien a día de hoy. Al final logramos tomar la decisión más difícil de nuestra relación. Él aceptó el empleo en los Ángeles y yo continué con mis clases aquí.

Enseguida se me hizo tan duro vivir en nuestra casa de Santa Cruz solo decidí buscar algo más pequeño que estuviera más cerca de mi estudio y empezar un nuevo episodio. Junto a Mark a distancia. Así que me mudé a está casa preciosa de madera color turquesa. Ahora vivo a escasos minutos de bicicleta a mi estudio y de la playa. Nos vemos todos los fines de sema. Nos ha costado, pero parece que nos empieza a ir bien. Ya no tenemos las típicas peleas por la convivencia, aunque debo admitir que Mark nunca asiduo a los conflictos; si a mí no me apetece hacer una tarea, lo hace él. Lo cierto es que ahora el poco tiempo que pasamos juntos disfrutamos nuestros hobbies y amigos. Pero claro, no es el tipo de relación que yo elegiría. Por eso aún trato de decidir si vendo el estudio y me mudo con él o si espero a que él se canse y vuelva. Aunque, siendo honesto, ahora todo ha cambiado. Eso es lo que pensaba hasta esta mañana. No sé, quizá he estado siendo egoísta.

Casi siempre viene él a verme, como está a punto de hacer hoy. Los viernes al salir del trabajo a las ocho. Así que pasadas las doce llegará y me tocará darle la noticia.

Tras inventar cien versiones más del discurso, imagino que lo más honesto será contárselo todo sin más. Como John hizo conmigo. Por cierto, seguro que me ha llamado, pero no estoy de humor.

Ya son las once, me preparo un sándwich de tomate, aguacate y rúcula y cojo el portátil. Tecleo el nombre raro de mi enfermedad y mientras carga me dirijo al buzón de entrada de mi Gmail. La pantalla se abre al instaste y aparece un email con un nombre que no me suena en absoluto: Thais ¿Será una alumna nueva? Hago clic sobre el mensaje y de repente caigo en el correo de entrada de Mar, ¡qué tonta! Debió dejarlo abierto el fin de semana pasado y como siempre uso el ordenador de sobremesa no me habré dado cuenta. Clico para volver a la bandeja de entrada y abrir mi buzón cuando de forma automática leo casi de reojo la palabra Cariño. Noto un pellizco de estómago. No habré leído bien. Nunca hago estas cosas, que conste he parecido leer la palabra Cariño. ¿Es posible que una chica llame cariño a Mark? No, no creo. Así que sin pensarlo ni un segundo clico sobre el mensaje de la tal Thais.

De: Thais Francis (francis.thais@lettvi.com) . Recibido hace un minuto.

Cariño. ¿Como está? Imagino que estarás a punto de llegar a casa de...Esa(☹😊)

Pff, sé que no debería escribirte pasadas de las ocho, pero es que estoy muy muy mal. De verdad me encuentro fatal. Te echo de menos y me da rabia. Rabia echarte de menos, rabia de ser tan tonta y rabia quedarme aquí sola esperándote mientras tu vuelves a casa con ella. Sé que no lo estás pasando bien y sé lo difícil que es esto. Pero por favor, piensa en mí también... Ya ha pasado un mes.

Shock. Dejo de leer. Respiro. Joder, no puedo, no puedo respirar.

¿Qué está pasando? Dios mío Mark... ¿Un mes? ¿Cómo pude ser posible? Me mareo y pierdo por un segundo la visión. Hoy ha sido un día horrible, surrealista, y después de saber lo de mi enfermedad, esta es la peor que podía ocurrirme. Náuseas. Corro hacia el lavabo y llego a tiempo para levantar la tapa y vomitar. Vacío.

Me apoyo en la bañera y las lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas. Me muerdo la manga del jersey para evitar chillar, pero no funciona.

Me levanto y, con toda mi rabia, decepción y miedo, cojo el vaso de los cepillos de dientes y lo lanzo contra la pared junto con un grito tan salvaje que siento que Mark me tiene que escuchar desde su maldito coche. El vaso se hace en mil pedazos. Siento que voy a hundirme, pero la rabia se apodera de mí y salgo echa una furia, cierro la puerta con todas las fuerzas del universo concentradas en mi brazo y bajo las escaleras de dos en dos. Vuelvo a poner la canción Running with sale The wolves, esta vez a todo volumen, en modo destrucción, porque sé que esta canción me puede y pienso que diría mi madre ahora mismo si estuviera aquí. Súbete al sofá, cariño y ahora canta, como cuando eras pequeña, canta a grito pelado, saca la rabia, el miedo... Con música la vida es más fácil. Así que lo hago, como obedeciendo una orden. Me subo al sofá y con todas las emociones reprimidas en este día, llorando como un bebé canto gritando con la música a todo volumen.

Hay sangre en tus mentiras,

El cielo está totalmente despejado,

No hay ningún sitio donde puedas esconderte,

Está brillando la luna del depredador.

Esta noche correré con lobos,

Correré con lobos...

Me siento salvaje, me imagino de noche, corriendo con lobos, olvidando el dolor. Y acabo agotada, con la cara empapada y tirad sobre la preciosa alfombra de mi salón. Trato de recuperar el aliento, cojo la portátil de nuevo, hiperventilando aún, y sigo. No ha funcionado, Mamá.

Tengo miedo, miedo a que sigas con ella y lo nuestro acabe. Mark, necesito verte, por favor te necesito verte... Me cuesta respirar. Me va a dar algo.

Te quiero, Mark.

¿Te quiero? ¿En serio? ¿Cómo puede ser tan cerdo? ¿Quién diablo es esa tal Thais? Por favor, Aurora respira, respira...

Descuelgo el teléfono y marcó el número de John, ahora si vuelvo a llorar de verdad a todo pulmón.

-Aurora. - Descuelga John.

-¡Me engaña con otra!-alcanzo a pronunciar a duras penas. Siempre he sido muy visceral. Pero esto me ha sobrepasado.

- ¿Qué? ¿Qué dices? ¿Qué ocurre Aurora?

-Ocurre que Mark me pone los cuernos desde hace un mes o más.

-Pero... No entendiendo... ¿No estabais mejor, cielo?

- Pues parece que no.- ¡Que en absoluto! ¿Qué hago? ¿Qué hago con mi vida John? John...Me quiero morir.

-Aurora, por lo que más quieras. - Toma aire. Siento cómo se le acelera la respiración a través de el auricular-. No hagas ninguna tontería, voy para allá enseguida.

- No, da igual, está apunto de llegar. No quiero verlo, te juro que ni quiero verlo.

- ¡Aurora! -alza la voz John-. Aún faltan una o dos horas para que llegue. Estoy ahí en media hora. Bebe agua, ya estoy saliendo, acabo de subir al coche.

Le cuelgo ni siquiera le respondí. Voy al baño me miró al espejo. Menuda cara. Me secó las lágrimas con las mangas y el rímel me mancha las mejillas. ¿Quién es esta chica?, me pregunto mientras abro el grifo y empiezo a limpiarme. Me miro fijamente. Me miro a los ojos. Esos ojos tan verdes como motas amarillas de los que Mark se enamoró. Siempre solía decir que tenía incendios en la mirada. Que el verde Esmeralda combinado con el color amarillo que rodea mi pupila parece un bosque precioso en llamas, destructor y desbastado como él. ¡Será Cabrón! Él es quien lo ha destruido todo. Me recojo la melena pelirroja y ondulada y trato de ponerme polvos para disimular la hinchazón de los parpados y la enorme cantidad de pecas que recorren mi nariz. Cojo aire poco a poco para disimular que estuve llorando y me viene a.......

Una mirada al océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora